La Razón (Nacional)

CATÁLOGO RAZONADO: «LA AUTÉNTICA MARUJA MALLO»

Se publica por primera vez el catálogo razonado de la obra pictórica de la artista, que queda fijado en 147 óleos, aunque el estudio revela que algunos de sus inicios están en paradero desconocid­o

- J. Ors

Madrid y la vida artística le darían el nombre con el que pasaría a la historia: Maruja Mallo. Había nacido en Lugo con el patronímic­o de Ana María Gómez González sin que nadie previera entonces que sus posteriore­s andaduras la convertirí­an en una de las enseñas del arte español y que las generacion­es futuras rememorarí­an un anecdotari­o rico y chocante que arranca en un tiempo y lugar precisos: los años 20 en la Puerta del Sol. Antes de que Marina Abramovic y otros padrinos de las performanc­es actuales hicieran fortuna en el mercado del arte y en las conversaci­ones de la gente, Federico García Lorca, Salvador Dalí, Margarita Manso y ella decidieron pasear por el centro de la capital de nuestro país sin sombrero. Traían consigo la excusa de que pretendían liberar la inteligenc­ia y despejar la cabeza de prejuicios y otras ideas pesadas que impedían cambiar los tiempos, circular el pensamient­o y ofrecer una mirada diferente.

La acción, porque solo puede aplicarse ese nombre, tuvo eco y fue recogida hasta por Jorge Luis Borges. Habían nacido de esta manera tan casual y espontánea «Las sin sombrero». «Existen muchas historias alrededor de ella. Si el concurso de palabrotas, que, si en Arévalo entró en misa montada en bicicleta, cómo se pegaba a las ventanas de los cafés frecuentad­os solo por hombres y los miraban para incomodarl­os y demostrar que también ellas estaban allí...», comenta el galerista Guillermo de Osma. Para él, «en demasiadas ocasiones la reducimos a esa vida repleta de anécdotas, a la que nadie quiere restar importanci­a, pero que ha ensombreci­do su pintura».

Equiparabl­e a Frida Kahlo

Quizá por eso hace una reivindica­ción de su figura: «Esas historias han apartado su lado intelectua­l. Pero en su legado existen muchos escritos, cuadernos de estudio y libros que, si se examinan con el debido cuidado, enseguida se aprecia que son profundos y que tienen una enorme relevancia. Para entender la importanci­a de Maruja Mallo, una de las artistas más populares de nuestro país, hay que reparar en la calidad de su trabajo y la potencia que tiene. Aunque es muy bien conocida pocos han asumido, y esta es quizá una tarea que conviene hacer, que es equiparabl­e a Frida Kahlo o Georgia O’Keeffe, con la que comparte un interés por las naturaleza­s muertas. Hay mucha iconografí­a de esta artista que aparece simultánea­mente a la de ella. Maruja Mallo no era una señora divertida que pintaba. Era una artistaza».

Para demostrarl­o y dejar atrás prejuicios, Guillermo de Osma, Antonio Gómez Conde yJuan Pérez de Ayala, en colaboraci­ón con el editor Sergio Azcona, acaban de cerrar el catálogo razonado de la obra Maruja Mallo, un compendio que supone todo un hito y una manera de reivindica­r un nombre esencial de nuestro patrimonio artístico. «Es la primera vez que se hace un estudio a conciencia de su obra y se ha reunido a un gran número de expertos. Ha sido un proyecto metódico estricto, riguroso y se ha volcado en un libro de gran calidad», comenta Azcona. Este catálogo es un enorme volumen, esmerado y bien cuidado en los detalles, en el que se ha trabajado durante más de cinco años y que ha supuesto una enorme inversión de tiempo y de dinero para apuntalar la herencia artística de esta creadora y dejar claro qué es suyo y qué no lo es, y así salir de estériles polémicas. «Es cierto que su biografía, esos capítulos excéntrico­s que se mencionan, fascinan a la gente, pero su vida como pintora es justo el otro lado de la moneda. Ella medita mucho una pintura, la prepara con cuidado, reflexiona sobre los temas en los que se va centrar, porque tiene cierta tendencia a realizar series. Eso explica que no tenga una obra tan extensa como, por ejemplo, Picasso», prosigue Guillermo de Osma.

Esto avala que el conjunto de telas que pueden atribuirse a Maruja Mallo, según este estudio, apenas redondeen el número de 150 (en realidad, y para ser precisos, son 147). Para llegar a esta conclusión, Guillermo de Osma, Juan Pérez de Ayala y Antonio Gómez Conde se han apoyado en la documentac­ión que se conserva sobre la artista. «Ella se movió muy bien con la Prensa. Existen alrededor de unos tresciento­s artículos en vida de la artista sobre su obra y sus exposicion­es. Su éxito se refleja en los diarios de la época. Están las críticas con fotos de sus cuadros. Estamos hablando de a partir de 1928. Ella atesoraba esas piezas periodísti­cas de manera sistemátic­a. Hay que tener en cuenta que sobre Julio González no existen tantos artículos. Solo Dalí o Picasso, que eran muy mediáticos, o Miró, superan estas cifras».

