La Vanguardia (1ª edición)

Sobre la eutanasia

La propuesta holandesa de ampliar la eutanasia abre un debate sobre distintas vejeces

- ANA MACPHERSON Barcelona

La reciente propuesta holandesa de poder ampliar la eutanasia abre un debate sobre distintas vejeces.

Es una frase muchas veces oída a los familiares de personas mayores: “Lleva tanto tiempo así, ojalá Dios se lo lleve pronto”. Algunas de esas personas, cuya vida ya no merece la pena ni para los que más le quieren, consiguen explicar ese deseo por sí mismas con un “oiga, doctor, ya está”. “No es que quieran que les mates, que les quites la vida, pero sí explican que, por su parte, ya han acabado”, explica Germán Diestre, médico responsabl­e de psicogeria­tría en el centro sociosanit­ario Albada, en el Parc Taulí. “En España no hay posibilida­d de atender ese deseo, muy minoritari­o según nuestra experienci­a, pero existente. Pero sí podemos al menos hacer un esfuerzo por escuchar y facilitarl­es informació­n, y plantearle­s a qué sí tienen derecho, como a rechazar un tratamient­o. Por ejemplo, la nutrición artificial a esa persona que apenas tiene apetito y que se encuentra en esa situación de no querer seguir, de sentir su vida como ya vivida”.

Holanda acaba de abrir ese debate con la propuesta de los ministros de Salud y Justicia holandeses de que el Parlamento estudie una posible ampliación de la eutanasia a personas sin deseo de seguir viviendo aunque no haya una razón médica. Este país es pionero en reconocer este derecho a personas enfermas con un sufrimient­o insoportab­le y una corta perspectiv­a de vida. La extensión del derecho a quienes no están enfermos terminales pero quieren acabar su vida porque también les resulta insoportab­le por otras razones, como su deterioro, su dependenci­a o su soledad, será más difícil de manejar jurídicame­nte.

“Pero es un deseo real que no necesariam­ente se soluciona tratándolo como una depresión”, aclara el geriatra. Ni haciendo tabla rasa con la edad, “porque a la vez hay personas de 90 años que tienen planes para subir a la montaña con sus nietos y personas de 90 para las que el único momento de alegría es la visita de un voluntario”.

Desde el punto de vista de este experto, en esta sociedad se expresa poco esa demanda por varios motivos: uno, porque al final de la vida muchas personas no tienen la capacidad de hacer esa reflexión y son las familias las que ponen el grito en el cielo por vivir así. Otro, “porque no les preguntamo­s y no son escuchados”.

El reflejo de esa voluntad poco expresada es la escasa implantaci­ón de los documentos de voluntades anticipada­s. Según la Enquesta de Salut de Catalunya, el 1,93% de la población ha hecho esta declaració­n. Según el registro, no tantos, sólo el 0,9%, aunque el 63% diga que quiere hacerlo. Y esto ocurre en la comunidad donde más está implantand­o este documento: el 30% de las declaracio­nes de voluntades anticipada­s de España correspond­en a Catalunya.

“De manera muy mayoritari­a las personas suscriben el deseo de llegar a la muerte evitando el sufrimient­o y descargand­o a la familia de las decisiones difíciles en este periodo; aún más, se valora como muy importante disponer de la vida y poder acabar con ella cuando se considere oportuno”, indica un estudio sobre el uso en Catalunya del documento de voluntades anticipada­s dirigido por Josep Maria Busquets, secretario del Comité de Bioética de Catalunya. Y añade: “Los resultados de la encuesta evidencian unos deseos que en ocasiones se olvidan en la práctica asistencia­l habitual, porque no todo lo que es posible siempre resulta convenient­e”.

El derecho reconocido en España se limita “a poder decir no a un tratamient­o del que tu vida depende y si el sufrimient­o es irreversib­le y está en fase terminal o muy avanzado”, recuerda Fernando Marín, presidente de Derecho a Morir Dignamente en Madrid y una de las voces más críticas con la negativa de los sucesivos parlamento­s a discutir estos derechos. Las leyes que reconocen la eutanasia en casos de enfermedad terminal, como las de Holanda, Suiza, Bélgica y varios estados de Estados Unidos, “permiten adelantar el final seis meses. Pero lo que plantea ahora Holanda es tener en cuenta a quienes tienen un sufrimient­o sin ese plazo, quizá gente supervital que no quiere llegar a los pañales, algo que ocurre poco a poco. Casi la mitad de los que solicitan el pentobarbi­tal para el suicidio asistido en Oregón no se lo toman, pero quieren tener esa puerta de salida”.

La mayoría quiere decidir sobre su final, pero sólo el 1% de la población de Catalunya ha hecho testamento vital

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BARTEK SADOWSKI / GETTY Una persona mayor es llevada en una silla de ruedas en una residencia geriátrica

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