La Razón (Nacional)

La cumbre de Soria

- Abel Hernández

D e niño oí muchas veces en el pueblo el refrán «reunión de pastores, oveja muerta». Era un dicho que servía lo mismo para un roto que para un descosido, pero respondía a la inmensa carga de pesimismo y desconfian­za que anida desde antiguo en el alma campesina. No es de extrañar que más de un viejo del lugar, o no tan viejo, la repitiera el viernes pasado al observar el trasiego de coches oficiales en Soria para asistir a una cumbre sobre la despoblaci­ón de la España rural. Hasta llegó el presidente del Gobierno en helicópter­o, con una caravana de automóvile­s detrás, contaminan­do el aire de los trigos. Los demás políticos –el jefe de la oposición, los presidente­s de las comunidade­s concernida­s, el ex presidente Zapatero, etcétera–, en sus flamantes coches. Los de «Soria, ¡Ya!» denunciaro­n de entrada que si estos relevantes políticos hubieran tenido la ocurrencia de viajar a Soria en transporte público, la mayoría de ellos no habría llegado a tiempo a la importante cita. ¡Tan aislada y sola está Soria, la provincia más despoblada de España! Mal comunicada por carretera, con las obras interminab­les de la autovía del Duero, y peor por ferrocarri­l, casi como en los tiempos del vagón de tercera en el que viajaba Machado.

El problema de las comunicaci­ones y la digitaliza­ción se erigió así en la primera reivindica­ción de Presura20, la feria para la repoblació­n de la España rural, celebrada en el polígono industrial, en la sede de El Hueco. Una decena de colectivos de esa España vaciada –no les gusta nada lo de vacía, con razón– habían presentado unos días antes en el Congreso de los Diputados un proyecto con 101 medidas para transforma­r esa España en viva y rehabitada. Y de eso ha ido lo de Soria. Por supuesto, no se ha disipado por completo la niebla de la desconfian­za, después de tantas esperanzas frustradas, y al presidente Pedro Sánchez le soltaron a la cara sus promesas incumplida­s.

Pero algo está cambiando. Por lo pronto es significat­ivo que esta cumbre haya tenido lugar y que las principale­s fuerzas políticas vayan, caso único, uncidas del mismo yugo. Con la pandemia, la revolución tecnológic­a y el teletrabaj­o se avecina un cambio de ciclo histórico. Se abre una oportunida­d de oro para la vida en el pueblo. Esta vez en la ruidosa reunión de pastores del viernes pasado en Soria no había, menos mal, ninguna oveja muerta.

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