Si nos quieres, mátame
Habla ahora media humanidad del Apocalipsis, del fin de los tiempos, rodeados, como estamos, de virus sospechosamente resistentes, de catástrofes naturales devastadoras, frente a países crispados y dictadores de medio pelo y nueva hornada, aunque las formas les delatan, que amenazan con cargarse el mundo si no se salen con la suya. Y Shyamalan, un director listísimo fuertemente influido por Hitchcock, el nuevo mago de los aparatosos trucos (dentro del sombrero, en efecto, había una paloma), el cineasta que metió el miedo en el cuerpo a medio planeta con «El sexto sentido», no sea que ya andemos muertos y no nos hemos enterado aun cuando algunos se dieron cuenta de eso, de que la chistera tenía un doble fondo, estrena «Llaman a la puerta», una historia tan entretenida, discursiva y cortita como su metraje. Verán: Eric (Ben Aldrige) y Andrew (Jonathan Groff ) forman una pareja perfecta, enamoradísima y feliz a pesar de que el espectador sepa, a golpe de flash backs, que fueron y son todavía discriminados (hasta crueles golpes les cayeron encima) por ser gays. Ambos adoptaron de bebé a una niña, Wen, ahora de casi ocho años, con la que se marchan de vacaciones a una encantadora cabaña, eso sí, lejos, o no tanto, de la mano de Dios. Hasta que una mañana, la pequeña Wen conoce a Leonard (Dave Bautista), un tipo enorme a lo ancho y a lo largo que aparece de la nada y le dice estar allí para convertirse en su amigo. Detrás del extraño asoman otros tres personajes que cargan con rudimentarias, raras y puntiagudas armas. Leonard, después de intimidarlos aunque la voz le suene calma, le dice a los padres que ellos han sido los elegidos para salvar a la humanidad (dicho punto no queda claro del todo, por qué estos jóvenes y no otros, aunque se pretexta la decisión mencionando ciertos aspectos de los personajes) si toman una decisión espantosa, la peor cuando tienes enfrente a las personas que más quieres en esta y las siguientes vidas. Y como la pareja decide en un principio negarse, comienzan las plagas bíblicas, las muertes y la desesperación de ambos protagonistas, que poco a poco dudan si toda esa locura que el grupo les plantea, y en esta sociedad definitivamente loca, no esconde buena parte de razón. Adaptación de la novela escrita en 2018 por Paul Tremblay, nos encontramos con una historia de evidente trasfondo religioso y una honradez emocional que resulta, eso sí, muy romántica y conmovedora. Si me quieres, si los quieres, mátame. Para bien o para mal, esta vez Shyamalan se olvidó de las trampas.