La Razón (Nacional)

Un equipo sin estrella... de momento España es una incógnita antes de empezar. Hay al menos cuatro seleccione­s mejores que la nuestra

- Eduardo INDA

DeDe las musas pasaremos hoy a las nueve de la noche al teatro. Como anticipé hace unos días, no soy muy optimista con la Eurocopa. Básicament­e, porque hay al menos cuatro seleccione­s mejores que la nuestra. Si al anterior factor negativo le unimos otros como la falta de liderazgo, ¿por qué no se ha llamado a Sergio Ramos ni tras el «Busquetsaz­o»?, la carencia de una gran estrella de nivel mundial o la ausencia de un esquema de juego definido, entenderán por qué es menester ser más realistas y precavidos que otra cosa.

Conviene no olvidar el nada elemental hecho de que Luis Enrique ha llamado a ¡¡¡60 jugadores!!! en la fase de clasificac­ión para la Eurocopa, con lo cual no hay un equipo tipo ni nada que se le parezca. Tampoco pequemos de pesimistas. No debemos olvidar que una parte sustancial de los integrante­s de la Roja fueron puntales del equipo sub 21 que hace dos años se proclamó campeón de Europa. Vamos, que talento hay para dar y tomar. Auguro, pues, que superaremo­s sin mayores problemas la fase de grupos porque nuestros tres rivales, Suecia, Polonia y Eslovaquia, son inferiores a nosotros de aquí a Sebastopol.

Lo de Suecia debería ser coser y cantar a tenor de lo ocurrido en la etapa de clasificac­ión: les vencimos 3-0 en el Santiago Bernabéu y nos empataron a uno en Estocolmo. El problema es que, como vamos con un año de retraso por el maldito virus chino, cualquier comparació­n puede estar más desfasada que un disco de Los Pecos. Sea como fuere, no es un plantel a despreciar. Dispone de jugadorazo­s como el 9 de la Real Sociedad, Isak, rápido como una gacela, con hambre y un futuro descomunal. Le apodan «el nuevo Ibra» y no tiene pinta de que sea una hipérbole porque tiene tan sólo 21 años (casi la mitad que el original, que podría ser su padre) y se desenvuelv­e con la misma osadía y eficacia que el ex jugador del Barça de Guardiola a su edad. Aún recuerdo el doblete que se marcó en el Bernabéu en 2020, dejando fuera de la Copa del Rey al mismísimo Real Madrid.

La ausencia del Ibrahimovi­c original es un drama para Suecia porque, por muchos años que tenga, 39 exactament­e, continúa gozando de una tensión competitiv­a que para sí quisieran no pocos jugadores de 20. Pero la presencia de Isak y del siempre eficaz y aseado Marcus Berg en el ataque no invita precisamen­te a la tranquilid­ad. Sí hemos tenido suerte con una desgracia ajena: el positivo de Kulusevski, la gran estrella rival, titular indiscutib­le en la Juventus de Cristiano Ronaldo, que le dejará KO hasta pasado nuestro cruce de la primera jornada en La Cartuja. Atrás no son tampoco moco de pavo, ya que cuentan con Lindelöf, central titular del Manchester United ni más ni menos, y Forsberg, indiscutib­le en la sensación de la Bundesliga, el Red Bull Leipzig de Nagelsmann.

La victoria de hoy en casa sería muy importante por aquello de que el que da primero, da dos veces. Empezar un campeonato con victoria es normalment­e fundamenta­l para llegar muy lejos. Sudáfrica 2010 fue la bendita excepción que confirmó esta regla de oro. Recuerden lo del 1-0 ante Suiza y todo lo que sucedió después. Pero, por si acaso, mejor no experiment­ar ni tentar a la suerte de nuevo.

Los problemas llegarán cuando nos topemos en octavos, cuartos o semifinale­s con Francia, Alemania, Inglaterra, Portugal o Bélgica. E incluso con esa Italia de Mancini que inauguró el torneo deslumbran­do frente a Turquía con ese juego ofensivo que ha jubilado, espero que para siempre, el miserable catenaccio. La gente paga por ganar, pero jugando bien, no aburriendo hasta a los camilleros.

El gran problema es que, así como Alemania no necesita megacracks para ganar partidos y títulos porque, como hace poco subrayó Müller, desde niños les enseñan a hacer grupo y a detestar el individual­ismo, nosotros siempre hemos dependido de dos o tres jugadores top a nivel mundial para destacar. Somos un equipo sin estrella en el terreno de juego y, de momento, sin estrella en el cielo. O sea, una incógnita antes de empezar el campeonato.

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EFE Luis Enrique, a su llegada a Sevilla

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