La Razón (Nacional)

La tierna «Fantasía» de Aitor Merino

A partir de la foto de un antepasado y de un viaje en crucero junto a sus padres y su hermana, el también actor construye un relato arrollador sobre el amor familiar

- Matías G. Rebolledo - Málaga

Cuando Agnès Varda estrenó, allá por el 2000, «Los espigadore­s y la espigadora», la rendición y reverencia del mundo documental no partía tanto del contenido como de la pulsión totémica de la película: la cámara digital había llegado para dotar de medios rápidos y baratos a los genios, pero también para grabarnos como turistas frente a la Torre Eiffel. La película casera, antes solo al alcance de unos cuantos privilegia­dos, se democratiz­aba y los géneros se hacían infinitos. En esa corriente se instala precisamen­te «Fantasía», el último trabajo de Aitor Merino, y que ha presentado a concurso en la Sección Documental del Festival de Málaga.

El también actor subió a sus padres y a su hermana a un crucero, del que sacó el nombre para su película y en el que, como si de un viaje en el tiempo se tratase, vuelve a ser hijo en su adultez, cámara en mano. A bordo del trasatlánt­ico, además de ofrecer un cuadro tan tierno e íntimo que parece invitarnos a formar parte de él, a acogernos como espectador­es y a transgredi­r en la catarsis, Merino se las apaña para contar la historia de su familia, desde los tiempos de un antepasado —al que solo recuerdan por una foto— hasta la propia relación, incluso en lo que atañe a lo sexual, de sus padres. Sin miedo a la exposición, el documental nos deja ser «voyeurs» del cariño, pero también testigos del deterioro físico y mental de Iñaki, el padre, y su lucha posterior al crucero para lidiar con la recuperaci­ón de un ictus.

«Mi hermana vive en Ecuador y yo en Madrid. Ambos nos fuimos muy jóvenes de casa, entonces el viaje fue un rencuentro absoluto. Lo de la cámara nació como una travesura, como un experiment­o. De hecho, nació como para tener el recuerdo. A bordo ya del buque nos dimos cuenta, mi hermana y yo, que probableme­nte sería el último gran viaje que haríamos los cuatro», explica Merino bajo una inusual lluvia malacitana que, dice, le acompaña desde su tierra vasca.

La cámara invisible

«Han sido casi cuatro años de filmación, y hay mucha verdad que queda fuera del metraje final», reflexiona el director sobre esa luz sobre la intimidad que es «Fantasía». Y sigue: «En las Navidades de 2015 fue cuando la película realmente tomó forma. Volví a casa con la intención de seguir grabándole­s y resulta que habían discutido. Me dejaron que siguiera con la cámara, incluso cuando se peleaban en un tono un poco más agrio, y creo que eso impulsó definitiva­mente el carácter de la película y de la cámara como un elemento casi invisible», añade.

Berrinches, rabietas y resquemore­s-familiares, como la inquina que existe entre el padre y la abuela materna de Merino, salen a flote para levantar una película sobre el amor familiar, sí, pero también sobre nuestra percepción del tiempo y del legado, y quizá también sobre el cine mismo y cómo un director puede o no distanciar­se de lo que está creando: «Hay más de 200 horas de grabación, por lo que se hacía imposible que yo fuera capaz de ser objetivo con el material. Ahí es donde entra mi equipo y Ainhoa Andraka como productora y montadora», confiesa el director, que sí dejó dentro del montaje una danza desnuda de su madre, la dolorosa dificultad de su padre para volver a tocar la guitarra en su senectud o la misma emoción de su hermana, al entristece­rse por la mirada perdida y desorienta­da que va viendo apagarse en los ojos de su padre.

«Entiendo que mi película es sobre el contraste. Sobre el cielo abierto del barco y las cuatro paredes del piso familiar. Sobre el pasado cálido y el futuro incierto. Y también es como un regalo, como una cápsula del tiempo de quiénes éramos», remata el realizador sobre su filme. Al final, la ternura y lo desgarrado­r, sin aspaviento­s ni melodramas, hacen de «Fantasía» una rara avis documental, en la que la humildad de quien sujeta la cámara se transfigur­a en el metraje y la imagen es el único catalizado­r válido.

 ?? DOXA PRODUCCION­ES ?? Los cuadros familiares de los Merino son el hilo conductor del documental «Fantasía»
DOXA PRODUCCION­ES Los cuadros familiares de los Merino son el hilo conductor del documental «Fantasía»

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain