La Razón (Nacional)

La economía y los nacionalis­mos, tras la caída de la URSS

Cuando se cumplen cuatro décadas del proceso que terminó en la desintegra­ción de la URSS aún hay debate sobre sus causas

- Por Jorge VILCHES

El Imperio soviético no se deshizo por voluntad propia, sino porque el comunismo ha sido y es una dictadura contraria a la naturaleza humana. Pero ya lo era en 1917. No hubo que esperar a 1991. La Unión Soviética dividió al mundo en dos, incluida la España republican­a en la Guerra Civil. Era el país que apuntaba sus misiles nucleares al resto del planeta, torturaba, asesinaba y diezmaba poblacione­s, sobre todo, la propia. Era el archipiéla­go Gulag de Solzhenits­yn que contó con la complicida­d de muchos intelectua­les occidental­es y no pocos partidos, al menos, hasta 1956. Fue la dictadura que sostuvo otras dictaduras, como la cubana, a la

que aportaba cinco millones de dólares diarios. Sin embargo, en apenas dos años, entre 1989 y 1991, aquel imperio desapareci­ó. Y contar ese hundimient­o no es sencillo, como se puede comprobar en la obra de Boris Gutiérrez Cimorra que acaba de aparecer.

El autor nació en Moscú en 1944, hijo de Eusebio Gutiérrez Cimorra, estalinist­a, director de «Mundo Obrero» durante la Guerra Civil, y la voz española de Radio Moscú. Boris fue entonces un hombre leal al marxismo-leninismo y a su país como ingeniero y periodista. Vino a España en 1977 y volvió a Rusia para trabajar a cuenta de una empresa de comercio hispano-ruso, donde fue testigo directo del hundimient­o del otrora gigante soviético.

Las tres principale­s razones

Las razones que da Cimorra sobre la caída del Imperio van en consonanci­a con el nacionalis­mo propalado por Putin, político ausente en el libro. La primera es económica. El autor sostiene que con artículos de consumo popular el comunismo podría haber seguido funcionand­o «como lo hizo durante los 74 años previos». El error fue gastar para mantener la Guerra Fría y los satélites políticos. Pero, de no haberlo hecho, entonces no hubiera sido un Imperio. La segunda fue liquidar al PCUS, pilar de la dictadura, y abrirse a la libertad de partidos. Y, por fin, el tercer elemento clave fueron los nacionalis­mos internos, único error de Lenin, como sostiene Putin, que oficializó el «derecho de autodeterm­inación» de las «naciones oprimidas» frente a la «nación opresora», la rusa. Cimorra añade a estas causas la rivalidad entre Gorbachov y Yeltsin, como si esto no fuera una seña de identidad de la gerontocra­cia soviética, y obvia sin embargo el papel de Reagan y Bush.

▲ Lo mejor

El ritmo narrativo que imprime a estos complejos hechos históricos se asemeja al de un reportaje

▼ Lo peor

Que el libro se acoge a la interpreta­ción nacionalis­ta de Putin sin decirlo abiertamen­te

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REUTERS La caída del muro de Berlín supuso la de la propia URSS
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ACTAS 568 páginas, 36 euros
★★★★ «La caída del imperio soviético» Boris Cimorra ACTAS 568 páginas, 36 euros

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