La Razón (Nacional)

Los Juegos Olímpicos de París, bajo la amenaza de la yihad

► Francia refuerza la seguridad ante el temor a una acción coordinada entre el Estado Islámico y radicaliza­dos internos

- Carlos Herranz. PARÍS

JeanJean Marc y su hijo pequeño acudían el miércoles por la tarde al Parque de los Príncipes para presenciar el partido de cuartos de la Champions entre PSG y FC Barcelona. «Nunca nos han revisado tanto al entrar, casi al detalle. Había un perímetro de seguridad antes de acceder y mucha vigilancia», relata. El Estado Islámico había amenazado en las horas previas con atentar en alguno de los estadios donde se celebraban los partidos de la jornada. El ministro del Interior, Gérald Darmanin, anunciaba antes del choque un dispositiv­o muy reforzado de seguridad. Drones, patrullas, perímetros. El Gobierno francés sabe que no puede permitirse fallos de seguridad a cien días de los Juegos

Olímpicos y partidos como este son un ensayo para la gran vitrina internacio­nal que supondrán los Juegos. Unas Olimpiadas que se celebrarán en un contexto de fuerte crispación internacio­nal con las guerras de Gaza y de Ucrania y un doble tipo de amenaza, tanto endógena como exógena, que se ha transforma­do en un rompecabez­as para las fuerzas del Estado aún con más incertidum­bres desde el atentado en Moscú de la filial del Jorasán del Estado Islámico.

Los expertos coinciden en que los Juegos son un espectácul­o universal con audiencias que pueden superar los cientos de millones. Algo que los convierte en un escenario muy apetitoso para la propaganda terrorista. La hemeroteca nos muestra que hay antecedent­es de ello como en Múnich 1972, cuando once miembros del equipo olímpico israelí fueron tomados como rehenes y asesinados por un comando del grupo terrorista palestino Septiembre Negro. En este sentido, «todas las miradas se centran en la ceremonia de inauguraci­ón al presentar un elevado riesgo al celebrarse, por primera vez, fuera de un estadio y en un recorrido tan emblemátic­o como el curso del Sena», relata a LA RAZÓN, Ana Ospina, analista deportiva que cubre los grandes eventos en Francia. Las delegacion­es de los países desfilarán en barcas por el cauce del Sena durante un trayecto de algo más de cinco kilómetros que separan la catedral de Notre Dame, cuya fachada ya lucirá lista para la ocasión tras cinco años de obras, y los otros grandes símbolos como el Louvre, la Torre Eiffel o los míticos puentes.

«Si la amenaza evoluciona­se, disponemos de escenarios de repliegue», decía Emmanuel Macron hace unos días en la presentaci­ón del Centro Acuático, una de las infraestru­cturas construida­s para la cita olímpica. Macron hacía referencia a un supuesto «plan B» por si algo falla a última hora o existiese algún riesgo difícil de amortiguar. En esos escenarios posibles llevan meses trabajando los servicios de inteligenc­ia franceses junto al ministro del Interior, Gérald Darmanin. De hecho, ya se han reconfigur­ado algunas cifras a la baja. La ceremonia de apertura, prevista inicialmen­te para 600.000 personas a orillas del Sena, ha quedado reducida a 300.000. También el número de barcos para atletas se ha visto considerab­lemente reducido: de 160 programado­s a 94. El despliegue en la ceremonia será espectacul­ar con 45.000 policías y gendarmes y todos los asistentes tendrán que someterse a filtros de controles.

Hay una evidencia poco evidente: la amenaza es clara, pero poliforme y difusa. La mayoría de los miembros del ISIS-K tienen relación con exrepúblic­as soviéticas de mayoría musulmana, pero su estrategia de expansión hacia Europa Occidental es apreciable desde hace meses. Y esto les puede llevar a tender puentes con la amenaza endógena francesa, los radicaliza­dos internos, que son los que en los últimos meses han conseguido puntualmen­te atentar en Francia con episodios mucho más separados en el tiempo que los de 2015 o 2016, pero casi como un goteo constante en ataques en colegios o lugares turísticos. Por ello, el Ministerio del Interior galo está revisando una a una la identidad y los antecedent­es de los cientos de miles de voluntario­s que se han presentado. Varios cientos de personas ya han sido apartadas en la criba por distintos motivos, algunos estaban fichados.

La otra gran amenaza es la que recibió el atentado de hace dos semanas: Rusia. Las autoridade­s francesas se preparan para ciberataqu­es rusos o campañas de desinforma­ción. En este sentido, un gran equipo de ingenieros trabaja con la inteligenc­ia francesa para abortar ataques a un conjunto de puntos sensibles que son dianas tecnológic­as en los Juegos: desde sistemas de acceso a instalacio­nes, cronometra­jes, arbitrajes, sistemas de transporte o logística. «Las operacione­s de sabotaje son a las que hemos dedicado más energía para estudiar diversos escenarios», confiesa Franz Regul, responsabl­e de seguridad en sistemas de informació­n para París 2024 en «Le Monde».

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EFE Policías franceses patrullan los alrededore­s de la Torre Eiffel en París

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