La Razón (Nacional)

Una oficina de empleo para Cs

- Carmen Morodo

L os partidos son agencias de colocación, y dentro del PP no quieren perder más puestos para dárselos a dirigentes de Ciudadanos (Cs). ¡Con la de gente que tienen haciendo guardia en su «banquillo» y «mucho más preparada»! La rebelión tranquila está ya en marcha, aunque se mueva con discreción para no perjudicar a ese objetivo de seguir avanzando en la deglución de la formación naranja antes de que toque de nuevo pasar por las urnas.

Génova decide, pero lo que piden los aparatos territoria­les es que se contenga la función que presenta al PP como una casa abierta a los cargos naranjas, cuando éstos ya andan en proceso de desahucio porque así lo quieren «mayoritari­amente los votantes».

El último asalto a la marca naranja ha funcionado, tanto como para que los populares den por amortizada la amenaza de las siglas fundadas por Albert Rivera. Y si los votantes que se fueron a Cs también van a volver, en teoría, mayoritari­amente mayoritari­amente a la «casa grande» del PP, entonces, ¿para que perder puestos en listas y cargos cuando esto sólo provoca malestar y rencillas internas?

A Génova ha llegado ya el mensaje. Lo que dicen en el partido es que la operación de imagen ha funcionado y que ahora lo responsabl­e es dejar que el final de Ciudadanos sea como el de la UCD. Si acaso, a posteriori, y para algún nivel muy concreto o técnico, se puede hacer algún guiño más, pero no más «fichajes» que se vean en el escaparate público como un reforzamie­nto del partido y que dejen en mal lugar a quienes llevan toda la vida sudando la camiseta del PP... Y que esperan recibir su recompensa si se confirma el cambio de ciclo anunciado por la dirección del partido.

De las incorporac­iones ya realizadas, la más rentable ha sido la de Fran Hervías, ex numero dos de Rivera e inductor en la sombra de los golpes presentes y futuros de Génova contra Cs. Pero en el PP están convencido­s de que el futuro del partido de Arrimadas está ya escrito, y no es otro que su extinción territoria­l y también nacional. Todas sus encuestas así lo confirman y la única preocupaci­ón que creen que deben tener es anticipars­e con inteligenc­ia a su descomposi­ción en los Gobiernos autonómico­s para que ésta no afecte a su cuota de poder. Ahora bien, sin que el entierro de Cs les obligue a hacerles más espacio en el reparto de sillas y cargos que esperan que les caigan pronto del fin del «sanchismo».

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