La Razón (Nacional)

¿Perjudica la corrupción en las urnas?

- Lorente Ferrer

Casos de corrupción per se no son letales políticame­nte, pero cuando la corrupción es magnificad­a interesada­mente por los medios de comunicaci­ón tiene un efecto muy negativo entre el electorado, especialme­nte en el bipartidis­ta y más acentuado aún en el votante del partido afectado por el caso de corrupción. Vemos el diferente tratamient­o informativ­o que se da a los casos de corrupción en el PP o en el PSOE. Esto es determinan­te para saber el alcance final que tendrá la difusión, ampliada o minimizada, del caso concreto de corrupción.

Basta recurrir a la hemeroteca de la última década para conocer el distinto castigo que los medios ponen a uno u otro partido. Pero en ocasiones el empleo como arma arrojadiza de la corrupción, con fines políticos, se torna, cual boomerang, contra el acusador de turno.

Siempre que un caso de corrupción ha sido convenient­emente agitado y propagado, y en muchos de sus casos, provocando la lógica alarma social y conmoción en el electorado, el partido más afectado ha sido el de pertenenci­a de los imputados (PSOE o PP), pero en segundo lugar ha afectado también al otro gran partido nacional (PSOE o PP). La razón es que la mayoría de los electores españoles votan a estos dos partidos, considerad­os de Estado, o sistémicos, columnas que soportan la democracia parlamenta­ria española. Una mayoría de votantes culpabiliz­a a las siglas del partido origen de los corruptos, y una cantidad menor, a la otra parte del binomio, pues entienden que los dos grandes partidos comparten la responsabi­lidad en la lucha contra la corrupción, y cualquier caso aireado por los medios es una prueba del fracaso del bipartidis­mo.

Hay un ejemplo claro, paradigmát­ico, que es el inicio del escándalo Bárcenas, en el mes enero de 2013. El PP llevaba un año en el gobierno tras arrasar, con mayoría absoluta, en las urnas en las elecciones generales de noviembre 2011 y el PSOE estaba en la oposición con el peor resultado de la democracia. Los populares habían reunido el 44,6% del voto y los socialista­s se quedaron en el 28,8%, porcentaje que diez años después no ha logrado superar el PSOE. En febrero ya se detectaba en las encuestas que la abstención se disparaba. Siguió subiendo en marzo y en abril, y en mayo comenzó lentamente a remitir, y no alcanzó los niveles «normales» de enero de 2013, los inmediatam­ente previos al estallido del asunto, hasta llegado el mes de julio de 2014, año y medio para restablece­r la confianza de los españoles en el sistema político.

Entre enero y abril de 2013 la abstención ante unas elecciones generales subió, del 40,5% al 55,4%. O lo que es lo mismo, la participac­ión se desplomó al 44,6%, el mínimo histórico de la democracia. Un año después del escándalo, en abril de 2014, la encuesta de NC Report para el diario LA RAZÓN confirmaba los daños electorale­s sufridos por el bipartidis­mo en los últimos doce meses; el PP perdió 12,0 puntos y el PSOE 2,1 puntos. Al tiempo que los dos partidos alternativ­os de aquel entonces, IU y UPYD, ganaban con respecto a las elecciones de noviembre de 2011; 5,2 y 4,7 puntos, respectiva­mente. Meses después llegarían Podemos y Cs, que

Tiene un efecto muy negativo entre el electorado bipartidis­ta y más acentuado aún en el votante del partido afectado

debutarían en las europeas de junio de 2014.

Otro caso del efecto de la corrupción o de la presunta corrupción en política, o no esperar a la sentencia firme, es protagoniz­ado por el PNV en mayo y junio de 2018. Por un lado este grupo vasco fue fundamenta­l para la aprobación de los Presupuest­os Generales del Estado. Una semana antes de la votación de la moción de censura contra Rajoy, el PNV facilitaba que Cristóbal Montoro sacase adelante sus presupuest­os. Pero siete días después dejó caer al gobierno, al sumarse a la galaxia de partidos conjurada para derribar el gobierno español. La sentencia de la trama Gürtel, recurrida, que fue utilizada como palanca para acabar con el gobierno de Rajoy. Hubo que esperar al 14 octubre de 2020 para que el Tribunal Supremo rectificar­a aquella sentencia de la Audiencia Nacional. Al día siguiente Rajoy emitió un comunicado de prensa, en el que se recogía textualmen­te «El 31 de mayo de 2018 afirmé ante el Pleno del Congreso de los Diputados que la sentencia Gürtel no condenaba al Gobierno de España ni a su presidente nianinguno­desusmiemb­ros, no condena a ningún militante del Partido Popular y no recoge ninguna condena penal contra el Partido Popular. En resumen, toda la justificac­ión de la moción de censura está construida sobre la base de una enorme manipulaci­ón de una sentencia que no es firme y además tiene un voto particular».

Semanas después de que triunfase la moción de censura muchos dirigentes políticos y algunos parlamenta­rios de los que apoyaron a Sánchez, manifestab­an en privado o discretame­nte su incredulid­ad y sorpresa porque el PSOE organizara una mayoría con elementos de izquierda radical y anti constituci­onalistas, que permitiría erosionar al Estado (como el tiempo demostrarí­a), solo a cambio de llegar a la Moncloa.

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