El Mayorga más frío
«LA COLECCIÓN» ★★★★★
Autor y director: Juan Mayorga. Intérpretes: José Sacristán, Ana Marzoa, Ignacio Jiménez y Zaira Montes. Teatro de la Abadía, Madrid. Hasta el 21 de abril.
Aunque todos sirven para conformar un estilo, los registros de Juan Mayorga como dramaturgo son en realidad variados. Fruto de su vertiente más decididamente alegórica, ha llegado a la cartelera una obra titulada «La colección» que, por su construcción y su lenguaje, bien podría emparentarse, por citar solo algunas de las más recientes, con «El cartógrafo» o con «El Golem». Dirigida por el propio Mayorga con un elenco más que atractivo –José Sacristán, Ana Marzoa, Zaira Montes y, en un papel más secundario, Ignacio Jiménez–, la función cuenta la historia de Héctor y Berna, un matrimonio sin hijos que ha dedicado toda su vida a formar y enriquecer una colección de misteriosas piezas cuya naturaleza el espectador no llegará a descubrir. Ahora, cuando los dos ven próximo el final de su existencia, tratan de elegir cuidadosamente a la persona que habrá de heredar y custodiar esa colección. Puede que la obra hable de la lucha del hombre por preservar algo de sí en aquello que no está condenado inexorablemente a la desaparición; puede que hable de la interrelación de elementos en el ignoto universo, visto este como una completa colección de la cual nosotros también formamos parte, agrupados en una ínfima parcela; o puede que hable, simplemente, de dos viejos excéntricos que padecen una suerte de síndrome de Diógenes en versión esnob y se dedican a acumular «cosas» para espantar la sensación de vulnerabilidad y finitud. Digo que «puede hablar» de algo de eso porque, igual que en los otros textos del mismo autor antes citados, el posible sentido figurado con el que se arma la trama es demasiado críptico, y no hace sino empujar al espectador lejos de ella. Por más que se insista en la misma idea, esta no termina de estar expresada con la claridad semántica y la belleza poética que el espectador necesita para deglutirla gozosamente en su asiento. A pesar del buen trabajo interpretativo, y aunque todo se presente bajo una artificiosa atmósfera de thriller para captar la atención del público, la mirada de este sobre lo que ocurre en el escenario no puede dejar de ser fría y distanciada.