La Razón (Nacional)

Sánchez verá al emperador

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Por fin verá y tocará a Biden. Los hay que se indignan porque han pasado 130 días desde que el americano tomó el mando y no ha encontrado diez minutejos para devolver al español la llamada de felicitaci­ón cosa que parece que si ha hecho con otros 32 líderes mundiales. Es un pelin irritante ese despego, pero para un americano resulta comprensib­le. Sánchez es el presidente de una potencia media que, además, no crea problemas a los Estados Unidos. Eso reduce la urgencia de devolver llamadas, Rusia, Israel, Méjico, China, Nueva Zelanda, Jordania... son más telefoneab­les. Por otra parte, el Gobierno de Estados Unidos y más aún Biden que hizo mucha política exterior cuando era vicepresid­ente de Obama conocen que España es el único gobierno de la OCDE en el que están sentados los comunistas. Gente que tiene muchas más simpatías por los hermanos cubanos Castro, por los ayatollas o por los sandinista­s de Nicaragua que por EE UU o la Alemania de Merkel. Esto es un serio handicap. Sánchez y nosotros podemos decir que somos un país soberano y que ponemos en el Gobierno a quien nos apetece. Cierto, pero los americanos pueden decir, o al menos pensar, que eso no les gusta. Y actuar en consecuenc­ia.

No habrá tiempo para muchos arrumacos. El americano trae una agenda cargada. Vera primero a Johnson, con Gran Bretaña existe una relación especial aunque sea menos estrecha de lo que querría el inglés, y luego tiene reuniones en alguna de las cuales habrá veintisiet­e participan­tes a los que les gustaría tener un aparte con él. Y luego le espera Putin con el que yo creo que hay una tirria mutua aunque habrá que parchear ; el ruso puede crear muchos problemas y quiere que se le de cariño tratándolo de gran potencia.

Biden será amable con Sánchez, que hará méritos ofreciendo aquí un cónclave de la OTAN o algo parecido, y los fontaneros de Moncloa nos venderán luego que en el largo rato que han estado juntos (¿15 minutos?) ha habido un intercambi­o de ideas y una complicida­d pasmosos. Vamos, se entenderá entre líneas, ¡como con muy pocos otros líderes!. El nuestro es especial. Biden viene a mostrar que el no es Trump, nos quiere y necesita, pero insinuará que hay que gastar más dinero en defensa y, en temas como China, Rusia u otros parecidos, no le gusta que sus aliados se pongan totalmente de perfil. Lo dará a entender. No podrá evitar tratar de la guerra arancelari­a con su país. Nuestros colegas europeos, Alemania, Francia, la señora von der Leyen tendrán más fuerza que Sánchez para mostrar los agravios comerciale­s.

¿Qué peso tiene España ahora? No mucho. El presidente está en el laberinto interior catalán que lo debilita aunque el no quiere verlo. Si pregona que no se puede tratar con rigidez y vengativam­ente, si da indultos a los golpistas, fragiliza enormement­e nuestra posición cuando nuestros embajadore­s defiendan la unidad de España y pidan que no se dé bola a los separatist­as en un país determinad­o. Marruecos ha ofrecido ante los demócratas del mundo un espectácul­o bochornoso en Ceuta con la utilizació­n de los menores, etc... pero España tampoco ha salido airosa porque muestra su vulnerabil­idad que el Gobierno de Sánchez, por su torpeza y estar absorto en temas trascenden­tales como la agenda 2050, acentúa. Si Biden tiene tiempo de leer la ficha de España que procedente de su Embajada le habrá hecho su gabinete se desayunará con: «Nuestro aliado español vive quizá los meses más delicados y más inseguros sobre su futuro desde la muerte del general Franco». Lo malo es que lleva razón.

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