Los únicos porteros que pararon a Kubala
El as húngaro del Barcelona era infalible en las penas máximas, y fue una sensación el día que Carmelo le desvió una a córner
Entre 1951 y 1961 Ladislao Kubala defendió los colores del FC Barcelona. Entre otras muchas, se ganó la fama de ser un ejecutor infalible de penaltis. Y los datos son elocuentes: con el Barça lanzó 43 y marcó 40, una efectividad altísima, del 93 por ciento. Pero los tres fallos tienen su historia, con una serie de personajes recurrentes que aparecen y desaparecen de esta crónica. El primer portero que le detuvo un penalti a Kubala en el fútbol español fue Carmelo Cedrún Ochandategui, uno de los muchos guardametas legendarios de la escuela vasca. Su intervención causó impacto y abrió la vía de un título de Copa para los de San Mamés. Casi seis años después, el gallego Otero repitió la proeza. Y nadie más. Esta es la historia de los penaltis de Kubala.
1 EL MÁS FAMOSO Campo de Les Corts, domingo 22 de mayo de 1955. Son casi las seis de la tarde cuando se produce una novedad sensacional que rápidamente se expandirá por toda la geografía del fútbol español: le han parado un penalti a Kubala. El infalible ha visto cómo, por vez primera, un portero, el vasco Carmelo, guardavallas del Athletic de Bilbao (su hijo también jugó en Primera), le ha detenido un lanzamiento de pena máxima. Increíble. Al día siguiente la revista deportiva Lean dedica su portada a la noticia impactante: una foto- grafía a toda página de Carmelo saltando de alegría mientras sus compañeros se acercan para felicitarle. “¡Lo inaudito, lo nunca visto! ¡Kubala fallando un penalti!”, leemos en Mundo Deportivo. “Parece ser que es el tercero que falla en su vida. Lo hemos visto y no acabamos de creerlo. ¡Y cuando se lo contemos a nuestros nietos, tampoco lo van a creer!”, escriben.
Carmelo Cedrún tiene 84 años y por supuesto no ha olvidado aquella gesta. Faltaría más. “Lo tiró a mi derecha y arriba, a la escuadra. Pero se lo paré”. Fue por- tero del Athletic (1951-1964) hasta que llegó Iríbar. Y luego aún jugó otras tres temporadas en el Espanyol. Internacional, más de 400 partidos en Primera. Paró penaltis a Di Stéfano. Le paró uno a sir Stanley Matthews (“fui el primer extranjero que paraba un penalti en Wembley”). Pero por encima de todos, el de Kubala.
“Para mí ha sido el mejor lanzador que he visto jamás. Era una barra de hielo, te miraba con frialdad, avanzaba en línea recta, desde ningún lado, y era capaz de esperar a que te movieras... y te lo clavaba con una enorme potencia por el otro lado. Imparable”.
Carmelo y Kubala coincidieron en la selección española “y nos habíamos quedado a menudo tirando penaltis. Pero era imposible pillarle el truco. Mira que lo había estudiado en la selección, pero ni estudio ni nada, no había nada que hacer...”.
Es el momento de regresar a Les Corts. Aquel domingo del mes de mayo de 1955. Semifinales de Copa del Generalísimo, partido de ida. Los leones se avanzan en el minuto 20, un córner que saca Gaínza y remata Arteche. En el 28 llega el penalti “que los bilbaínos protestan de modo desaforado”, señalan las crónicas. “Hubo un jaleo de miedo”, explica Carmelo saboreando los detalles. Tiene la memoria clara y disfruta con los recuerdos. “Hubo de todo. Empujones, protestas... yo creo que no era penalti. Y lo que hice... nadie me vio... ¡fui con los tacos y hice un agujero en el punto de penalti!”.
Kubala se percató y colocó el balón ligeramente más atrás, “y entonces fui yo y lo volví a meter sobre el punto, sobre el agujero”. El árbitro perdió la paciencia: “El próximo que toque el balón lo expulso, nos dijo, y entonces me di cuenta. Carmelo, esta es la tuya. No pudo utilizar su técnica habitual, aguanté... y lo paré”. Carmelo desvió el balón a córner y la noticia corrió como la pólvora: ¡le han parado un penalti a Kubala!
Circularon muchas leyendas. Decían que el entrenador del Athletic, que no era otro que Fernando Daucik, extécnico azulgrana y además cuñado de Kubala, le había revelado el truco a Carmelo. Pero el propio Carmelo lo desmiente: “Qué va, Daucik no se metía en estas cosas”. El Athletic ganó 0-2, luego 2-2 en San Mamés y finalmente los rojiblancos superaron al Sevilla en la final.
2 EL PRIMERO 14 de septiembre de 1952. Antes del día de Carmelo, Kubala ya había fallado un penalti: al poste. En este domingo de primera jornada de Liga, Les Corts recibe la visita del Deportivo. En las filas gallegas debuta un joven portero de 23 años, Juan Ignacio Otero, que hará carrera. 150 partidos en Primera (entre el Depor y el Betis), ganador del Zamora en 1954. En este punto de la historia Kubala aún no ha cimentado su fama desde el punto fatídico (apenas arranca su segunda Liga en España) y no se dio tanta importancia a que, en los minutos finales y ya con el 4-3 que sería definitivo, Kubala estrellara el balón en el poste en un penalti. ¿Tuvo alguna incidencia Otero? ¿Puso nervioso al as? Lo cierto es que el futbolista húngaro apuró demasia- do y el balón dio en la madera. Desde el banquillo blaugrana observa Fernando Daucik, personaje secundario y silencioso de esta historia.
