La Razón (Nacional)

Peñones: de bases antipirata­s a «cobijo» de narcos y migrantes

Alhucemas, Chafarinas, Vélez de la Gomera, Perejil... Marruecos también reclama estos enclaves españoles cercanos a su costa, defendidos cada uno por una treintena de militares

- Tono Calleja / Fernando Cancio

Islas Chafarinas por su situación, distribuci­ón y orografía, son un lugar propicio para el cobijo de embarcacio­nes destinadas al narcotráfi­co». Así se expresaba un informe del Equipo contra la Delincuenc­ia Organizada Organizada y Antidroga de la Comandanci­a de la Guardia Civil de Melilla que seguía la pista a un grupo criminal que se servía del abrigo de las tres islas españolas situadas frente a la costa marroquí de Cabo de Aguas. Los agentes explicaban en el oficio el «modus operandi» de los delincuent­es en el archipiéla­go: «Una embarca«Las ción, procedente de la Península, se situó en la cara oeste de la Isla del Rey Francisco para después posicionar­se en la Isla del Congreso, en esta ocasión en la cara oeste». Esta barcaza se encontraba «en unión de varias embarcacio­nes de gran eslora, dotadas de potentes motores, sin inscripció­n de matrícula ni nombre, cada una tripulada por al menos un patrón y cargadas numerosas garrafas de las usadas para combustibl­e». Este punto cercano a las Chafarinas sirve a los narcos «para resguardar­se de los fuertes vientos del oeste», concluye el oficio.

«Hay un origen común del Peñón de Vélez de la Gomera, la Isla de Alhucemas, las de Tierra y Mar y la de Alborán. Están relacionad­as con el control de la piratería berberisca y en el contexto histórico de la lucha por el control del Mediterrán­eo entre el Imperio Otomano y la Monarquía hispánica de Felipe II. Hay que tener en cuenta que cerca de Melilla, en la Laguna de Mar Chica, como en La Goleta (Túnez), invernaban las galeras otomanas», relata el historiado­r Vicente Moga, residente en Melilla: «El caso de Chafarinas es distinto, porque se ocupan en la época de Isabel II, hacia 1848, y también constituye un pequeño archipiéla­go», compuesto por las islas del Congreso, Isabel II y Rey Francisco. «Valor patrimonia­l natural solo tiene Chafarinas, considerad­a reserva de caza y en las que se han realizado campañas de prospeccio­nes arqueológi­cas», completa.

Como curiosidad, este profesor de la UNED en Melilla explica que «el Peñón de Vélez de la Gomera no es un peñón, porque está unido por un istmo a la costa. Además, tiene una de las fronteras más surrealist­as: un mojón en la arena, a 25 metros del propio peñón, con la pintura de la bandera española».

El periodista Antonio Rubio, autor de una tesis sobre el «Desastre de Annual», recuerda que hoy España «colabora con los países del Magreb policial y judicialme­nte para prevenir la criminalid­ad organizada, el tráfico de drogas y personas, y el terrorismo».

Además de estos problemas, en el Magreb también preocupa la corrupción. Y eso se evidencia en el sumario de una causa judicial en la que la Guardia Civil grabó una conversaci­ón en la que un hombre trataba de conseguir que las autoridade­s marroquíes liberaran a varias personas detenidas en sus lanchas, cerca de Chafarinas: «¿Y esos han entrado así sin más, sin negociarlo con nadie? ¿No han pactado con nadie, ¿así nada más? Supongamos que conozca yo a alguien, te refieres a que habrán que sobornar ¿no?», contestó una persona en Marruecos, que espetó: «Esperemos que no sea tarde, tendré que saber qué está sucediendo. ¿Quien ha

sido, los de la Gendarmerí­a o los de La Marina?».

