«EN EUROPA CUESTA EXPLICAR LA LONGITUD DE LAS CONDENAS DEL PROCÉS»
TengoTengo al ministro Escrivá por profesional versado y con experiencia suficiente en negociaciones y diplomacias varias. No lo veo como alguien que pueda quedarse desairado por muchos aprietos que la situación disponga. Viene esto a cuento porque el ministro de Inclusiones, Seguridad Social y Migraciones ha aireado que se «ha encontrado en muchas dificultades para explicar a otros socios comunitarios la magnitud de las penas» y la «longitud de las condenas» a los líderes del «procés». Y ha aderezado su íntima confesión pública con el padecimiento y la angustia que siente en estos tiempos para detallar en el viejo continente «la actitud general ante un proceso de este tipo en términos de magnanimidad», porque, según este relato, el «marco normativo» español «se entiende regular». O lo que es igual, que la Constitución, el Código Penal, la Ley de Enjuiciamiento Criminal, el Estatuto de Cataluña y hasta el Código Civil son arcanos birriosos. Es una pena que Escrivá no hubiera estado más ágil en esos cenáculos en la defensa del Estado de Derecho y la Justicia de nuestro país. Habría sido un ejercicio tan didáctico y de parvulario como plantear a sus comensales qué habrían hecho sus países si una parte de los mismos hubiera derogado unilateralmente las leyes vigentes, dictado una regulación paralela, atropellado los derechos y libertades de los ciudadanos y dinamitado la soberanía nacional. No son dos y dos, pero casi. Y si a Escrivá le cuesta sondear ese agujero negro con el que caricaturiza el «marco normativo» español, podría haber tirado de legislación comparada, de haberse parado un rato hasta verificar que todos los estados comunitarios contemplan condenas aún más rigurosas para actos sediciosos tumultuarios y violentos. El ministro se ha ganado seguir en la próxima remodelación del gabinete pues su obediencia al dictado del presidente, también en este asunto, es incuestionable. Por lo demás, al menos si no puede explicar las penas del procés, nos conformaríamos con que lo hiciera con ese desastre llamado Ingreso Mínimo Vital.