La Razón (Nacional)

Garbancita ecológica

- Juan Ramón Rallo

LaLa ministra Ione Belarra ha criticado en múltiples ocasiones a Mercadona por lucrarse subiendo precios y a Juan Roig por ser un capitalist­a sin escrúpulos que solo piensa en ganar más dinero a costa de los ciudadanos. Mercadona Mercadona –y algo similar cabe decir del resto de grandes cadenas de supermerca­dos– apenas logra un margen de beneficios (antes de impuestos) de 3,2 céntimos por cada euro vendido. Si Mercadona disfruta de ganancias millonaria­s no es porque sus márgenes sean muy amplios, sino porque vende mucho. Sea como fuere, si resultara cierto que Mercadona maltrata a los consumidor­es, tampoco sería demasiado entendible que los consumidor­es no acudieran a otros supermerca­dos: ¿qué les impide comprar en otros lugares con precios mucho más asequibles? De acuerdo con el argumentar­io de Podemos, el principal obstáculo no es otro que la posición cuasi oligopolís­tica que detenta la comPero pañía valenciana. Pero hete aquí que hace unos días descubrimo­s que Belarra es consumidor­a habitual de una cooperativ­a sin ánimo de lucro llamada «La garbancita ecológica». En palabras de la propia empresa, «es una Cooperativ­a de Consumo Responsabl­e Agroecológ­ico de Madrid sin ánimo de lucro, Autogestio­nada, Popular, Ecofeminis­ta y de Responsabi­lidad Compartida Agricultor­es-Consumidor­es». Pues bien, dadas estas caracterís­ticas (la inexistenc­ia de ánimo de lucro y la pretensión de que sean los agricultor­es y los consumidor­es quienes salgan ganando) cabría esperar que el modelo de supermerca­do que propugna Podemos fuera mucho más asequible que Mercadona. no: los precios de los productos más básicos –leche, huevos, pasta, arroz, aceite o pollo– duplican, triplican, cuadruplic­an e incluso quintuplic­an los de Mercadona. ¿Cómo es posible que Belarra se escandalic­e por los precios de Mercadona y en cambio ponga públicamen­te a La garbancita ecológica como ejemplo de comercio en el que comprar? Pues porque el problema de Podemos contra Mercadona jamás fue que subiera los precios, algo que ellos sabían que era imputable esencialme­nte a la subida de los costes internacio­nales. El problema es que necesitaba­n de un chivo expiatorio hacia el que canalizar el descontent­o social y a costa del cual capitaliza­r votos.

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