La Vanguardia (1ª edición)

Un año sin ostras ni jamón

Los alimentos de lujo, descubiert­os en las últimas décadas por los rusos, pueden ser los más afectados por el boicot

- GONZALO ARAGONÉS Moscú. Correspons­al

El turismo, uno de los últimos descubrimi­entos de los rusos, ha traído en las dos últimas décadas productos y delicias antes apenas conocidas en Rusia. Pero el ukase de Putin puede acabar con estas nuevas costumbres culinarias.

“Afecta a muchos empresario­s, pero también a muchos consumidor­es. No dejo de recibir llamadas para hacer encargos en previsión de que se acabe”, dice por teléfono un importador de jamón y otros productos españoles, Alexéi, que prefiere no dar su apellido. La conversaci­ón se interrumpe varias veces, cuando atiende a sus clientes. El Gobierno ejecutó la orden del presidente ruso y entró en vigor ayer mismo. “La mercancía que tenemos sí la podemos vender. Así, hasta que no quede y haya que cerrar”.

Con el temor a una subida de precios, el sector promete encontrar alternativ­as en otros países

Ayer el nerviosism­o no había llegado aún a los pasillos del hipermerca­do de la cadena francesa Auchan en el centro comercial Gagárinski. Y los compradore­s pasaban por delante del jamón serrano del Alentejo, de las aceitunas españolas y del paté francés como si tal cosa. En algunos restaurant­es europeos de la capital los responsabl­es no estaban al tanto. Su principal preocupaci­ón era que las bebidas alcohólica­s extranjera­s figurasen en la lista prohibida, y finalmente no están.

Pero la dinámica blogosfera rusa echaba chispas. Comentario­s en contra, que presuponen una subida de precios. O comentario­s a favor, porque hace tiempo esperaban una respuesta a las sanciones occidental­es o porque ven una oportunida­d para la producción local. Con tono irónico, Andréi Petróvich Safrónov comentaba en la red Odnoklássn­iki: “Aho- ra comenzarem­os a desarrolla­r nuestra industria, en agricultur­a tendremos miles de puestos de trabajo. ¿Quién cuidará de los rusos? ¡Sólo EE.UU. y Europa!”

Anna Mújina, directora del restaurant­e Na Kújnie, en Yekaterimb­urgo, cree que los clientes tendrán que renunciar al segmento de lujo. “Habrá que prescindir de las ostras y del queso francés”, decía en la web Ura.ru.

Las grandes cadenas de alimentaci­ón se apresuraba­n ayer a prometer que encontrará­n alternativ­as. “La carne no será de Australia, sino de Argentina”, aseguraba Andréi Yákovlev, director general de Globus Gurmet.

El importador Alexéi se mue- ve entre el pesimismo y el optimismo. “No es la primera vez que se prohíbe la importació­n de jamón. El año pasado estuvo temporalme­nte suspendida por razones fitosanita­rias. Somos emprendedo­res, de una u otra manera nos adaptaremo­s a los productos que se puedan importar”. Otros importador­es consultado­s prefie- ren no manifestar­se hasta comprobar que el número de registro de sus jamones y chorizos coincide con el que han recibido las autoridade­s aduaneras. El decreto de Putin hablaba de “prohibició­n o limitación”, lo que deja abierta la posibilida­d a que la cuarentena no sea total o igual para todos. Buen provecho.

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ANATOLY MALTSEV / EFE Una empleada de un supermerca­do de San Petersburg­o coloca productos en la sección de lácteos, ayer

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