3 EL ÚLTIMO Camp Nou, domingo 22 de enero de 1961. El Barcelona recibe la visita del Betis en partido de Liga. Un día de perros, un aguacero incesante que ha dejado el campo impracticable. Llueve durante todo el partido y los 35.000 espectadores que se han atrevido a desafiar el agua se guarecen en las zonas cubiertas del nuevo coliseo blaugrana. El entrenador del Betis es... Fernando Daucik. Y el portero de los andaluces... Otero. Increíbles coincidencias para el tercer fallo de un Kubala de 33 años que disputa sus últimos partidos con la camiseta del Barça. Pero el futbolista húngaro sufre una lesión muscular prácticamente en la primera jugada del partido y no tiene más remedio que mantenerse en el campo porque no hay sustituciones. Sobre el minuto 10, todavía con 0-0, Kubala lanza un penalti que Otero desvía ligeramente con la punta de los dedos y después de golpear el palo regresa a sus manos.
“¡Por supuesto que lo recuerdo, me lancé a la derecha!”, excla- ma Ignacio Otero desde A Coruña, donde reside entre hijos y nietos a sus 85 años. “Esa historia, la del día que le paró un penalti a Kubala, nos la ha explicado cientos de veces”, comenta uno de los siete hijos de Otero. Y el gran portero gallego, que llegó a entrenar a un jovenzuelo llamado Luisito Suárez en las calles de A Coruña, relata: “Kubala me había marcado antes, pero le pillé el truco. Él siempre esperaba a que el portero se moviera y entonces, era tan bueno, que tenía la capacidad de enviar el balón con gran potencia al lado contrario. Le daba igual la derecha que la izquierda. Esperaba el menor signo del portero... y la clavaba al otro lado”. Pero Ote- ro rozó el esférico y evitó el gol. “Me dije, el próximo no me lo metes. Y aguanté, aguanté, aguanté... y llegué a tocar el balón, vaya si lo toqué”.
Curiosamente, Otero no recuerda nada del otro penalti, del primero, del que Kubala tiró al poste. Y eso que era el día de su debut en Primera. Pero nada le
robará su recuerdo del día que le paró uno al rey. Sólo él y Carmelo pueden decirlo.
Aquel día el Barcelona acabó venciendo por dos goles a uno. El segundo gol, el decisivo, lo marcó Kubala... de impecable lanzamiento de falta directa. Pese a la cojera. “Es el mejor, el maestro que los dirige a todos”, comentó Otero al término del partido pasado por agua, en 1961. “Por estar el terreno mojado he tenido que levantar el balón”, se excusó entonces Kubala. “Y Otero me ha adivinado la intención”.
4 EL SECRETO ¿Tuvo alguna intervención Daucik en esta historia? ¿Enseñaba a sus porteros el truco de Kubala? Carmelo ya ha dicho que no. Y comenta cuál era su secreto. “Entonces no podías saber cómo los tiraban, no había imágenes, nada. Lo que yo hacía es que, en los desplazamientos, siempre te venía un camarero pidiendo una invitación. Y yo se la daba si a cambio me explicaba quién era el tirador de penaltis del equipo local y por dónde solía lanzarlos. No hay más”.
¿Le dio algún consejo Daucik a Otero? Difícil porque además el meta gallego no acabó de entenderse con el cuñado de Kubala. Pero este punto abre un nuevo y jugoso capítulo con nombre propio: Yanko Daucik.
“Permanecí en el Betis hasta 1962”, explicaba Otero en una entrevista hace unos años. “Pero tuve un enfrentamiento con Daucik. Su hijo jugaba en el equipo y cuando entrenábamos siempre le mandaba chutar a gol. Pero como nunca conseguía marcarme, el padre me cogió manía. Un día me cansé, salí de la portería y subí a las gradas, desde donde le grité que chutara para que así pudiera marcar, porque era más malo que el hambre”.
Yanko Daucik fue un espigado delantero centro con más apellido que fútbol. Estuvo en el Betis (con su padre), en el Real Madrid (diez partidos en Primera en dos años), en el Sant Andreu (con su padre)... y en 1970 recaló en el Espanyol. Resulta que Daucik acababa de hacerse cargo del equipo y no daba tregua a los directivos blanquiazules solicitando el refuerzo de un delantero más. Los Biescas, Villegas, Carenzi y compañía, con Manuel Meler a la cabeza, estaban hartos de la queja constante de Daucik y sospechaban cuál era su propósito real. Entonces hallaron la solución: le propusieron que les anotara en un papel tres posibles delanteros. “Ponga tres y nosotros le fichamos uno, míster”. Dicho y hecho. Daucik meditó unos días y presentó esta terna: Amancio (el crack del Real Madrid), Gárate (la estrella goleadora del Atlético)... o Yanko. Así llegó Yanko al Espanyol, su último equipo de Primera División.