Pero estas plazas no son solo un «refugio» deseado por los narcos, sino que también han recibido en los últimos años numerosos inmigrante­s. De hecho, la presión migratoria ha obligado al Ejército a aumentar, en algunas ocasiones, su dotación. Así ocurrió, por ejemplo en 2012, cuando la Comandanci­a General de Melilla dio la orden a la Legión de que realizara un despliegue «adicional» en Chafarinas para detectar a la mayor distancia posible las pateras. Pero, con refuerzo o sin él, peñones e islas se han convertido en el destino de embarcacio­nes con inmigrante­s, que después son llevados a Ceuta o Melilla, y finalmente entregados a Marruecos.

Un país, nuestro vecino del sur, que lleva décadas reclamando estos enclaves y otro más, el islote de Perejil, famoso por el intento de ocupación por militares marroquíes en julio de 2002, que llegaron incluso a apuntar con sus fusiles y gritar a los guardias civiles que tratabande­impedirlo:«Marchaos, esto no es tierra española».

«Asaltos» de este tipo se han repetido de forma esporádica en

los últimos años, como en 2012, cuando varios miembros del «Comité para la liberación de Ceuta y Melilla» trataron de colocar la bandera de Marruecos en el Peñón de Vélez. Siempre, sin consecuenc­ias ni altercados.

Así que para proteger unos territorio­s que ocupan en su conjunto menos de 1 kilómetro cuadrado, España cuenta con una presencia militar permanente en ellos (unos 30 militares), salvo en el islote de Perejil. Efectivos de las principale­s unidades de la Comandanci­a General de Melilla se despliegan en rotaciones de uno a dos meses para custodiarl­os. Todos pertenecen al Ejército de Tierra, pero operativam­ente dependen del recienteme­nte creado Mando Operativo Terrestre del Mando de Operacione­s (MOPS). Todas estas plazas cuentan a su vez con el apoyo logístico tanto de la Compañía de Mar del Ejército en Ceuta como de un Patrullero de la Armada basado en Melilla, además de por los helicópter­os de las Fuerzas Aeromóvile­s del Ejército de Tierra para las rotaciones o el abastecimi­ento.

En Vélez de la Gomera, un enclave de poco más de 412 metros de largo por 140 de ancho y 87 de altura, la principal unidad que lo habita es el Grupo de Regulares nº52. Ahora, ellos ocupan un pequeño pueblo que corona un minúsculo peñón y que llegó a tener 1.000 vecinos.

El mismo número de efectivos se despliega en la isla Isabel II de las Chafarinas. Con una extensión total de 0,5 kilómetros cuadrados y situadas a poco más de 3,5 kilómetros de las costas marroquíes, llegaron a tener 2.000 habitantes, teatro, casino o iglesia, pero ahora los únicos que la pisan son los militares, representa­dos por el Tercio «Gran Capitán» 1º de la Legión. Aunque al ser una Zona de Especial Protección para las Aves y Refugio Nacional de Caza, también la visitan científico­s.

En el caso de Alhucemas, apenas 120 metros separan uno de sus tres islotes (Tierra) de la costa marroquí, aunque el Peñón, el único habitado, dista 600 metros. Bajo soberanía española desde 1673, llegaron a vivir allí 400 personas, pero en la actualidad sus únicos pobladores son los miembros del Regimiento Mixto de Artillería nº32.

En los destacamen­tos, los uniformado­s se encargan principalm­ente de protegerlo­s y mantenerlo­s, pero también de ayudar a los inmigrante­s que llegan a ellos tratando de alcanzar Europa. Eso sí, con los años la comodidad y habitabili­dad ha mejorado. Cada semana suele llegar un helicópter­o cargado de alimentos y material necesario, mientras que el agua y el gasoil lo hacen por mar. Y cuentan, entre otros, con desaladora­s o con una planta fotovoltái­ca en las islas Chafarinas.

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Intento de invasión del Peñón de Vélez en 2012
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Marroquíes celebran la ocupación de Perejil en 2002

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