Un Perú dividido vota con la máxima incertidumbre
Los sondeos arrojan un empate técnico entre Keiko Fujimori y Pedro Castillo
Lima amaneció con su habitual cielo gris, pero la jornada del domingo era especial para la capital y para todo el Perú. 25 millones de electores estaban llamados a las urnas para elegir al próximo presidente de la República. Después de años de corrupción e inestabilidad política, que se han llevado por delante a tres presidentes desde 2016, los peruanos debían elegir entre Keiko Fujimori, la polémica heredera del clan que ha marcado la historia reciente de Perú, y Pedro Castillo, un sindicalista de la educación de orientación marxista del que se teme que repita en el país andino los errores del chavismo.
La movilización fue total en un país en el que el voto es obligatorio y que ha vivido una de sus campañas más tensas de los últimos años. Pedro Castillo, casi un total desconocido hasta que resultó el candidato más votado en la primera vuelta con un 19% de los votos, ha aparecido siempre con ventaja en las encuestas, pero en los últimos días las diferencias se han acortado hasta arrojar un empate técnico.
La igualdad y la polarización son tales que en las redes sociales han proliferado las denuncias de posible fraude y simpatizantes de uno y otro bando coquetean con la idea de no reconocer el resultado que salga de las urnas. Las Fuerzas Armadas del país se vieron obligadas a emitir un comunicado descartando cualquier intervención para determinar el desenlace del pulso electoral.
La conservadora Keiko Fujimori recibió la jornada con un desayuno con mujeres de la comunidad de San Juan de Lurigancho, una de las enormes bolsas de pobreza que rodean la ciudad de Lima. La candidata de Fuerza Popular ha intentado reda bajar el tono en los últimos días, después de una campaña basada en descalificar a su rival por sus supuestos vínculos con el terrorismo del grupo maoísta Sendero
Luminoso y su programa de izquierdas, inviable y dañino para los fujimoristas.Antes de degustar el tamal que le sirvieron, Fujimori llamó a su rival a «la reconciliación y la unidad» sea cual sea el veredicto de las urnas. Acompañada de los otros miembros del clan Fujimori, su hermano Kenji, su hermana Sachi y su marido, Keiko elogió el papel de la mujer peruana, consciente de los recientes traspiés de su adversario –criticado por susideas machistas– ante este importante sector de electorado. Castillo tuvo que rectificar esta semana después de afirmar que los feminicidios que ocurren en Perú son resultado de la «ociosidad» provocapor provocapor las políticas del Estado.
Al cierre de está edición no se habían reportado incidentes relevantes y la jornada discurría con normalidad, pero con la máxima emoción. No se esperaban los primeros resultados hasta la última hora de la tarde y lo ajustado del recuento puede hacer que la decisión sobre el ganador se demore varios días. Ambos candidatos anunciaron su intención de respetar el resultado final, pero habrá que ver la verdadera solidez de esas promesas si se da un escrutinio tan apretado como el que auguraban las encuestas en los últimos días.
El desayuno de los candidatos el día de la votación es una tradición en Perú. Castillo tuvo el suyo en su casa de la pequeña localidad de Chugur, en el departamento de Cajamarca, al norte del país. De allí tenía previsto trasladarse a Lima para seguir el recuento. La campaña de Pedro Castillo ha insistido en presentarse como alternativa al pasado de corrupción que, a su juicio, representa el fujimorismo.
Contradicciones de la izquierda
La Fiscalía pide para Keiko Fujimori 30 años de cárcel por un presunto delito de financiación ilegal de su partido con fondos de la constructora brasileña Odebrecht y su padre, Alberto Fujimori, presidente entre 1990 y 2000, sigue en una prisión de máxima seguridad condenado por corrupción y ordenar las matanzas de estudiantes de izquierda y sospechosos de pertenecer a Sendero Luminoso.
Pero los últimos sondeos indican que Castillo no ha logrado tranquilizar del todo a los votantes que temen que él y su partido Perú Libre, que se declara marxista-leninista, convertirán a Perú en una nueva Venezuela al apostar por una política de nacionalizaciones que espantará las inversiones que han convertido a la peruana en una de las economías más dinámicas de América Latina en los últimos años. Además, la falta de coordinación en sus filas se ha hecho evidente en los últimos días de campaña, con declaraciones discordantes que han convencido a muchos de que, más que sus posibles planes comunistas ocultos, el principal peligro de un Pedro Castillo presidente sería su falta de preparación y de un plan de gobierno coherente.