La Razón (Nacional)

Los líos de los independen­tistas

- Francisco Marhuenda

AlosAlos independen­tistas les sucede lo mismo que a los comunistas y los islamistas y es que se odian entre ellos. Es verdad que cada uno tiene un enemigo común, pero cada vez que tienen una oportunida­d, se enzarzan en peleas que acaban destrozánd­oles. Una vez más, la historia nos ofrece numerosos ejemplos de luchas internas, purgas y conflictos de todo tipo que conducen a que estas tres ideologías fanáticas y autoritari­as acaben retrocedie­ndo. La carta de Junqueras ha sido una auténtica bendición y hay que agradecerl­e que sea el inicio de un cisma dentro del independen­tismo. Hace tiempo que estaba a la espera de ello, porque la coalición de ERC y JxCat, con el apoyo parlamenta­rio de las CUP, es un auténtico disparate en todos los terrenos. Las diferencia­s son abismales y solo coinciden en la obsesión por conseguir la independen­cia. No es un pegamento lo bastante sólido para cohesionar una amalgama de posiciones tan contradict­orias, pero tras la renuncia a la unilateral­idad la confianza entre los socios estallará por los aires. A lo mejor me equivoco, pero el grado de «enloquecim­iento» de Puigdemont es inimaginab­le y los antisistem­a de las CUP siempre están en el monte.

La victoria de Sánchez es convertir el indulto en un caos para la frágil coalición independen­tista, porque lo que realmente quiere es un gobierno de izquierdas en Cataluña. Es decir, recuperar el tripartito de Maragall y Montilla. En primer lugar, es bueno constatar que Junqueras y ERC no han dejado de ser independen­tistas, sino que posponen el proceso y se apuntan al «pragmatism­o pujolista» para conseguir una masa social más amplia que la actual. Luego está lo de la mesa del diálogo que solo busca marear la perdiz y puede ser otro acelerante para la ruptura entre este grupo de pintoresco­s y acomplejad­os socios de convenienc­ia. Junqueras tiene ahora la oportunida­d de ser el «Pujol de la izquierda» y ocupar, por fin, la presidenci­a de la Generalita­t una vez concluya el periodo de Aragonés, que lo es por delegación suya. El líder de ERC es el adversario más peligroso para el constituci­onalismo, porque es un idealista y lo único que le importa es conseguir la independen­cia. Y tiene, además, ese punto cristiano que le acerca al martirolog­io.

«La victoria de Sánchez es convertir el indulto en un caos para la frágil coalición independen­tista»

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