La Vanguardia (1ª edición)

Sufrida victoria del Barça (2-0)

Messi y Suárez marcaron en el primer y último minuto

- Dagoberto Escorcia

Ganar es lo importante en el fútbol. Jugar bien y perder no sirve de nada. Las palabras son de Nuno, entrenador del Valencia, que ayer se fue del Camp Nou rabioso, caliente o con caloret, como dice el diccionari­o de Rita Barberá. Las palabras también podrían ser de Luis Enrique, que salió del Camp Nou todo lo contrario de ánimo que su colega valenciano. Se sentía feliz el técnico del Barça. No era para menos. Había ganado sin jugar tan bien como en París, la afición le había respondido y sus jugadores se habían vaciado. Había vencido a un gran rival con un gol al principio y otro al final, y, además, seguía líder. ¿Quién da más? ¿Quién no se conforma? Segurament­e, alguien que no es de este Barça.

Jugó bien el Valencia en el Camp Nou y quizá mereció más por todo lo que hizo, especialme­nte en la primera parte, donde hasta llegó a desperdici­ar un penalti, que Bravo le paró a Parejo, y también porque estrelló un balón en un poste. Ayer el Valencia, probableme­nte, podría ser perfectame­nte el equipo de esos seguidores que dicen ser del Barça, pero que segurament­e no estarán contentos con la actuación del equipo porque no fue toda lo ortodoxa que se desea, como si en el fútbol siempre se pudiera jugar extraordin­ariamente bien y siempre se ganara. Ni siquiera jugando bien está garantizad­a la victoria. Sólo hace falta recordar que la mejor selección de Holanda, la de un Cruyff sublime, nunca ganó el título mundial.

La victoria del Barça sobre el Valencia fue sufrida pese a encarrilar el partido a los 55 segundos de su comienzo, en una jugada elaborada desde un despeje de cabeza de Piqué, balón a Mascherano, que lo cede a Busquets, y este coloca un pelotazo a Messi, al señor Messi, que arrancó por detrás de la espalda de su defensa y lo entregó al cazador Luis Suárez, que no apuntó sino que disparó. Gol para certificar la buena racha del uruguayo.

A partir del 1-0 pasó todo lo contrario de lo que se podía imaginar. Con ventaja cualquiera puede pensar que el Barça jugaría mejor. No fue así. Lo que llegó fue sufrimient­o y un dominio muy claro del Valencia, algo insólito en el Camp Nou. Pero al serio y buen equipo valenciano le sobró juego y le faltó efectivida­d, remate, contundenc­ia. Perdió el Barça demasiados balones en defensa, segurament­e porque no estaba acostumbra­do a una presión tan buena como la que hicieron los hombres valenciano­s a la za- ga blaugrana. No salió bien el Barça de esa presión también por una cuestión física. Estaba cansado, y por eso necesitó vaciarse, como bien lo definió Luis Enrique, que felicitó a sus jugadores por el gran esfuerzo realizado.

Sabe el Barça que cada partido es una final. Siempre ha sido así. Y en cada encuentro tendrá que dejarse la vida, tendrá que pelear y también tendrá que tener suerte. Ayer necesitó todo eso. No va a ganar a medio gas a nadie en la última recta del campeonato. O bien los rivales luchan por una plaza europea, o bien no quieren complicars­e la clasificac­ión. En cada partido llegará con las fuerzas justas porque está en dos competicio­nes durísimas. Luis

Enrique lo sabe de sobras y por eso pidió al público del Camp Nou algo más que un apoyo. Y lo tuvo. Más de 92.000 espectador­es empujaron al equipo durante todo el encuentro. Lo necesitaba. Había hecho un gran desgaste en París, y la hora del partido (4 de la tarde) no es la que mejor se le da al Barça. A esa hora parece que todavía esté haciendo la digestión, o la siesta. Menos Luis Suárez, que a la primera pelota que tuvo dentro del área tenía su rifle preparado: 1-0.

Si bien el comienzo fue especial, el final no lo fue menos. Con el tiempo añadido ya agotándose, el Valencia colgó un balón al área, que finalmente pescó Pedro y se lo dio a Neymar, que levantó la cabeza y vio que Messi estaba solo. El argentino, genial ayer para poner la pausa, para tranquiliz­ar a sus compañeros bajando al medio campo cada vez que el equipo estaba ahogado, arrancó desde el círculo central. Estaba agotado, pero exprimió sus piernas, resistió y se enfrentó al portero Alves. Intentó una vaselina y el portero la rechazó, pero remató a continuaci­ón a placer. Luis Enrique y Xavi se abrazaron. Todo el banquillo saltó, y los que estaban en el terreno se refugiaron detrás de la portería en un abrazo eterno en torno a Messi. El astro acababa de marcar su gol número 400 con el Barça. Fue un final feliz, con caloret y todo.

SEÑOR MESSI Cuando el partido expiraba y el Valencia ahogaba, Messi logró su gol número 400

GOL MADRUGADOR Suárez marcó a los 55 segundos, pero el Barça sufrió mucho para continuar de líder

UN GRAN VALENCIA Bravo paró un penalti a Parejo a los 8 minutos y un poste repelió el tiro de Alcácer a los 32

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Messi, Luis Suárez y Neymar celebran el gol de uruguayo que abría el marcador
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ÀLEX GARCIA

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