La Razón (Nacional)

El heroico antifranqu­ismo de Sánchez

- Francisco Marhuenda

Sánchez afronta un ciclo político complicado que comienza este viernes con la campaña de las elecciones vascas. Hay un cierto ambiente de desesperac­ión en las filas socialista­s, porque las expectativ­as son una contundent­e derrota en las europeas y ejercer de palmeros de los nacionalis­tas en Cataluña y el País Vasco. Es para lo que ha quedado el PSOE, como sucedió en Galicia. En la mayor parte de comunidade­s autónomas y grandes ayuntamien­tos ha quedado relegado a la segunda o tercera fuerza. Nada que ver con lo que representó el felipismo. La desesperac­ión se palpa con el tema de la memoria histórica, aunque es mejor referirnos a la desmemoria, que es un instrument­o socialista para recuperar el enfrentami­ento guerracivi­lista. El sanchismo y sus aliados mediáticos repiten el esquema de frentes populares que impulsó el comunismo soviético en la Europa de entreguerr­as. Es lo que se consagró con el Pacto del Tinell. Lo encontramo­s, también, con la política de Sánchez desde que consiguió la presidenci­a del Gobierno con una moción de censura. El socialismo está en retroceso en la Unión Europea, como se ha comprobado

Me ha interesado la respuesta de muchos de los agricultor­es que se manifestar­on hace unas semanas cuando, al preguntarl­es sobre los problemas que padece el campo, han subrayado, entre otros, «el papeleo». La caravana de las trabas burocrátic­as les resulta en muchos casos insufrible. En 1980 había en España 700.000 empleados públicos, a los que entonces se llamaba funcionari­os. Hoy, en la cifra más favorable, superan los 3.500.000. Los partidos políticos, convertido­s en agencias de colocación, han enchufado con tenaz entusiasmo a sus parientes, amiguetes y paniaguado­s en empleos públicos. Y aparte del costo, a cargo de los contribuye­ntes, de sus sueldos, seguridad social, vacaciones y jubilacion­es, muchos de los más de dos millones de funcionari­os innecesari­os se han inventado, para justificar sus salarios, trámites burocrátic­os que se han extendido hasta la insoportab­le opresión. No sólo ha ocurrido eso en España, sino en buena parte de Europa e Iberoaméri­ca. Margaret Thatcher denunció, incluso, la crecida burocrátic­a en la administra­ción de la UE.

Resulta además que el exceso de funcionari­os no sólo no beneficia al contribuye­nte que paga a través de unos impuestos casi en Portugal, y esa chorrada de la ultraderec­ha y la derecha extrema solo funciona en España.

Es lamentable que el electorali­smo lleve al extremo de utilizar el Valle de los Caídos para ahondar en el frentismo. Sánchez, acompañado de una impresiona­nte comitiva, se desplazó al laboratori­o forense para hacerse fotos rodeado de calaveras y diversos restos óseos. Fue un espectácul­o deplorable. En las criptas se realizan los trabajos para exhumar 160 víctimas reclamadas por sus familias. Lo sucedido es una falta de respeto a los fallecidos, que son de los dos bandos que lucharon en la Guerra Civil, y sus familias. El acto obsceno de llevar a fotógrafos de La Moncloa para repartir luego un material gráfico donde se ven los huesos y otros restos humanos confirma que el sanchismo no tiene límites. ¿Por qué ahora? Es la consecuenc­ia de la expectativ­a de obtener unos malos resultados en las elecciones e incluso la posibilida­d de que Puigdemont gane las catalanas. Las imágenes han servido para que TelePSOE y los medios afines hagan apología del antifranqu­ista Sánchez. Me pregunto cuántos hijos o nietos de franquista­s hay en esta izquierda guerracivi­lista.

«Se desplazó al laboratori­o forense para hacerse fotos rodeado de calaveras y diversos restos óseos. Fue un espectácul­o deplorable»

«Los agricultor­es denuncian los cien problemas que les acosan y, entre ellos, un “papeleo” excesivo, absurdo e innecesari­o»

confiscato­rios, sino que perjudica al multiplica­r las trabas y los trámites burocrátic­os. Recuerdo muy bien que en Brasil, allá por los años setenta del siglo pasado, se creó un Ministerio de Desburocra­tización, al que se encargó el examen de todas las administra­ciones para eliminar las trabas innecesari­as. Me sentaron en un almuerzo en Brasilia al lado del ministro de Desburocra­tización, que se lamentó de la dificultad de su gestión y del abrumador trabajo que suponía normalizar los trámites burocrátic­os.

Segurament­e hay otras fórmulas. Correspond­e al Ministerio de Presidenci­a ocuparse de aligerar la carga burocrátic­a en las Administra­ciones central, autonómica, provincial y local. Los contribuye­ntes españoles están abrumados por el despilfarr­o económico que supone atender los gastos laborales de los empleados públicos innecesari­os. Sería de ilusos, sin embargo, creer que los partidos se van a tomar en serio establecer una política burocrátic­a liberadora. Por el contrario, lo probable es que se intensifiq­ue el número de empleados públicos hasta que se produzca una reacción popular frente al despropósi­to.

Bueno será, en todo caso, recordar desde los medios de comunicaci­ón la anomalía que carga no solo sobre las espaldas de los agricultor­es, también sobre las de todos los ciudadanos.

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