La Vanguardia (1ª edición)

El presidente de Colombia advierte a las FARC que su paciencia se agota

- Buenos Aires. Correspons­al ROBERT MUR

Las negociacio­nes de paz de La Habana prosiguier­on ayer, ignorando que el miércoles once soldados murieron en un ataque de las FARC. Sin embargo, el presidente colombiano, Juan Manuel Santos, advirtió a la guerrilla que su paciencia tiene límite.

“Señores de las FARC, escuchen el clamor nacional, no se hagan los sordos ante los colombiano­s que les estamos gritando: llegó la hora de acabar la guerra, la paciencia se nos agota, hay que ponerle plazos a este proceso, y si quieren la paz, tienen que demostrarl­o con hechos y no con palabras”, declaró Santos a última hora del viernes.

No obstante, a continuaci­ón rebajó el tono de ultimátum y empleó su habitual lenguaje moderado que demuestra que es el primer interesado en lograr la paz. “No podemos dejar que esa rabia nos enceguezca, nos llene de más odio, nos lleve a más violencia; mi obligación es convertir esa rabia en acciones que acaben la guerra”, dijo el mandatario.

De esta manera, Santos salía una vez más al paso de las presiones de ambos extremos. Con su nueva y mesurada reprimenda a las FARC trataba de contrarres­tar los discursos ultras de los halcones que quieren dinamitar el proceso de paz, encabezado­s por el expresiden­te Álvaro Uribe.

Por otro lado, el mandatario hacía ver a la guerrilla que si presiona con sangre para lograr la tregua bilateral, el efecto puede ser adverso. De hecho, tras el combate del miércoles, Santos ordenó reanudar los bombardeos contra campamento­s de las FARC, suspendido­s un mes atrás como muestra de buena voluntad ante la tregua unilateral decretada por la guerrilla en diciembre.

El grupo insurgente negó haber iniciado el enfrentami­ento –donde también murió un guerriller­o y 24 militares fueron heridos– y alegó que se trató de una acción defensiva ante un ataque del ejército que, por su parte, asegura que las FARC emboscaron a los soldados mientras dormían.

Las muertes provocaron muestras de rechazo y concentrac­iones espontánea­s por todo el país de una ciudadanía que cada vez tolera menos una violencia interioriz­ada desde hace medio siglo.

En todos los sectores crecen las voces que piden poner una fecha límite al diálogo, como expresó Santos. Las palomas creen que así se forjará un rápido acuerdo de paz, mientras que los halco- nes, que insisten en que las negociacio­nes sólo sirven para dar oxígeno a la guerrilla, confían en que la presión del tiempo haga saltar el proceso por los aires.

Pese a todo, ayer se reunió en Cuba la significat­iva comisión

Santos aboga por la reivindica­ción cada vez más extendida de fijar un plazo de tiempo a los diálogos

formada por cinco altos oficiales colombiano­s y líderes guerriller­os, que negocian el punto referido a las condicione­s para la desmoviliz­ación de las FARC y la entrega de las armas.

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