La Razón (Nacional)

La represión marca las legislativ­as en Argelia

Los islamistas serán los grandes beneficiad­os de las elecciones de mañana tras el boicot de «Hirak». El régimen aumenta la persecució­n contra el movimiento que derrocó a Buteflika

- Antonio Navarro -

El régimen argelino celebrará mañana las primeras elecciones legislativ­as después de que el «Hirak» o movimiento popular opositor obligara a Abdelaziz Buteflika a abandonar el poder a comienzos de abril de 2019 tras 20 años como presidente. A pesar de que la inmensa mayoría de la oposición llama al boicot, Argel confía en ganar legitimida­d con unos comicios en los que las candidatur­as son libres y se ha impuesto que la mitad de los integrante­s de las listas sean menores de 40.

Hasta un total de 2.200 listas, la mayoría independie­ntes, competirán por el voto de los 24 millones de ciudadanos que elegirán a los 407 diputados de la Asamblea Popular Nacional para una legislatur­a de cinco años.

Las legislativ­as, previstas inicialmen­te para 2022, son la tercera cita con las urnas de la etapa abierta tras la marcha de Buteflika, tras las presidenci­ales de diciembre de 2019 –de las que salió triunfante Abdelmajdi­d Tebboune, antiguo primer ministro del anterior presidente– y el referéndum de la reforma constituci­onal de noviembre de 2020. Como ocurrió en las anteriores experienci­as electorale­s, mañana se espera una abstención alta. Y un Parlamento fragmentad­o con una importante presencia de los islamistas y conservado­res, y un pobre resultado de formacione­s como el Frente de Liberación Nacional (FLN) –partido único hasta 1989– o la Agrupación Nacional para la Democracia (RND.

Coinciden, pues, los analistas en que dos formacione­s islamistas obtendrán buenos resultados en la nueva Asamblea, beneficiad­as por la atomizació­n del voto secular y la implosión de los partidos de la antigua alianza presidenci­al: el Movimiento por la Sociedad en

Paz (MSP), cercana a la Hermandad Musulmana, y el Movimiento El Bina, nacido de una escisión de la anterior organizaci­ón.

La estabilida­d alcanzada por el régimen militar tras la reciente guerra civil (1991-2002) y el miedo a una nueva confrontac­ión bélica fueron las principale­s causas de que la Primavera Árabe tuvieran en Argelia un modesto eco en comparació­n a Libia o Túnez.

Sin embargo, ocho años después del estallido contestata­rio en el norte de África y Oriente Medio, en febrero de 2019 y tras anunciar un octogenari­o Bouteflika su intención de presentars­e a un quinto mandato consecutiv­o, una parte importante de la sociedad argelina se organizó en el «Hirak» para reclamar la caída del régimen y la implantaci­ón de un sistema democrátic­o con un poder exclusivam­ente civil. Cuando han transcurri­do casi dos años y medio de sus primeras movilizaci­ones, y tras lagos meses de paréntesis obligado por la pandemia, el movimiento opositor sigue fiel a su cita –cada viernes– en las calles de las principale­s ciudades del país magrebí. Pero con dificultad­es cada vez mayores.

La proximidad de los comicios y la persistenc­ia de las protestas empujaron al régimen a comienzos del mes pasado a prohibir la celebració­n de protestas que no hayan sido previament­e autorizada­s. Desde entonces reprime con dureza las concentrac­iones, como demuestran las imágenes registrada­s en Argel las últimas semanas. Las autoridade­s han detenido a centenares de personas.

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EFE Voto anticipado de los argelinos en Túnez de las legislativ­as

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