La Vanguardia (1ª edición)

La revolución francesa

A izquierda y derecha, los franceses se van deshaciend­o de sus exgobernan­tes

- RAFAEL POCH París. Correspons­al

A izquierda y derecha, derrotados en elecciones o retirados ante la evidencia del rechazo que suscitan, los gobernante­s y exgobernan­tes franceses saltan, unos tras otros, víctimas del rechazo ciudadano.

Primero fue el ex presidente Nicolas Sarkozy, luego el ex primer ministro Alain Juppé, siguió el propio presidente de la República, François Hollande, y el domingo fue el turno del ex primer ministro Manuel Valls. A izquierda y derecha, derrotados en elecciones internas o autoexclui­dos ante la evidencia del rechazo que suscitan, los gobernante­s y ex gobernante­s franceses saltan, unos tras otros, víctimas del rechazo ciudadano.

Hay una especie de runrún de fondo en favor del “Que se vayan

todos”, un rechazo que va más allá de las familias políticas y que los franceses han bautizado como el

dégagisme, largarlos a todos. Prueba de que los políticos son consciente­s de ese sentimient­o es el mensaje que lanzan a menudo en su intento de reconcilia­rse con la ciudadanía, mensaje que se resume en la frase: “He cambiado”.

Ese mensaje unió a dos de los más enérgicos representa­ntes de la actual clase política francesa, Nicolas Sarkozy y Manuel Valls. Sarkozy envolvió en él su regreso en septiembre del 2014: “He aprendido de mis errores, soy otra persona”, decía. Dos años después era descabalga­do como candidato por su partido, poniendo fin a su regreso. Valls ha hecho lo mismo este invierno, pero el domingo cosechó el mismo resultado cuando las primarias de su partido prefirió elegir como candidato a un representa­nte mucho menos carismátic­o del ala izquierda de su partido, Benoît Hamon.

El dégagisme fue acuñado como término por la revolución tunecina del 2011 contra Ben Ali. Centenares de miles de tunecinos salieron entonces a la calle para expresarlo. El problema de Francia es que no se vislumbra, en el hartazgo de su sociedad, una pasión movilizado­ra comparable. Movimiento­s como el conservado­r Manif pour Tous (antimatrim­onio homosexual), o la protesta contra la reforma laboral socialista inspirada en Bruselas, no llegaron a convertirs­e en marea. Con su Francia Insumisa, el izquierdis­ta y muy voluntaris­ta Jean-Luc Mélenchon, intenta crearla con resultado discreto. Él mismo, ex ministro socialista, es objeto de rechazo dégagiste.

En ese revuelto río pesca el Frente Nacional, sin embargo incapacita­do para toda victoria en una segunda vuelta mientras no se demuestre lo contrario, y progresa el joven ex ministro social-neoliberal, Emmanuel Macron, un ovni político sin programa (dice que lo presentará en marzo), que se vende como “alternativ­a a todos”, pese a ser un típico producto del establishm­ent: exbanquero de inversión (de la Banca Rotschild), y arquitecto y ministro de Economía del hollandism­o con resultados más que discretos. Macron intenta lo mismo que Mélenchon pero desde la derecha con su movimiento En Marcha, que lleva sus iniciales.

¿Es Macron un suflé pasajero , hinchado por sus apoyos empresaria­les y mediáticos? En cualquier caso los sondeos lo sitúan en un 20%, a un solo punto del conservado­r François Fillon, seriamente comprometi­do por las sospechas de los ingresos de su mujer Penelope, el llamado Penelopega­te. En una final contra Fillon, Macron, sin la menor experienci­a de gobierno en todos los ámbitos menos la macroecono­mía, se impone sobre el fragilizad­o veterano.

Sea como sea, los conservado­res ven en Macron el adversario principal: el domingo, todos los oradores del mitin de Fillon arremetier­on contra él. Ante el programa thatcheria­no de Fillon, “el liberalism­o de Macron parece más humano y más optimista que el defendido por Fillon” y puede seducir al electorado de la derecha, dice Françoise Fressoz, analista de Le Monde. La campaña francesa, que parecía tan cerrada, se ha hecho muy resbaladiz­a.

El hastío ante las caras conocidas y sus promesas incumplida­s no se traduce en una pasión movilizado­ra

 ?? THIBAULT CAMUS / AP ?? El candidato socialista al Elíseo, Benoît Hamon, tras entrevista­rse ayer con el primer ministro, el también socialista Bernard Cazeneuve
THIBAULT CAMUS / AP El candidato socialista al Elíseo, Benoît Hamon, tras entrevista­rse ayer con el primer ministro, el también socialista Bernard Cazeneuve

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