«¡VIVA RUSIA!»: EL GUION DE BERLANGA QUE NADIE QUISO FINANCIAR
EL LEGADO DE BERLANGA ERA EL GUION QUE NADIE QUISO FINANCIAR
Trece años después se pone fin al misterio de la caja 1.034 con el hallazgo del guion de «Nacional IV», la biografía que le dedicó Antonio Gómez Rufo y una revista
C uando la esperpéntica polvareda se ha asentado por fin y volvemos al Madrid de los taxis negros de franja roja, justo después de haber entrado en el ostentoso Museo del Marqués de Leguineche, el diálogo funciona como cerradura circular de un relato casi perfecto: «Como no tengo hijos, usted se lo dice dramáticamente y le cobra a los japoneses el triple de la tarifa para la foto. Les dice que yo soy el hijo del Marqués, el último de la estirpe, fin de raza». La frase, escrita por Rafael Azcona y espetada con toda la picaresca que destilaba José Luis López Vázquez es una de las últimas que se pronuncia en «Patrimonio nacional», la segunda película de la que, hasta ahora, creíamos trilogía de Luis García Berlanga y que se inició en «La escopeta nacional».
Y decimos «hasta ahora» porque en la mañana de ayer se desveló uno de los secretos mejor guardados del cine español, el de la caja 1.034 del Instituto Cervantes. Depositado en la bóveda y arcón que es la Caja de las Letras de la sede madrileña de la institución, en el año 2008 y por el cineasta en persona, el legado berlanguiano había desatado todo tipo de rumorología, que apostaba por elementos que variaban entre parafernalia sadomasoquista y la nada misma, como último chiste del director.
Finalmente, y en una ceremonia a la altura de las circunstancias a la que acudieron Luis García Montero, Mariano Barroso y los nietos del cineasta, el último secreto de Berlanga quedó expuesto: un guion inédito, un libro y una revista se vaciaban del cofre con destino a la Academia de Bellas Artes de San Fernando, donde se podrán visitar hasta que termine la exposición editorializada por la Academia de Cine.
El libreto, sin duda acaparador de todas las miradas mediáticas, correspondía a la cuarta parte de la saga «Nacional», titulada «¡Viva Rusia!». Firmado por el propio Berlanga, su hijo Jorge, Manuel Hidalgo y Rafael Azcona, el guion es una de esas joyas perdidas de las que se tenía constancia por las propias declaraciones del director y los trabajos de investigación de teóricos como Luis Deltell, pero que nunca habían visto la luz. Planeada para rodarse en 1991 y ambientada un año más tarde, la película se detuvo en seco cuando el rostro del Marqués en pantalla, Luis Escobar, fallecía en plena fase de preproducción.
Superada la demoledora noticia y fuera ya del proyecto Azcona, que por ese entonces había empezado a trabajar con Fernando Trueba en lo que acabaría siendo «Belle Époque», Berlanga insistió en sacar adelante el filme, prescindiendo del Marqués. De hecho, y apoyado por la firme convicción del productor Andrés Vicente Gómez, la película se presentó dos veces a las ayudas del
«Aeropuerto de Barajas, pista, aterriza un avión, Luis José baja por la escalerilla vestido con traje blanco y camisa oscura abierta de solapas, lleva un brazalete negro y gafas de sol. Luce también un peluquín rubio. De pronto parece recordar algo y vuelve a subir la escalera a contracorriente de los pasajeros, en su mayoría ancianos que despliegan una pancarta que dice: “Los últimos exiliados saludamos a la España del 92”. A uno lo bajan en camilla, más muerto que vivo, agitando débilmente una banderita republicana. Encuentra a las azafatas y el sobrecargo están mirando con curiosidad unas revistas sadomasoquistas. Luis José se las coge poniendo cara de circunstancias y sale del avión»