PIRELLI VUELVE A DESHOJAR LOS DÍAS
NadieNadie sabe la vida que le queda por delante al calendario Pirelli. Tiene todo a su favor para que se le aplique la cultura de la «cancelación», burda censura con pretensiones antropológicas. Sobran los motivos: la promoción de una marca de neumáticos a través de mujeres –«chicas de almanaque», en insensata expresión– en las que se exalta hasta la hipérbole estética su condición femenina. Lo curioso es que ha permanecido en el tiempo como una cita anual, como si fueron los sombreros de las carreras de caballo de Ascot, un bello jarrón con vocación estética. El arte, hasta la fecha, tiene permiso para pecar. El calendario Pirelli nació en 1964 –por cierto, la sesión fotográfica fue en Mallorca–, copiando lo que habían hecho ya en 1930 la marca automovilística Leyland y, en 1956, el fabricante de frenos Mintex. Todo, siempre, en torno a la masculina industria del motor, simbiosis que, con el coche eléctrico, tiene los días contados. Siempre sin perder la compostura y no dejándose vencer por los grasientos almanaques que colgaban en los talleres de reparación, Pirelli supo endulzar el característico olor del caucho quemado con el glamour de la moda y esos fotógrafos tan exigentes que obligan a las modelos a alcanzar el éxtasis mes a mes. Pirelli vuelve, después de que el año pasado la pandemia paralizase la edición, y ha encargado las fotografías al también músico Bryan Adams.