La Razón (Nacional)

Un Perú dividido vota con la máxima incertidum­bre

Los sondeos arrojan un empate técnico entre Keiko Fujimori y Pedro Castillo

- Carlos Vázquez -

Lima amaneció con su habitual cielo gris, pero la jornada del domingo era especial para la capital y para todo el Perú. 25 millones de electores estaban llamados a las urnas para elegir al próximo presidente de la República. Después de años de corrupción e inestabili­dad política, que se han llevado por delante a tres presidente­s desde 2016, los peruanos debían elegir entre Keiko Fujimori, la polémica heredera del clan que ha marcado la historia reciente de Perú, y Pedro Castillo, un sindicalis­ta de la educación de orientació­n marxista del que se teme que repita en el país andino los errores del chavismo.

La movilizaci­ón fue total en un país en el que el voto es obligatori­o y que ha vivido una de sus campañas más tensas de los últimos años. Pedro Castillo, casi un total desconocid­o hasta que resultó el candidato más votado en la primera vuelta con un 19% de los votos, ha aparecido siempre con ventaja en las encuestas, pero en los últimos días las diferencia­s se han acortado hasta arrojar un empate técnico.

La igualdad y la polarizaci­ón son tales que en las redes sociales han proliferad­o las denuncias de posible fraude y simpatizan­tes de uno y otro bando coquetean con la idea de no reconocer el resultado que salga de las urnas. Las Fuerzas Armadas del país se vieron obligadas a emitir un comunicado descartand­o cualquier intervenci­ón para determinar el desenlace del pulso electoral.

La conservado­ra Keiko Fujimori recibió la jornada con un desayuno con mujeres de la comunidad de San Juan de Lurigancho, una de las enormes bolsas de pobreza que rodean la ciudad de Lima. La candidata de Fuerza Popular ha intentado reda bajar el tono en los últimos días, después de una campaña basada en descalific­ar a su rival por sus supuestos vínculos con el terrorismo del grupo maoísta Sendero

Luminoso y su programa de izquierdas, inviable y dañino para los fujimorist­as.Antes de degustar el tamal que le sirvieron, Fujimori llamó a su rival a «la reconcilia­ción y la unidad» sea cual sea el veredicto de las urnas. Acompañada de los otros miembros del clan Fujimori, su hermano Kenji, su hermana Sachi y su marido, Keiko elogió el papel de la mujer peruana, consciente de los recientes traspiés de su adversario –criticado por susideas machistas– ante este importante sector de electorado. Castillo tuvo que rectificar esta semana después de afirmar que los feminicidi­os que ocurren en Perú son resultado de la «ociosidad» provocapor provocapor las políticas del Estado.

Al cierre de está edición no se habían reportado incidentes relevantes y la jornada discurría con normalidad, pero con la máxima emoción. No se esperaban los primeros resultados hasta la última hora de la tarde y lo ajustado del recuento puede hacer que la decisión sobre el ganador se demore varios días. Ambos candidatos anunciaron su intención de respetar el resultado final, pero habrá que ver la verdadera solidez de esas promesas si se da un escrutinio tan apretado como el que auguraban las encuestas en los últimos días.

El desayuno de los candidatos el día de la votación es una tradición en Perú. Castillo tuvo el suyo en su casa de la pequeña localidad de Chugur, en el departamen­to de Cajamarca, al norte del país. De allí tenía previsto trasladars­e a Lima para seguir el recuento. La campaña de Pedro Castillo ha insistido en presentars­e como alternativ­a al pasado de corrupción que, a su juicio, representa el fujimorism­o.

Contradicc­iones de la izquierda

La Fiscalía pide para Keiko Fujimori 30 años de cárcel por un presunto delito de financiaci­ón ilegal de su partido con fondos de la constructo­ra brasileña Odebrecht y su padre, Alberto Fujimori, presidente entre 1990 y 2000, sigue en una prisión de máxima seguridad condenado por corrupción y ordenar las matanzas de estudiante­s de izquierda y sospechoso­s de pertenecer a Sendero Luminoso.

Pero los últimos sondeos indican que Castillo no ha logrado tranquiliz­ar del todo a los votantes que temen que él y su partido Perú Libre, que se declara marxista-leninista, convertirá­n a Perú en una nueva Venezuela al apostar por una política de nacionaliz­aciones que espantará las inversione­s que han convertido a la peruana en una de las economías más dinámicas de América Latina en los últimos años. Además, la falta de coordinaci­ón en sus filas se ha hecho evidente en los últimos días de campaña, con declaracio­nes discordant­es que han convencido a muchos de que, más que sus posibles planes comunistas ocultos, el principal peligro de un Pedro Castillo presidente sería su falta de preparació­n y de un plan de gobierno coherente.

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EFE Una mujer aymara emite su voto en un colegio en la localidad de Plateria, en el departamen­to de Puno (Perú)

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