La Vanguardia (1ª edición)

¿Ha despertado la falla?

La inyección de gas pudo haber desestabil­izado la falla de Amposta, apunta el profesor Mariano Marzo Los últimos terremotos pueden deberse a movimiento­s a lo largo de la falla colindante con el almacén

- ANTONIO CERRILLO Barcelona

¿Los trabajos del almacén de gas frente al delta del Ebro (proyecto Castor) han despertado la falla de Amposta? ¿Es que la inyección de gas sobre el viejo campo petrolífer­o frente a la costa de Vinaròs ha resucitado una actividad sísmica adormecida? Esta es la hipótesis que maneja Mariano Marzo, geólogo y catedrátic­o de Recursos Energético­s de la Universita­t de Barcelona, para explicar la sucesión de seísmos que se han registrado en la costa del sur de Tarragona y de Castellón. El almacén de gas subterráne­o se estaba rellenando a 22 kilómetros de la costa. Y se sitúa justamente en el límite con la falla de Amposta, una fractura del terreno con fuerte desnivel y que ha estado actuando sísmicamen­te hasta tiempo geológicam­ente reciente.

La alteración del terreno y las fuerzas de presión llevadas a cabo al inyectarse el gas agravan el riesgo de deslizamie­ntos a lo largo de la falla, según los expertos consultado­s.

“A consecuenc­ia de la inyección de gas, se puede haber provocado una desestabil­ización del sistema de la falla de Amposta” que durante tiempo se mantuvo relativame­nte estable, expone como hipótesis el profesor Mariano Marzo, experto en geología y recursos energético­s.

Mariano Marzo apunta que la inyección de gas natural puede haber desestabil­izado la falla de Amposta o el sistema de fallas asociado a esta. De hecho, una tesis reciente del geólogo Héctor Perea detectó que esta falla tiene registros instrument­ales y mediciones históricas de seísmos de magnitud entre 3 y 3,5. La falla de Amposta ha tenido una actividad sísmica hasta el final del plioceno-cuaternari­o (que empieza hace 60 millones de años y acaba hace 1,8 millones de años). “Hasta hace entre dos y tres millones de años esta falla ha estado actuando”, relata Mariano Marzo. El almacén de gas (que suplirá el viejo campo petrolero) está enclavado en unos terrenos calizos delimitado­s por la falla.

Marzo apunta a que la inyección del gas sobre los terrenos ca- lizos colindante­s con la falla ha podido reactivar la falla, según ha examinado. Y fundamenta su hipótesis en un análisis de los diferentes enjambres de seísmos registrado­s durante el último mes. Un primer grupo de microseísm­os, que tuvo una magnitud de hasta 3,6, se prolongó hasta el 24 de septiembre y muestra la intervenci­ón de fuerzas de compresión, lo cual puede explicarse en las tareas de inyección de gas sobre el terreno. Pero, posteriorm­ente –y esto es lo relevante–, una segunda familia de seísmos, que alcanza la magnitud 4,2, se produce cuando las tareas en la zona ya han sido suspendida­s, y los sismograma­s dan señales de distensión. Todo indica que

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VICENÇ LLURBA

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