La Vanguardia (1ª edición)

Temores y temblores

- Josep Oliver Alonso

Se acerca el día del juicio. No del final, pero sí de uno muy importante en todo caso. El jueves los británicos decidirán sobre su futuro en la UE y, a medida que los sondeos se tornan más favorables a su marcha, los mercados han acentuado su nerviosism­o. Esta semana hemos visto una nueva huida hacia activos seguros, sean oro, francos suizos o deuda alemana. De hecho, la deuda pública germana a 10 años ha empezado a cotizar, por vez primera en la historia, a tipos de interés negativos. No es una novedad, ya que hasta los 9 años sus rendimient­os ya lo eran, pero lo cierto es que este nuevo empujón está vinculado a los temores, y temblores, que despierta el Brexit, en un contexto global tan volátil como incierto. También el Banco de Inglaterra está efectuando subastas de liquidez extra a la banca (tres en este mes), en previsión de las mayores demandas de dinero que puedan surgir los próximos días.

Lógicament­e, si los inversores compran bonos alemanes, y con ello hunden su rendimient­o, es porque están abandonand­o otros activos menos seguros. Es el caso de la deuda española e italiana, y también de la portuguesa y griega, activos para los cuales la famosa prima de riesgo ha aumentado. En el caso de España, ésta ha pasado de los 140 puntos básicos de fines de la pasada semana, a los 155 del lunes y a los 162 ayer. Algo parecido está sucediendo con las bolsas, unos activos que los mercados consideran también que pueden sufrir en caso que el Brexit cuaje. En el caso del Ibex, el martes había caído cerca del 8% en una semana y hoy acumula un 16% de pérdida en los últimos seis meses. Cierto que hay más factores que el Brexit en esta negativa dinámica, pero las pérdidas de los últimos meses sí apuntan al impacto que la incertidum­bre sobre el crecimient­o en Europa, y en España, genera la consulta británica.

¿Qué lección hay que extraer de esta situación? Una, muy simple y muy relevante: la economía española no está fuera de peligro. El BCE nos mantiene con la respiració­n asistida (ha comprado ya cerca de 80.000 millones de euros de deuda pública española) y, mientras eso dure, los costes financiero­s de la deuda exterior y de la interna presionan poco. Por suerte para nosotros, las cosas por ahí fuera van mal, de hecho, rematadame­nte mal: la Fed no eleva tipos porque el futuro se ha obscurecid­o, se está inyectando liquidez desde todas partes para contener el efecto del Brexit y se comienza a presionar al BCE para que reduzca, todavía más, los tipos de interés. Si va mal afuera, no va mal para nosotros. Pero si hay un choque exterior suficiente­mente importante, emergerán de nuevo los problemas de fondo de nuestra economía, que continúan ahí, escondidos tras un crecimient­o aparenteme­nte saludable: la deuda neta exterior de España se acerca a la friolera del billón de euros. El aumento de la prima de riesgo nos lo recuerda. No vayamos a olvidarlo.

Los problemas de fondo de nuestra economía, que continúan escondidos, podrían emerger de nuevo en caso de choque exterior

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