«España genera 19 kilos de residuo textil por persona al año. Es una barbaridad»
Ingeniera en Diseño Industrial y beca Fundación ‘‘la Caixa’’
Gemma Morell
¿La ropa usada es un desecho que pesa cada vez más en el cubo de la basura?
Antes hablábamos de moda. Después pasamos a hablar de moda rápida (fast-fashion). A día de hoy, hemos llegado a tal punto donde ya hablamos de ultra moda rápida (ultra fast-fashion). Cada vez se produce y consume mayor cantidad de ropa, es de menor calidad y se usa durante menos tiempo. Lo que se traduce a que sí, el residuo textil aumenta.
¿Dónde se «tira» la ropa vieja?
Antes de responder a esta pregunta, me gustaría invitar a la población a reflexionar sobre cuán vieja está la ropa que se quiere lanzar, qué quiere decir que esté vieja o por qué ya no queremos una pieza de ropa en nuestro armario y tenemos que deshacernos de ella. ¿De verdad está para tirarse? ¿No hay forma de repararla y seguir usándola, yo u otra persona de mi alrededor? Volviendo a la pregunta: en caso de tener que deshacerse de ropa vieja, hay que tirarla dentro de una bolsa cerrada en un contenedor especializado para ropa o llevarla al punto limpio. Por favor, no la lancemos en el contenedor de restos, porque terminará quemada o en un vertedero, no pudiéndose reutilizar ni reciclar, y generando mayores impactos ambientales.
¿A dónde va lo que depositamos en los contenedores de ropa?
El contenido lo recogen entidades gestoras de residuo textil. Estas se encargan de clasificar todo el residuo según su calidad y tipología. El de mayor calidad se clasifica para reutilizar, que significa que se venderá como ropa de segunda mano. Aquello que se considera de no tan buena calidad y no se puede reutilizar se clasifica para reciclar, lo que significa que se utilizará para hacer hilo reciclado. Una parte del textil ya clasificado para reutilizar o para reciclar se queda en el propio territorio donde se ha generado el residuo. Pero, debido a que no hay suficiente demanda local, otra parte bastante considerable se exporta a otros países, mayoritariamente del este de Europa, de África y de Asia. El problema es que no sabemos qué pasa con ello una vez llega al país de destino: si realmente se reutiliza o recicla, o si acaba en vertederos ilegales como el del Desierto de Atacama en Chile o el de la ciudad de Accra en Ghana, generando un gran impacto ambiental y social en estos territorios, que ni siquiera han generado este residuo. La situación es compleja y tiene muchísimo recorrido de mejora. Sin embargo, tirar la ropa en estos contenedores sigue siendo la única forma de poder recuperar este residuo para tratar de reutilizarlo y reciclarlo.
¿Cuántas toneladas de ropa usada se gestionan en España y cuántas se exportan?
En 2021, en España se generaron casi 900.000 toneladas de residuo textil: unos 19 kilos por habitante al año. Es una barbaridad. Pero, de estas casi 900.000 toneladas, solo se recogieron de forma separada –en contenedores especializados– un 12,6%. En la investigación que hemos estado desarrollando en el Instituto de Ciencia y Tecnología
Ambientales de la Universidad Autónoma de Barcelona (ICTA-UAB), hemos analizado el territorio catalán. Aquí se recogen de forma separada 10 kilos de residuo textil por cada 100 kilos generados. De esos 10, se exportan como mínimo 4, casi la mitad. A escala española, es probable que las proporciones sean parecidas.
¿Por qué no se recicla más?
En el estudio, encuestamos a casi 1.500 habitantes de Cataluña para saber por qué lanzamos tan poca ropa en el contenedor de ropa. Las principales conclusiones a las que llegamos son dos. Primero, la accesibilidad a los contenedores no es óptima. Una de cada tres personas tiene que andar más de 10 minutos para llegar a un contenedor de ropa o punto limpio, coger algún medio de transporte o, directamente, no sabe dónde encontrar estos espacios. Y segundo, existe la percepción de que los contenedores de ropa sirven como medio caritativo para donar ropa en buenas condiciones, en vez de como medio de gestión de un residuo, que es lo que son. El vidrio va al contenedor de vidrio, el cartón, al de papel y cartón, y la ropa, en el de ropa.
Muchos desconfían de los contenedores de ropa usada. Creen que se hace negocio.
Las entidades gestoras de residuo textil recogen lo que hemos tirado, lo someten a un proceso de clasificación –que, no nos olvidemos, supone unos costos de infraestructura y personal– y lo venden para reutilizar o reciclar. El textil que no se puede utilizar de ninguna forma se envía al vertedero, siendo las gestoras las que abonan esta gestión. Efectivamente, existe una transacción económica. Es cierto que a las gestoras les interesa recibir textil de mayor calidad. Pero de eso a desconfiar o afirmar que hacen negocio, hay un abismo. Esa transacción permite a las gestoras poder seguir haciendo su trabajo. Básicamente, ellas sostienen el sistema de gestión de un residuo que generamos de forma masiva y del que las empresas productoras todavía no se hacen responsables, como sí pasa con otras fracciones. Eso sin nombrar que muchas son entidades sociolaborales que hacen una labor importantísima a nivel social y ambiental.