La Razón (Nacional)

Sánchez vincula la recuperaci­ón económica a los indultos

Pide «concordia» y diálogo mientras Puigdemont y Aragonès hablan de amnistía

- POR CARMEN MORODO MADRID

Moncloa dice que en Europa «no hay problema» con los indultos, que, al contrario, son bien recibidos. Así se explica desde la comunicaci­ón del Gobierno. Pero en clave doméstica sí tienen que hacer grandes esfuerzos y hasta campaña para intentar el apoyo de representa­ntes de la éliCataluñ­a.

te económica, financiera, intelectua­l y, por supuesto, política para la arriesgada decisión. El lunes la presentará en Barcelona el jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, con un montaje escenográf­ico de lujo y varios centenares de nombres de la sociedad civil. El problema está fuera de Solo que Moncloa confía también en que lo que ganen de capitaliza­r los indultos allí compense, en el largo plazo, el desgaste del resto de España. El principal partido de la oposición se queda fuera, como ocurrió con la reforma del Estatuto catalán.

Moncloa dice que en Europa «no hay problema» con los indultos, que, al contrario, son bien recibidos. Así se explica desde la comunicaci­ón del Gobierno. Pero en clave doméstica sí tienen que hacer grandes esfuerzos y hasta campaña para intentar el apoyo de representa­ntes de la élite económica, financiera, intelectua­l y, por supuesto, política para la arriesgada decisión. El lunes la presentará en Barcelona el jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, con un montaje escenográf­ico de lujo y varios centenares de nombres de la sociedad civil.

El problema está fuera de Cataluña. Sólo que Moncloa confía también en que lo que ganen de capitaliza­r los indultos allí compense, en el largo plazo, el desgaste del resto de España. El principal partido de la oposición se queda fuera, como ocurrió con la reforma del Estatuto catalán, y esto se ha reconocido pasado el tiempo como un error desde el PSOE. Pero la manera que tiene Moncloa de intentar poner sordina al hecho de que el PP no esté en esta operación de carácter de Estado, al menos si se atiende a los términos a los que se refieren a ella desde el Gobierno, pasa por buscar otras complicida­des y dejar en soledad en el ámbito institucio­nal a la derecha.

Ayer, Sánchez aplaudió en Barcelona el apoyo de los empresario­s catalanes a su negociació­n con el independen­tismo. El Círculo de Economía ha sido una cómoda plataforma para que el jefe del Ejecutivo «blanquee» una decisión claramente impopular, incluso entre algunos sectores de su partido. Aunque cada vez son menos las voces que la discuten en público.

La «concordia» como valor económico y los indultos dentro de la política para salir de la crisis provocada por la pandemia. En Cataluña estas palabras tienen un efecto especial porque agentes sociales y económicos han visto cómo repercute en su cuenta de resultados la inestabili­dad provocada por el «procés». Fuera de Cataluña el argumentar­io tiene que buscar otras razones para convencer y que vayan también más allá de acusar al presidente del PP, Pablo Casado, de vivir instalado en el cuanto peor, mejor. «El cuanto peor, mejor, y la incitación al odio territoria­l empobrecen a la sociedad», defendió Sánchez, como prólogo de la ceremonia con la que este lunes presentará la medida que se espera que el martes apruebe el Consejo de Ministros.

En la justificac­ión de los indultos Sánchez los ligará este lunes con el diálogo, la reconcilia­ción nacional, esa concordia que supuestame­nte mejorará la recuperaci­ón económica, y los valores constituci­onales, en línea con lo que ya ha ido anticipand­o.

La «Agenda para el Reencuentr­o» tiene que tomar forma después en el resto de España, donde el Gobierno también está obligado a medir cada paso para conseguir dar la vuelta a la opinión pública. Y, sobre todo, para evitar que la mesa de diálogo, que es donde realmente arriesga su futuro, no sea la razón del inicio de una contienda entre comunidade­s autónomas y de una competició­n por ver quién consigue antes lo mismo que el Gobierno está negociando bilateralm­ente con la Generalita­t. Desde comunidade­s del PP y también socialista­s ya se ha levantado la mano, en la exigencia de que se les dé el mismo trato bilateral en lo que a ellas les importa, que es la financiaci­ón, por ejemplo. Y el País Vasco guarda silencio, pero el PNV no tolerará mejoras que alteren los actuales equilibrio­s incluso entre las llamadas comunidade­s históricas.

A Moncloa le queda por delante una campaña larga, donde en el camino habrá más protestas en la calle y una dura ofensiva institucio­nal de la oposición en el ámbito nacional y autonómico.

La batalla política por los indultos se sustanciar­á en un cuadriláte­ro en el que el Gobierno juega en casa en Cataluña, pero con el público en contra en el resto de España. Mientras que la oposición se mueve justo en el tablero contrario. En el PP creen que deben contener su participac­ión en más manifestac­iones hasta que haya movimiento­s en la mesa de diálogo.

«Debemos volver al punto donde dejamos de hablarnos. Tenemos la obligación de reencontra­rnos porque son muchas más las cosas que nos unen que las que nos separan. España no puede permitirse un desacuerdo estéril. Claro que hay discrepanc­ias, pero no son insalvable­s», sentenció ayer Sánchez.

Los empresario­s catalanes le reclamaron que entienda el problema catalán como un problema español, en el que el reparto de cuotas de poder y de recursos debe hacerse evitando el inmovilism­o, pero también la unilateral­idad.

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Sánchez saluda a José Creuheras, presidente del Grupo Planeta, ayer, en Barcelona

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