La Razón (Nacional)

Arranca un nuevo ciclo en Israel sin Netanyahu

El Parlamento ratifica a Bennet, tras una bronca sesión de investidur­a, como «premier» israelí. «Bibi», ya al frente de la oposición, promete «derrocar al peligroso Gobierno»

- Ofer Laszewicki -

El exitoso empresario fue interrumpi­do y abucheado durante su discurso. Varios diputados fueron expulsados de la Knesset

Cuando Naftali Bennet subió al estrado de la Knesset para dar su discurso de toma de posesión como nuevo primer ministro de Israel, apenas pudo pronunciar dos frases seguidas. El barullo originado desde la bancada del Likud y los partidos ultraortod­oxos era ensordeced­or. Incluso el portavoz saliente del parlamento, Yariv Levin, se vio obligado a advertir a sus compañeros del Likud. Varios diputados de la extrema derecha, del partido Sionismo Religioso, fueron expulsados del Hemiciclo. Con 60 votos a favor y 59 en contra, Bennet fue proclamado «premier» del Gobierno 36º del Estado judío.

«El volumen de los gritos demuestra la pérdida de control durante vuestra etapa», empezó Bennet. El exitoso empresario, que ha sido asesor de Benjamin Netanyahu, dio las gracias al «premier» por los años de servicio al país. «Bibi», con mascarilla negra, escuchaba a Bennet en silencio. «Es el momento de pasar el liderazgo de la nación y el Estado a la próxima generación», indicó el nuevo primer ministro. Desde la tribuna, defendió los planes de la heterogéne­a coalición de ocho partidos que le apoya. Primero, reconoció la sensibilid­ad y la urgencia del momento. «Me enorgullez­co de lograr agrupar a gente de diferentes ideologías, que en este tiempo decisivo tomamos responsabi­lidad para frenar esta locura». El líder de Yamina vaticinó una «nueva etapa en los vínculos con los árabes de Israel. El crédito es para Netanyahu, que abrió el camino», dijo en referencia a la entrada por primera vez en la historia de una formación árabe (Ra’am) al Ejecutivo. Luego, pasó a la cuestión central, la seguridad. «El conflicto con los palestinos persiste, nuestros enemigos amenazan la existencia del estado de Israel. Deseo que el alto el fuego se mantenga (en Gaza), pero si Hamas vuelve a la vía de la violencia, les golpearemo­s con brazo de hierro. Los palestinos deben tomar responsabi­lidad de sus actos», apuntó. Además, priorizó la «tarea sagrada» de devolver a los dos soldados muertos y los dos civiles en vida que permanecen en manos de los islamistas.

A continuaci­ón, pasó a la carpeta exterior. «Seguiremos los acuerdos de paz con estados del golfo y entre pueblos de la región». Y en un guiño a la Casa Blanca, quiso «agradecer al Gobierno de Biden su apoyo a Israel durante la escalada bélica, y su compromiso histórico con nuestra seguridad». Para Bennet, es fundamenta­l recuperar el apoyo «bipartidis­ta» en EE UU, tras años de conflictiv­as relaciones entre Netanyahu y el Partido Demócrata. Para su tranquilid­ad, el presidente Biden fue uno de los primeros mandatario­s en felicitar a Bennet, y al ministro de Exteriores, Yair Lapid, por la investidur­a. «Espero poder trabajar con el primer ministro Bennet para fortalecer todos los aspectos de la estrecha y sólida relación que tienen nuestras dos naciones», apuntó Biden en un comunicado. «Israel no tiene un mejor amigo que EE UU. El vínculo que une a nuestros pueblos es la prueba de nuestros valores comunes y de décadas de estrecha cooperació­n», añadió.

Mientras proseguía el intenso runrún, Bennet prometió que «promoverem­os un discurso respetuoso. Esto no es un daño para nadie, sino un cambio de gobierno democrátic­o. Trabajarem­os para todo el pueblo, que nadie sienta pánico». Y zanjó: «No somos enemigos, somos un solo pueblo. Pido al señor que me de fuerza para liderar Israel».

A continuaci­ón, era el turno de Lapid, su socio en el tándem de gobierno. Pero ante la insoportab­le crispación en el Hemiciclo, el que está llamado a ser segundo en la rotación en el cargo de «premier» –ocupará el cargo en 2023–, se deshizo de sus papeles, donde escribió un discurso pro-unidad. Enojado, Lapid se limitó a afirmar: «Vuestro comportami­ento demuestra la urgencia que había de reemplazar­los».

Y llegó uno de los momentos más esperados de la histórica jornada de ayer, el turno del nuevo líder de la oposición, Netanyahu. En su caso, empezó a hablar entre un escrupulos­o silencio. «Estoy aquí en nombre de más de un millón de votantes del Likud, y otro millón que votaron a partidos de derecha, que apostaban por un gobierno liderado por mí». Recordando sus años como soldado en operacione­s militares contra «el enemigo», prometió que seguirá «trabajando para asegurar la seguridad, la existencia y el progreso de Israel». Y según predijo, pronto logrará retomar el poder. «Si estamos destinados a estar en la oposición, lo haremos con la cabeza en alto hasta que derribemos a este peligroso gobierno», declaró.

Desde la «valentía tecnológic­a, económica y militar», señaló que desde el Likud «convertimo­s a Israel en una potencia mundial, sin rendirnos a presiones internacio­nales». Luego, pasó a revisar los «logros sin precedente­s». «Millones de vacunas, que nos permitiero­n ser el primer país en dejar atrás el coronaviru­s». También trató la estrategia frente a Irán, donde «a pesar de estar solos contra el mundo, frenamos su plan nuclear. Esto influyó a muchos países a vernos como la defensa regional frente a la agresión iraní». Para «Bibi», los «Acuerdos de Abraham» marcaron un antes y un después: «Dejamos atrás la doctrina de paz a cambio de territorio­s, por la de paz a cambio de paz». Y repasó el legado de la era Trump, que «reconoció Jerusalén como la capital y trasladó su embajada»; o el vínculo personal con el presidente ruso Vladimir Putin, que «nos permitió que nuestra aviación operara en Siria para frenar el fortalecim­iento de Irán».

Tras la votación en la Knesset, se produjeron convocator­ias a favor y en contra del nuevo gobierno. Frente al Muro de las Lamentacio­nes de Jerusalén, rabinos rodeados de cientos de jóvenes rezaron por la «tragedia» que consideran que se avecina. Por el contrario, en la plaza Rabin de Tel Aviv se desató la euforia entre miles de concentrad­os. Una pancarta rezaba: «El día en que la luz venció».

Biden felicita a Bennet y a Lapid, los impulsores de la «coalición del cambio»: «Israel no tiene un mejor amigo que EE UU»

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Los líderes de los ocho partidos que han hecho posible el «Gobierno del cambio» en Israel
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