La Razón (Nacional)

LA LUCHA DE EGAN CONTRA LA NATURALEZA

HA REGRESADO AL MÁXIMO NIVEL PARA GANAR EL GIRO DESPUÉS DE SU LESIÓN

- POR DOMINGO GARCÍA

CuandoCuan­do Egan Bernal ganó el Tour en 2019 no sabía que tiene una pierna más larga que otra. Una asimetría que no le impidió amenazar con convertirs­e en el dominador del ciclismo mundial en el próximo decenio. Pero esa pequeña diferencia de centímetro y medio entre sus dos extremidad­es parecía una condena insalvable hace sólo un año. Le había provocado una escoliosis que derivó en el pinzamient­o de un nervio que le provocaba un dolor intenso que le impedía pedalear con normalidad.

Bernal se retiró del Tour el año pasado dolorido y derrotado, superado por los eslovenos Roglic y Pogacar, que le arrebató el honor de ser el ciclista más joven en ganar la carrera en los últimos 110 años, y con muchas dudas sobre su futuro. Fue después cuando descubrió que era la diferencia de longitud de sus piernas lo que provocaba todos sus males.

«Tengo una pierna más larga que la otra. Eso hizo que tuviera una escoliosis en la columna; un disco de la columna pincha un nervio que irriga el glúteo hasta la pierna, exactament­e el lugar donde me duele», explicaba el propio Bernal en el mes de octubre. El problema es que es difícil de operar y la recuperaci­ón se alarga. «No recomienda­n hacer cirugía, sino rehabilita­ción con el fisioterap­euta, usar ultrasonid­o para bajar la inflamació­n y fortalecer la zona lumbar para que la espalda pueda sostener ese disco y ponerlo en su lugar», decía el colombiano al comenzar su tratamient­o. «Es un proceso bastante largo y segurament­e no va a ser de uno o dos meses, sino de mucho tiempo para volver a estar libre de dolor», añadía.

Bernal no se ha librado del todo de sus dolencias y todavía no es lo que amenazaba con ser cuando ganó el Tour hace dos años. Pero está en el buen camimo no para conseguirl­o. Ha dominado el Giro desde la primera semana, en la montaña y en terrenos complicado­s como el «sterrato», caminos de tierra y polvo que no le han hecho temblar. Para eso le ha servido su experienci­a en el mountain bike, la especialid­ad que practicaba antes de pasarse a la carretera.

Antes de llegar al Giro corrió pocas carreras, pero escogidas. Y con buenos resultados. Fue tercero en el Tour de la Provenza y cuarto en la Tirreno-Adriático. Pero nada dio tantas muestras de su fortaleza como el tercer puesto en la Strade Bianche, donde aguantó casi hasta el final con Van der Poel y con Alaphilipp­e, dos especialis­tas en este tipo de clásicas.

Bernal está de vuelta y si eligió el Giro para su regreso al máxinivel máxinivel no fue por miedo a no poder competir con Pogacar y Roglic en el Tour sino porque su objetivo va más allá. Quiere ganar las tres grandes, un selecto club en el que sólo caben siete ciclistas hasta el momento: Anquetil, Gimondi, Merckx, Hinault, Contador, Nibali y Froome. Él quiere ser el octavo.

Para eso cuenta con la ayuda del mejor equipo del mundo. Y Egan lo agradece. Especialme­nte la ayuda de su compatriot­a Daniel Felipe Martínez. «Sabíamos que era un gran corredor y ahora se lo ha demostrado a todo el mundo. Es un corredor que sube bien. Es bonito tener a dos colombiano­s luchando por este maillot y por el liderato de la carrera en el mismo equipo. Este maillot es para él y para toda Colombia», dice.

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