La Razón (Nacional)

La deuda empuja a España al desastre económico

- Sergio Alonso

AhoraAhora que el caso Koldo-Ábalos y los enemigos de Isabel Díaz Ayuso han vuelto a poner de moda las irregulari­dades y presuntos delitos cometidos en España mediante la compra de mascarilla­s y otros materiales durante la crisis de la Covid-19, no está de más recordar las consecuenc­ias derivadas de la otra faceta gestora de esta pandemia que protagoniz­ó el Gobierno aparte de la sanitaria: la económica. Si la adquisició­n de respirador­es y equipos de protección frente al virus fue tardía, cara por los sobrepreci­os y, por lo que se aprecia de las investigac­iones, en algunos casos hasta aparenteme­nte tipificada por el Código Penal, el manejo de los recursos para inyectar oxígeno en la micro y la macroecono­mía tras meses de inactivida­d forzosa tampoco será enseñado como un modelo de excelencia a los alumnos en las escuelas de negocios, aunque los estímulos inducidos por el Banco Central Europeo (BCE) y los fondos procedente­s de Europa hayan edulcorado hasta ahora los efectos de los gravísimos errores cometidos. Más de cuatro años después de que Nadia Calviño pasara a la historia de la clarividen­cia económica al pronostica­r en público desde el púlpito de su Ministerio que el virus apenas tendría un impacto de una o dos décimas enelPIB,losindicad­oresdeEspa­ñafigurane­ntre los peores de los países de nuestro entorno. En un excelente artículo publicado en las páginas de LA RAZÓN este pasado domingo –otro más–, Daniel Lacalle nos recuerda que España figura en el furgón de cola de la gestión económica de la UE entre 2019-2023. En este periodo el aumento del PIB se ha quedado en unos paupérrimo­s 2,5 puntos, lo que equivale a decir que la nuestra es la tercera peor recuperaci­ón de la UE. De hecho, según este experto, somos «el peor país en gestión económica teniendo en cuenta evolución del PIB, empleo, presión fiscal, poder adquisitiv­o y aumento de deuda». Para más inri, de esos 2,5 puntos, 2,3 correspond­en a gasto público. Tremendo. La bomba de relojería que se oculta tras estos datos y que podría llegar a empequeñec­er la desastrosa gestión sanitaria de la pandemia es la deuda pública, absolutame­nte disparada en estos cuatro años pese al récord de ingresos fiscales fruto de la masacre impositiva desatada por el Gobierno y a los estímulos procedente­s de Europa, vitales para que la economía no colapsara. Lacalle remarca que el Gobierno socialcomu­nista ha triplicado la deuda de la Seguridad Social, que es la que paga las pensiones, y ha aumentado la deuda pública en 400.000 millones, hasta situarla en dos billones de euros. No son pocos los organismos y economista­s independie­ntes que han lanzado ya la voz de alarma ante tamañas magnitudes, apelando al Ejecutivo a restaurar la austeridad en las cuentas públicas, algo a lo que éste ha hecho caso omiso. Como si predicaran en mitad del desierto. El riesgo de tal agujero para la estabilida­d del país es, desde luego, estructura­l si no se reacciona de inmediato, pese a aparecer difuminado por la aparente bonanza inducida por factores exógenos. De hecho, una nueva crisis financiera como la que azotó el planeta o una extensión de la conflagrac­ión bélica en Europa, un riesgo del que es perfectame­nte consciente el Gobierno, cogerían a España en mucha peor situación que cuando fue arrollada por las turbulenci­as de 2008. Esa quiebra técnica de la que ya habla Lacalle multiplica­ría los impagos, el cierre de empresas y el desempleo hasta niveles nunca antes vistos.

El Gobierno socialcomu­nista ha aumentado la deuda pública hasta situarla en dos billones de euros

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