Trump avisa al Partido Republicano que sus provocaciones son puro teatro
“En las presidenciales será distinto, verán al auténtico Donald”, dice su estratega
Ahora resultará que todas las boutades, provocaciones y bravatas de Donald Trump son puro teatro. No se deben a que él sea un personaje extravagante, sino que responden a una calculada estrategia para ganar las primarias, que piensa cambiar cuando lleguen las presidenciales. Verdadero o falso, eso es lo que transmitió el jefe de estrategia electoral del magnate, Paul Manafort, a la cúpula del Partido Republicano (GOP) en una reunión a puerta cerrada de la que varias agencias obtuvieron y divulgaron una grabación.
“Cuando está en el escenario y habla de las cosas de las que habla está proyectando una imagen que tiene como objetivo lograr su propósito, pero él no es así”, aseguró Manafort. Al parecer nada tiene que ver el Donald Trump que gesticula en público con el hombre de negocios que conversa en privado. Según el estratega, todo estaba previsto en la planificación de la campaña, que prevé un cambio de actitud hacia una posición más presidencial una vez conseguida la nominación. “Ustedes van a ver a un hombre distinto, más profundo, el auténtico Donald Trump”, prometió Manafort a los líderes conservadores reunidos.
Las palabras de Manafort fueron pronunciadas ante un centenar de miembros del Comité Nacional Republicano que participaban en la asamblea de primavera, celebrada en Florida, donde la angustia por el avance de Trump hacia la nominación era el asunto que protagoniza- ba las conversaciones de pasillo.
El, de momento, principal rival de Trump, el senador texano Ted Cruz, no dejó pasar la ocasión de atacar al magnate. “Está siendo sincero, nos está diciendo que nos está mintiendo... Cuando Donald habla de la construcción de un muro, cuando Donald habla de hacer cumplir las leyes de inmigración, cuando Donald habla de cualquier cosa, todo es una ficción, un espectáculo... ahora sí es creíble”, ironizó.
Cruz necesita que Trump no con- siga los 1.237 delegados necesarios para la nominación antes de la convención, para conseguir en Cleveland aglutinar a todos los demás, pero la hipótesis de una convención sin candidato decidido se prevé como una batalla campal, que Trump intenta evitar. “Una convención fracturada sería la destrucción del Partido Republicano”, advirtió Manafort. El argumento de Trump es que si le faltan pocos delegados para la mayoría, no tendría sentido nominar al que ha perdido.
La cuestión es que después de su gran triunfo en Nueva York y con los sondeos anunciando victorias holgadas en Pensilvania, Maryland, Connecticut, Delaware y Rhode Island, lo único que podría impedir la nominación republicana de Donald Trump sería una maniobra política, liderada por el aparato del Partido Republicano, para que una mayoría de delegados en la Convención de Cleveland lo tumbaran en una segunda votación. Para que eso no ocurra, Trump envía estos mensa- jes tranquilizadores a la angustiada cúpula conservadora prometiéndole un cambio de actitud de cara a las presidenciales y una cooperación con el partido para ganar las elecciones.
El magnate ha tenido que mover ficha con el partido después de denunciar que la dirección del GOP estaba “amañando” la distribución de delegados para impedir su nominación. “El establishment está jugando sucio”, llegó a decir, lo que forzó al presidente del Comité Nacional Republicano, Reince Priebus, a replicar. “El proceso de nominación se conoce con una antelación superior a un año –dijo– y
El magnate intenta apaciguar a la cúpula conservadora para que desista de conspirar en su contra
aprender cómo funciona es responsabilidad de las campañas. Las quejas ahora no tienen sentido. Por favor, Donald, danos un descanso”.
Además de prometer un cambio de actitud, Trump ha aprovechado unas alarmas surgidas en el GOP ante un bajón de donaciones para garantizar al partido que se implicará en la recaudación. “Donald está dispuesto a trabajar con los comités para obtener el dinero necesario para que los candidatos del partido al Congreso tengan una financiación suficiente”.
Aunque, diga lo que diga su estratega, a Trump le cuesta disimular su pragmatismo. Criticó la ley de Carolina del Norte que obliga a los transexuales a usar en los establecimientos públicos el baño que corresponde al sexo con el que nacieron, y no con el que tienen. “Que vayan al que quieran”, dijo Trump, e inmediatamente reaccionó con su estilo inquisidor el ultraconservador Ted Cruz para denunciar que el magnate no es un conservador auténtico.