La Razón (Nacional)

Djokovic ya está ahí

Remonta a Tsitsipas, gana Roland Garros y se sitúa a un Grand Slam de Nadal y Federer

- Francisco Martínez -

Y el tío se quedó ahí, tan tranquilo. Con un golpe en la red después de haber desplazado a Tsitsipas, Djokovic culminó su remontada para ganar por 6-7 (6/8), 2-6, 6-3, 6-2 y 6-4. Se acercó con tranquilid­ad a la red para dar la mano a su rival, saludó a la jueza de línea y mientras su nombre sonaba por

los altavoces se acercó al centro de la pista y levantó los brazos con los ojos cerrados. Podía parecer un triunfo más, pero no lo era. Ganar ese partido supone mucho: ya tiene 19 Grand Slams y se sitúa a uno de Federer y Nadal en la pelea histórica que protagoniz­an. Ya está ahí, viene recortando los últimos años de manera espectacul­ar. Pero es que además es el primero de la era moderna en tener en su palmarés al menos dos veces los cuatro títulos grandes. Federer sólo tiene un triunfo en París y Nadal, uno en el Open de Australia. Antes sí lo habían conseguido Rod Laver y Roy Emerson. E, incluso, Nole está en pelea se conquistar­los todos de forma consecutiv­a en este 2021, pues en febrero ya triunfó en Melbourne.

La ambición del tenista serbio no tiene límites («No quiero parar, quiero volver aquí [y señaló

La ambición del número uno no tiene límites: «No quiero parar. Quiero volver aquí [al podio] una o dos veces más»

el podio] al menos una o dos veces más», dijo en la entrega de trofeos), pero esa calma con la que celebró la victoria ha sido una de las claves de su éxito en la tierra. Como en el arranque del épico duelo de semifinale­s contra Nadal (5-0 para el español) o en los octavos ante Musetti, en los que se vio dos sets a cero abajo, el serbio no perdió los nervios y controló sus demonios. Ni un mal gesto. Hubo un momento de la final en el que parecía perdido, con esa cara de desesperac­ión que se le pone en ocasiones. Parecía que se dejaba ir, dominado por un oponente fantástico, pero no hay que fiarse. Su cabeza está pensando la manera de encontrar soluciones y los cinco sets le dan margen para hacerlo.

Aguantó el tipo Nole después de un arranque de Tsitsipas imponente. Las dudas que podía haber sobre la actuación del griego, que sólo tiene 22 años, en el que era su primer partido decisivo para ganar un Grand Slam terminaron pronto. Jugó atrevido, confiado en sus posibilida­des tanto en un primer set igualado como en el rato inmediatam­ente posterior. Porque el primero que tomó una pequeña ventaja fue el serbio con un break con 5-5, pero lo igualó después el heleno para llevarse un tie break en el que dejó un catálogo de golpes extraordin­ario. Su derecha era un tormento y el estético revés a una mano que tiene no era un agujero por mucho que Djokovic le buscara por ahí. Lo contrario, tiraba profundo o con ángulos para entrar de derecha y mandar. Lo hizo todo bien: la defensa y el ataque, para ponerse dos sets a cero.

El cambio llegó en el cuarto juego del tercer set. Apretó con todo Djokovic tirando fuerte con la derecha y con escuadra y cartabón con el revés. Resistió Tsitsipas las cuatro primeras pelotas de ruptura atacando o remando, pero a la quinta cedió. Se vio el serbio por delante por primera vez y ya regaló poco. Su oponente apretó los dientes en el tercer set para nada y se dejó ir en el cuarto. El comienzo del quinto era determinan­te y Djokovic sabía que no debía frenar. Cada servicio para Tsitsipas era como ir al purgatorio. Llegó pronto el break, el rubio de la melena se soltó y lo intentó hasta el final, pero el número uno ya estaba en modo máquina, tirando a centímetro­s de la línea. Menudo agobio. Menudo tenista es Nole, más cera que nunca de Nadal y Federer.

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Novak Djokovic sonríe con su segunda Copa de los Mosquetero­s en las manos

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