La Razón (Nacional)

«Ahora lo más importante vuelve a ser dar de comer y de beber»

El sacerdote ha cumplido 60 años ayudando al prójimo. Desde 2015 está al frente de la Iglesia de San Antón, abierta las 24 horas

- PADRE ÁNGEL Nasrin Zhiyan -

ÁngelÁngel García, más conocido como el Padre Ángel, cumplió en marzo sus bodas de diamante como sacerdote: 60 años dedicado al servicio a los demás. Fundador ypresident­edelaONGMe­nsajeros de la Paz, fue premio Príncipe de Asturias de la Concordia en 1994 y candidatoa­lpremioNob­eldelaPaz en 2017. Hasta hoy, 50.000 niños han pasado por sus casas de acogida.

–Enhorabuen­a por sus 60 años como sacerdote y por todos sus logros. ¿Dónde y cómo pasó ese día tan señalado?

–Pues debido a la Covid lo pasamos en la Iglesia de San Antón. Vinieron dos cardenales, uno de ellos al que quiero mucho y que se llama Aquilino Bocos, emérito y mayor. Y también el cardenal de Madrid, que me sigue y me persigue, igual que yo a él. Nos queremos, lloramos nuestras penas y sonreímos más que llorar. Lo celebramos con todos los sacerdotes de San Antón, con todos los «sin techo» y con gente de Mensajeros de la Paz. Era un día precioso para recordar nada menos que 60 años de sacerdocio.

–Usted transmite amor, generosida­d y paz. ¿Cuándo descubrió su vocación?

–Cuando somos niños siempre nos preguntan qué queremos ser de mayores, y normalment­e se dice médico, futbolista... pero yo quería ser cura, pero no porque fuese una vocación, porque eso es un vocablo que se ha inventado la gente y que yo no entiendo. Sino porque yo admiraba al cura de mi pueblo, que siempre andaba consolando a las viudas o a los niños huérfanos que les habían matado a los padres.

–¿Cuál es su mayor fortaleza?

–Estar con las personas, y en una gran parte, la Fe.

–¿Qué personajes le inspiraron cuando era un niño?

–Por una parte, sin duda, mis padres. Yo creo que fueron los que más influyeron en mi vida, y también hubo personas, como el cura de mi pueblo; San Juan Bosco, o Julio Verne con sus libros.

–¿Se sorprendie­ron sus padres por su decisión de hacerse sacerdote?

–No, para nada. Mi padre era muy católico, apostólico y romano y tenía un hermano cura. Mi madre, en cambio, no creía en nada de eso.

Pero cualquier decisión que hubiese tomado, aunque fuese hacerme aviador, les hubiera gustado. Creo que en eso me respetaban.

–¿Cómo ve la Comunidad Católica a la Iglesia de San Antón?

–Al menos la respeta, que al principio dudaba, pero no he encontrado a nadie que no le guste una iglesia abierta 24 horas, que dé de comer, de desayunar, que tenga psicólogos, médicos. La Iglesia siempre fue pionera en obras sociales, sobre todo en lugares de misiones. Las misiones en la selva no tenían un lugar. La Iglesia en la selva es como la Iglesia de San Antón, para curar heridas, un hospitalde­campaña,comoelPapa­Francisco dijo tantas veces, que convirtiér­amos la Iglesia, pero no en palacios y con tantos oropeles.

«Esto no es una obra de una persona, ni de un equipo. Es una obra de miles de personas; hemos acertado en trabajar en común»

–¿Cuáles son los mayores retos de la Iglesia de San Antón?

–Seguir abierta, seguir creyendo en la gente, y seguir acariciánd­ola. A veces, cuando a alguien le gusta tanto, cree que lo que hemos hecho es algo tan extravagan­te, tan hermoso, tan precioso, tan caótico, pero realmente lo único que hemos hecho es tener sentido común, que hayawifi,aguabendit­a,bañospara poder ir en caso de necesidad, café o algo caliente.

– Y ahora, ¿cuál es la labor más importante de San Antón?

–Sindudaalg­una,seguirayud­ando a la gente, darles de comer y darles de vestir. Es curioso, hubo una épocaenlaq­uelomásimp­ortanteera­n épocaenlaq­uelomásimp­ortanteera­n los proyectos, y sin embargo, ahora lo más importante es dar de comer y de beber.

–Mensajeros de la Paz está presente en más de 50 países y atiende a sectores desfavorec­idos como la infancia, menores, mujeres en riesgo, refugiados. ¿Cómo puede abarcar tanto?

–Gracias a voluntario­s, cooperante­s, trabajador­es… Esto es una familia grande que cree en lo que hace. Esto no es una obra de una persona, ni siquiera de un equipo de 12 o 15 personas. Esto es una obra de miles de personas, cada uno en su país, o en su autonomía. Yo estoy feliz, y creo que hemos acertado en trabajar en común.

–¿Qué impacto tuvo la carta que envió en 2020 a los líderes de los principale­spartidosd­ondepedía que combatiera­n la exclusión?

–Pues me pareció que era una carta salida del corazón y de la gratitud, porque era un momento en el que se estaban muriendo muchas personas, y de hecho a mí se me murieron cientos de personas en las residencia­s, y yo quería agradecer todo lo positivo que habían hecho. Incluso había un diputado que por la noche traía en su propio coche mascarilla­s. Yo quería agradecerl­es, a los líderes de los partidos, tanto de un signo como de otro todo lo que habían hecho, y animarles a que siguieran haciéndolo, y también pedirles que ellos, personalme­nte, nos ayudaran.

–Le dieron el premio Rainbow por su compromiso contra la homofobia y la transfobia. Hábleme de su apoyo al colectivo LGTBI.

-Yo creo que no es apoyo. Lo único que hago es actuar normal, y si alguien viene aquí a pedirme una bendición, un bocata u otra cosa, no le pregunto cuál es su ideología o su orientació­n sexual. Pero esto lo he dicho desde que nací y desde que soy cura. Me ofende que me pregunten si yo puedo bendecir o darles la comunión. Lo que no puedo es dar los sacramento­s, pero no solo a los gays, sino tampoco a alguien que no se haya separado como Dios manda. Da la sensación de que bendecir es un pecado. Además, estoy en contra de los que no bendicen, o que maldicen, que es mucho peor aún.

 ?? EFE ??
EFE

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain