Los ayatolás maniobran para imponerse en las urnas La oposición iraní y EE UU denuncian el papel de Ebrahim Raisi en las ejecuciones sistemáticas del régimen teocrático
Todo apunta a que el ultraconservador Ebrahim Raisi, favorito de Ali Jamenei, ganará en unas presidenciales marcadas por la apatía
Consciente del hastío de la población, la máxima autoridad del país, el ayatolá Ali Jamenei, acudió pronto a votar en Teherán. Se había desayunado con el titular repetido en varios medios que decía: «Unas elecciones marcadas por la apatía y la escasez de opciones». Tras depositar la papeleta, alertó: «Si hay una baja participación, la presión de nuestros enemigos se incrementará. Si queremos quitar las sanciones, necesitamos un apoyo popular masivo al sistema».
El reingreso de EE UU al pacto nuclear firmado por las grandes potencias y Teherán en 2015, así como la retirada de las duras sanciones económicas impuestas por el ex presidente Donald Trump en 2018, fueron junto a la galopante crisis por el covid-19 los temas centrales de la descafeinada campaña. Para la analista Sanam Shantyaei, de France24, los jóvenes y las mujeres, que solían conformar la mayoría de electores en los pasados comicios, estaban desmovilizados. A mitad de la jornada, la participación fue mucho menor a la de los pasados comicios en 2017. «El segundo mandato de Rouhani estuvo marcado por las acusaciones de corrupción y negligencia, así como el retorno de las sanciones norteamericanas sobre sectores vitales, como el financiero o energético», apuntó Shantyaei.
Una inflación de un 48% en el último año, la devaluación del real iraní hasta un 70%, un paro desbocado, y aparentemente significativas carencias de medicinas y alimentos básicos, impulsaron disturbios callejeros por todo el país. La clase media, que aupó a Rouhani al poder, colapsó. Todo es carísimo, y el grueso de la población lo tiene cuesta arriba para pagar los recibos mensuales. El recuento definitivo se conocerá hoy, pero todos los pronósticos apuntaban al ultraconservador Ebrahim Raisi como claro favorito. Ante el regreso del ala dura del régimen a la presidencia, se encargó en las jornadas previas de emitir mensajes conciliadores: «Lo digo honestamente, vemos el pacto nuclear como algo aprobado por el líder supremo. Mantendremos nuestro compromiso con el acuerdo». Ataviado con el vistoso turbante negro de tradición chií, Raisi votó en una mezquita al sur de Teherán, desde donde imploró a «los amados jóvenes, mujeres y hombres iraníes, de todas las regiones y visiones políticas, a acudir a las urnas». Su rival moderado con escasas opciones, Abdolnaser Hemmati, quiso mostrar optimismo antes de la apertura de los colegios electorales. Pero el desgaste que arrastra Rouhani tras ocho años en el poder le pasará factura. «La tendencia de los últimos días mostró que mi popularidad está creciendo, y lograremos revertir la des-movilización».
Muchos ciudadanos ya anticiparon, incluso abiertamente ante los medios extranjeros, que no acudirían a los centros de votación. Alegan que un cambio en la presidencia no arreglará sus problemas cotidianos. Opositores del régimen, que popularizaron el hashtag #IraniansBoycottElections en Twitter, compartieron especulaciones: un 75% de los iraníes no pretendía votar.
Entre las denuncias compartidas, se apuntaba al régimen de los ayatolás como «responsable por la ejecución de 30.000 prisioneros políticos». Recordando a las 1.500 personas que murieron por la represión del régimen en las protestas antigubernamentales de noviembre de 2019, el opositor «Secretariado Nacional de la Resistencia de Irán» pidió a la comunidad internacional que «reconozca el derecho del pueblo iraní de cambiar el sistema clerical y establecer una democracia con soberanía popular». Según Mostafa Nadeiri, superviviente de una
ejecución masiva de opositores en 1988 por orden del ayatolá Jomeini, el aspirante a presidente Ebrahim Raisi «fue entonces fiscal asistente de Teherán y miembro de las comisiones de la muerte, que ejecutaron a miles de presos políticos indefensos».
Los iraníes extranjeros también podían participar en el proceso electoral. Desde la embajada de Irán en Londres, policías británicos detuvieron a un protestante que clamó en persa: «¡Abajo la República Islámica!». De confirmarse su victoria, Raisi será el primer presidente que ejerce en el cargo con sanciones impuestas por EE UU sobre su figura. Washington le achacó su rol en la ejecución de 1988 y su participación en el sistema judicial iraní, que es de los mayores ejecutores de penas de muerte en el mundo.
Además, supondrá el retorno de los ultraconservadores al frente de Irán, justo cuando prosiguen las negociaciones en Viena con las grandes potencias, en que la Administración Biden valora reingresar al pacto nuclear a cambio de asegurar la limitación del enriquecimiento de uranio. Tras el asesinato de destacados científicos y sabotajes a instalaciones nucleares –con evidente sello del
El delfín del líder supremo, que podría relevarle en el cargo, se muestra a favor del diálogo nuclear para levantar las sanciones
Mossad israelí–, Teherán forzó la maquinaria, y estaría más cerca que nunca de la obtención de armas atómicas. En un contexto de tensión permanente con EE UU e Israel, que bombardea frecuentemente posiciones de milicias pro iraníes en Siria, el presidente entrante tomará las riendas de Irán en un momento crucial. En sus cuatro años de cadencia, podría vivirse el relevo del líder supremo Ali Jamenei (82 años), y se especula con que el propio Raisi podría postularse para el cargo.En un país de 80 millones de habitantes, unos 59 gozan de derecho a voto, que ayer podían escoger entre cinco candidatos. Entre los detractores del conservadurismo del régimen islámico, temían que las instituciones elegidas democráticamente por el pueblo puedan perder poder, reforzando más si cabe la figura del líder supremo. Jamenei tiene la última palabra en cuestiones nacionales, así como en planes de defensa y del programa nuclear. La máxima autoridad espiritual quiso cubrirse las espaldas ante una caída de la participación, alegando que «sabotajes extranjeros».