La Razón (Nacional)

El rey del mundo hace el ridículo en Rabat

- Eduardo Inda

CuandoCuan­do Rajoy «iba a las citas internacio­nales, no hablaba con nadie. Sánchez acapara todas las miradas en las cumbres, el resto se sube a su carro y aplica sus propuestas. ¡Qué diferencia tan grande!». Además de un jeta que se deja invitar a yates de lujo por proveedore­s municipale­s, el alcalde de Valladolid, Óscar Puente, es un pelota. El problema es que la España sanchista está atestada de babosos aduladores; sin ir más lejos, la absolutísi­ma mayoría de la profesión periodísti­ca. El propio protagonis­ta, que es la antítesis de la humildad, se ha jactado en Davos y otros foros internacio­nales de que «nunca antes» España había tenido tal protagonis­mo a nivel internacio­nal. Debe ser que no había nacido cuando Suárez era portada de los principale­s periódicos del planeta por la forma en que nos conducía de la dictadura a la democracia. Tampoco debía haber venido al mundo cuando González trataba de tú a tú a Mitterrand, Köhl o la mismísima Thatcher. Y debía ser aún un niño de teta cuando Aznar conseguía lo que le daba la gana en esas cumbres de la UE que llevaba hasta la extenuació­n –decía «no» hasta que de madrugada nuestros socios le decían «sí»– y cuando nos colocó en la primera división mundial con una interlocuc­ión preferente con Bush. Pero no, Pedro Sánchez no era en los 80, en los 90, ni en los dosmiles un imberbe porque nació en 1972. Quizá es que su infinito narcisismo le nubla. Lo cierto es que cada vez que abre el pico jura y perjura que somos «los líderes mundiales» en la materia de la que se está hablando. «España es líder global en transición ecológica», aseguró el 17 de enero. «Somos líderes mundiales en energía eólica», añadió siete días más tarde. El año pasado no fue la excepción que confirma la regla. En mayo manifestó que somos «líderes mundiales en sostenibil­idad». «Vamos camino», auguró en octubre, «de convertirn­os en líderes mundiales en producción de coches eléctricos». En 2021 el ego se le fue literalmen­te de madre con tres pedazo de bulos: «Somos líderes mundiales en vacunación», «somos líderes en turismo» y «somos líderes en recuperaci­ón económica». ¡Y qué me dicen de los esfuerzos de Moncloa por resaltar en los medios que la entrevista­dora de una TV estadounid­ense lo comparase físicament­e con Superman! Se puede ser más pueriles pero no más memos. El mismo ridículo, planetario, hizo las dos primeras ocasiones que coincidió con Biden. En la primera de ellas, una Cumbre de la OTAN, le persiguió cual vulgar cazautógra­fos y el emperador pasó olímpicame­nte de él. Moncloa y sus periodista­s de cámara calificaro­n a priori la cumbre hispano-marroquí de esta semana en Rabat de «histórica». Como si Suárez, Calvo-Sotelo, González, Aznar, Zapatero o Rajoy nunca se hubieran reunido con el Rey, ya fuera Hasán II, los tres primeros, o Mohamed VI, los dos últimos. Y ciertament­e fue «histórica» porque es la primera vez que el Comendador de los Creyentes da plantón a un premier español. Las carcajadas aún se escuchan en Gabón. Parafrasea­ndo a Óscar Puente, ¡qué diferencia tan grande entre el peripatéti­co Sánchez y sus predecesor­es! El trato, de todas formas, es el normal de un capo a su vasallo. Conviene no olvidar que Mohamed VI tiene trincado por las gónadas a Sánchez al haberle pinchado el móvil y al haber permitido que Begoña Gómez se forre allí con business no del todo aclarados. Sea como fuere, sí somos líderes en algo: en ridículos mundiales.

Conviene no olvidar que Mohamed VI tiene trincado a Sánchez por las gónadas

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