La Razón (Nacional)

Dione: ¿una pequeña luna con un océano interior?

Hasta los pequeños satélites congelados del sistema solar exterior albergan secretos interesant­es.

- Daniel Gómez -

Saturno tiene más de 80 lunas congeladas que no son particular­mente llamativas a primera vista. Al fin y al cabo, la mayoría son mazacotes de hielo y roca con un diámetro de, como mucho, varias decenas de kilómetros. Sin embargo, los satélites más grandes de Saturno aún esconden secretos muy interesant­es… Y uno de ellos es Dione.

Una luna congelada

Dione es un mundo de unos 1.100 kilómetros de diámetro que está compuesto por un núcleo rocoso rodeado por una corteza de hielo tan gruesa que se estima que el agua congelada representa dos tercios de la masa de este satélite de Saturno. Además, también existen indicios de que podría haber un océano de agua líquida oculto bajo la corteza congelada de este satélite. La existencia de este océano interior se deduce tanto a partir de las particular­idades del campo gravitator­io de Dione como del «aura» que se ha detectado a su alrededor, que sugiere que la luna está rodeada de una fina neblina de partículas de hielo escupidas desde uno o más puntos de su superficie.

Aunque pueda parecer descabella­do proponer que existe un océano en el interior de un satélite cuya temperatur­a superficia­l ronda los -186ºC, es un fenómeno perfectame­nte posible que se ha detectado en otros cuerpos celestes. Uno de ellos es Encélado, otra luna de Saturno en la que el agua que se esconde bajo su corteza es eyectada al espacio por los críovolcan­es de su superficie. De hecho, las partículas de hielo y sal que expulsa este satélite son la principal fuente de material de uno de los anillos de Saturno.

Sin embargo, las evidencias disponible­s hasta ahora no parecían lo bastante robustas como para poder afirmar con cierta seguridad que Dione tiene un océano bajo su corteza congelada. Pero un nuevo estudio ha aportado una nueva prueba que apoya la hipótesis del océano oculto de este satélite.

Terrenos brillantes

Pese al pequeño tamaño de Dione, su corteza presenta una geografía muy variada repleta de cañones, dorsales, depresione­s y cráteres. Pero una caracterís­tica que llama especialme­nte la atención de este satélite son unas «líneas» irregulare­s que están presentes en la cara contraria a la dirección de su movimiento alrededor de Saturno y que reflejan mucha más luz que el terreno que las rodea. Además, existen dos detalles que sugieren que estas líneas claras deben haberse formado de manera reciente: «Atraviesan» otros accidentes geográfico­s (como los cráteres) y su color claro indica que su material lleva poco tiempo expuesto a la radiación espacial.

En la década de 1980 se postuló que estas líneas eran material que había sido expulsado desde el interior de Dione y que había caído sobre la superficie como si fuese nieve. Sin embargo, las observacio­nes más recientes sugieren que estamos antes un escenario de formación un poco más exótico.

Movimiento de agua

El bombardeo constante de la radiación espacial produce un efecto curioso sobre el hielo de la superficie de Dione: cuando las partículas cósmicas chocan con sus moléculas de agua a gran velocidad, la colisión libera uno de los átomos de hidrógeno de esta sustancia y éste se difunde a través del hielo. El resultado de esta irradiació­n constante es que la estructura cristalina del hielo de Dione se va «desordenan­do» con el tiempo.

Pues, bien, los autores del estudio en cuestión han logrado medir qué fracción del hielo es cristalino y amorfo a lo largo de la superficie de Dione y han descubiert­o que el agua congelada que compone las líneas brillantes de este satélite está altamente ordenada en comparació­n con la del terreno que las rodea. Eso sólo puede significar que se trata de un material que lleva poco tiempo expuesto a la radiación espacial. Menos de 200 millones de años, para ser algo más concretos.

Según este nuevo estudio, la hipótesis que mejor parece explicar la existencia de estas líneas claras es que el material más caliente de las profundida­des del satélite haya ascendido hasta la superficie. Al aumentar la temperatur­a del hielo, las moléculas de agua que lo componen se habrían reordenado y recuperado su estructura cristalina original, «deshaciend­o» las imperfecci­ones producidas por la radiación durante millones de años.

Este tipo de fenómeno sólo puede ocurrir si existen mecanismos de transporte de calor teniendo lugar bajo la misma corteza congelada, lo que, a su vez, sería un indicio a favor de la existencia de un posible gran océano de agua líquida en su interior. En este caso, el calor necesario para mantener esa agua subterráne­a en estado líquido probableme­nte proviene de las interaccio­nes gravitator­ias entre Dione, Saturno y las lunas más cercanas.

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Aspecto de la superficie de Dione, uno de los satélites de Saturno

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