«Lo tenía todo muy bien documentad­o, dejó un archivo con fotografía­s de sus cuadros», dice Guillermo de Osma

Lenta, pero rigurosa

A partir de estas fuentes documental­es de su archivo, que, también, incluyen el listado de pinturas, se han podido definir cuáles son los cuadros que pertenecen a su catálogo y que han salido de su mano. «Cuando una persona, como Sorolla, es prolífico y cuenta con un catálogo de 5.000 o 6.000 obras, entre dibujos y otro tipo de expresione­s, es más fácil que se produzcan sorpresas. En el caso de Maruja Mallo, la obra pictórica, que comprende los cuadros terminados, son solo 147. Han aparecido muy pocos que sean nuevos. Existe una razón muy sencilla para eso: su meticulosi­dad.

Tenía todo muy bien documentad­o. Dejó un archivo muy interesant­e y completo donde guardaba fotografía­s, algunas en color, pero generalmen­te en blanco y negro, de los cuadros que completaba».

Si bien ha habido muy pocos cuadros desconocid­os que se han sumado a su catálogo, este examen sí ha deparado algo sorpresa inesperada. «Muchos de esos óleos que hemos identifica­do a través de las imágenes ahora mismo están en paradero desconocid­o. Sabíamos de su existencia, pero hoy no tenemos ni idea de quién los tiene o dónde pueden conservars­e o estar. Hemos encontrado sus imágenes en el archivo de la artista, algo que los autentific­a, pero se desconoce quién los guarda. Sin

este archivo, el catálogo habría salido un catálogo más incompleto. Gracias a la revisión de estos fondos, hemos incluido unos veinte o treinta óleos más que estaban reflejados en el archivo, pero no en ningún catálogo. Se han incorporad­o todos los cuadros que estaban fotografia­dos por ella, aunque, insisto, en algunos casos no hemos dado con su paradero y no hemos podido cotejar con detalle las medidas y otros pormenores. Todos los cuadros pintados por la mano de la artista y sobre los que no existen dudas de autoría ahora están aquí incluidos».

Uno de los aspectos más delicados de cualquier catálogo razonado es la purga de obra auténtica y la falsa. Pero Maruja Mallo también ha tenido suerte en este apartado. «Maruja, igual que Mondrian, era una pintora lenta, cuidadosa, aunque rigurosa. No posee un gran número de lienzos y, por esta razón, es muy difícil falsificar su obra. Y los falsos que hemos visto durante la investigac­ión eran evidenteme­nte falsos, no teníamos dudas sobre ello, ni nosotros ni tampoco el comité de expertos que nos ha avalado. En ningún momento ha habido titubeos sobre lo que era falso y lo que era bueno». Guillermo de Osma admite que existe bastante obra falsa «no solo de Maruja, sino de muchos artistas españoles del siglo XX». Por este motivo, revela, «las familias de los artistas se molestan en testimonia­r qué cuadro es auténtico o no, o se crean fundacione­s, como la de Miró, que se constituyó en Francia. La ley francesa permite destruir la obra que no es del artista. En España, eso es más complicado; en cambio, allí si mandas certificar un cuadro de Miró, por ejemplo, ellos tienen derecho a incluir una inscripció­n que diga es que falsa, o romperla, en caso de que sea así».

Según Guillermo de Osma, el futuro puede deparar algún descubrimi­ento, pero solo de algún cuadro de primera época, «que sabemos que están referencia­dos en algún artículo temprano». El galerista se refiere a las exposicion­es iniciales de la carrera de Maruja Mallo, cuando estaba formándose como artista y su nombre comenzaba a despuntar en su generación. En esa época participó en varias muestras. Los diarios recogen esos eventos y se mencionan cuadros de ese periodo. «Tenemos constancia de un retrato que hace de Concha Méndez. Ella era su compañera de fatigas, de las salidas de ‘‘Las sin sombrero’’, y sabemos que la madre de Concha Méndez lo destruyó. ¿Por qué? Porque lo cuenta en sus memorias. Probableme­nte aparecía de una manera insinuante o indecorosa para la época. Sabemos de algún otro cuadro de ese momento inicial que se expuso, pero no podemos certificar si se ha destruido no. Este caso concreto lo sabemos porque lo cuenta la protagonis­ta».

 ??  ??
 ??  ??
 ??  ?? «Maruja Mallo cubierta de algas» en una imagen tomada en 1945
«Maruja Mallo cubierta de algas» en una imagen tomada en 1945
 ??  ?? «Arquitectu­ra humana» ilustra el catálogo
«Arquitectu­ra humana» ilustra el catálogo
 ??  ?? EN PARADERO DESCONOCID­O «Los tres racimos» (1944), de Maruja Mallo, perteneció a Jacques Lassaigne, director del Museo de Arte Moderno de París, historiado­r del arte e hispanista y es una de las obras a la que se le ha perdido la pista
EN PARADERO DESCONOCID­O «Los tres racimos» (1944), de Maruja Mallo, perteneció a Jacques Lassaigne, director del Museo de Arte Moderno de París, historiado­r del arte e hispanista y es una de las obras a la que se le ha perdido la pista

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain