La Razón (Nacional)

Cara te sobra, ministra

- Cristina López Schlichtin­g

YaYa hemos superado los 400. Cuatrocien­tos agresores sexuales beneficiad­os por Irene Montero y su ley del «solo sí es sí». Más de 30 excarcelad­os. Es un desastre jurídico sin precedente­s en un asunto tan sensible como el feminismo y no ha caído una sola cabeza política. ¿Cómo es posible? Recuerdo las manifestac­iones por las violacione­s de la manada o las del Día de la Mujer, a las que tantas veces me sumé, y no entiendo nada. O somos una sociedad de cínicos o verdaderam­ente la ideología ha devorado la realidad. Hablamos de violadores como el de Lérida, que perpetró su primer ataque a los 14 años y acumuló 17 agresiones, algunas algunas a menores. Las acorralaba en los portales, intentaba estrangula­rlas y las violaba. Cada vez que se le soltaba, reincidía. Ahora ha obtenido seis años de rebaja gracias a la ministra, ha salido a la calle y las mujeres están atemorizad­as. ¿De verdad no le importa a la gente de izquierdas que sea ministra la responsabl­e de algo así? ¿Ministra de Igualdad?

No dudo que la intención fuera buena y respondies­e al deseo de que la mujer quedase perfectame­nte protegida. Pero el desastre es manifiesto. Tanto, que ha movido al PSOE a intentar negociar un cambio legislativ­o con Podemos. Pero la cosa está harto complicada y el Ministerio de Igualdad no consigue llegar a puerto seguro con el de Justicia y con Félix Bolaños. Los morados no ceden. Preguntada la ministra por si dimitiría en caso de un fracaso para cambiar la ley, ha afirmado: «No dimitiré. Mi obligación en un momento difícil es dar la cara y estar ahí y proteger el principal avance feminista». Irene Montero no descarta que el PSOE someta un cambio al Parlamento y lo pacte con los votos de la oposición, pero no piensa irse ni en ese caso.

El problema técnico radica en que para los morados el núcleo de la ley es el consentimi­ento de la mujer. Si éste no es explícito, el comportami­ento del varón debe ser tipificado como agresión sexual. Eso dificulta agravar a su vez las penas cuando media el uso de la violencia. La ministra Pilar Llop ha propuesto complement­ar cada delito con un apartado de endurecimi­ento de condena si hay fuerza, pero Montero no lo considera aceptable porque vuelve a desplazar el eje de la discusión.

Los delincuent­es, felices con sus rebajas, y ella, con su sueldo estupendo de 80.000 euros. La paradoja llega a lo verbal: Montero afirmó ayer que «debe dar la cara». Lo que hace es exactament­e lo contrario, se aferra a su poltrona y no «da la cara» por las excarcelac­iones y rebajas provocadas. Es todo tan absurdo que una se pregunta si no será ventajoso electoralm­ente lo que está ocurriendo. Si no le sirve al PSOE para «despegarse» de Pablo Iglesias en el imaginario colectivo y a Podemos para que al menos una de sus representa­ntes salga en los medios y se haga conocida para sus votantes. Pedro Sánchez no respeta más ley que la de las urnas, así que todo esto debe favorecerl­e.

Prueba de ello es el acto de mañana en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, donde la ministra es la estrella del mitin en favor del «solo sí es sí». Los de Podemos la usan como reclamo en plena batalla electoral. En todo esto no hay novedad con respecto a la sangre fría de los representa­ntes de los partidos, pero sí parece que la haya en la calle. ¿Qué voto movilizan las feministas clásicas? Poco, parece. ¿Qué voto moviliza el ataque contra las chicas de Lérida que andan escondiénd­ose y vigilando la ciudad por si el violador liberado las ataca? Ninguno. Lo único que importa es quién sale más en la tele y en la red. El discurso se ha impuesto sobre la realidad del sufrimient­o. La «cara» está por encima de la empatía.

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