«QUE CONMIGO NO CUENTEN PARA ARRUINAR A MÁS CIUDADANOS»
Isabel Díaz Ayuso Presidenta de la Comunidad de Madrid
E l Gobierno es el perro del hortelano. Ni ha estado ni se le ha esperado en la pandemia salvo para sabotear a la Comunidad de Madrid, enemigo número uno para la izquierda en el poder. Durante estos meses ha convertido la cacería institucional institucional de Isabel Díaz Ayuso en prioridad máxima y, al servicio de esa meta, no se ha contenido ni en lo político ni en lo ético. El fin ha justificado cualquier método hasta anegar la vida pública y convertirla en un inmenso cenagal en el que la administración madrileña se hundiera. Que los daños colaterales fueran la salud y el bienestar de los ciudadanos ha sido del todo irrelevante en el marco de una estrategia ejecutiva miserable y equivocada. El Gobierno, como es norma en los arúspices monclovitas, infravaloró al pueblo y ponderó sus propias dotes e inteligencia. No se es más sagaz o astuto porque lo repitas delante de un espejo cada mañana, o porque una corte de pelotas regalen los oídos con fruición. No. Es otra cosa. Ayuso arrasó en las elecciones autonómicas, pero Moncloa, soberbia, no se ha apeado de la guerra sucia, incapaz de asumir la derrota con humildad y aprender del mandato del electorado soberano. La reciente reunión del Consejo Interterritorial de Salud ha sido de nuevo el escenario de una celada contra la Comunidad de Madrid, aunque en esta ocasión otras regiones han decidido no servir de coartada a una cogobernanza sorda, ciega y fraudulenta. Territorios que representan a 30 millones de españoles han votado no a un guion arbitrario y sin fundamento científico, de aliento eminentemente político. Un escenario para el diseño de otra nueva normalidad para cegar la recuperación de la hostelería, la restauración, los autónomos y, en definitiva, la actividad y el empleo. «Que conmigo no cuenten para arruinar a más ciudadanos». Díaz Ayuso no estará al servicio del Gobierno y sus manejos, sino contra su arbitrariedad. La vicepresidenta Carmen Calvo la advirtió a ella, y solo a ella, de que debe obedecer. Ellos mandan y el resto se arrastra. Pero hay que leerse las normas y esperar a que la Justicia dé o quite razón.