Rajoy y los 705 evasores
Seguro que son “seres humanos normales”, algunos pueden ser votantes pasados o futuros del PP, pero también son defraudadores de Hacienda. La amnistía fiscal fue un regalo para 32.000 evasores que se envenenó al generar una lista de los 705 nombres de personajes que podrían haber incurrido además en blanqueo de capitales. Se trata de cargos públicos electos en diferentes niveles, altos funcionarios del Estado, quien sabe si incluso magistrados y fiscales. De hecho, el de Rodrigo Rato sólo es el primer nombre política y empresarialmente relevante que se desvela de una lista gestionada con intereses no sólo judiciales.
El calendario electoral aprieta y las encuestas ahogan así que en el PP han pasado de los SMS y el “aguanta Luis” con el extesorero Bárcenas como destinatario, a despojarse públicamente de supuestos sentimientos personales hacia el exvicepresidente económico más elogiado. Sólo queda hacer de la necesidad virtud. El Gobierno de Mariano Rajoy tiene la obligación electoral de tapar nuevas vías de escape de ese coladero de votos en el que se han convertido las fuerzas políticas tradicionales, convertir el caso de Rato en una cuestión estrictamente privada –tanto o tan poco como el caso Pujol–, e intentar sacar partido del ocaso del ministro de milagro español, el icono económico del PP. El problema es presumir
El exvicepresidente ha reventado la campaña de las municipales al PP y la de la renta a Montoro
de implacable sin reconocer que la sombra de ese ocaso no es sólo la de Rato sino que tiene orígenes diversos y hace tiempo que oscurece la imagen del partido.
El ministro de Hacienda insiste en público en que el procedimiento contra el exvicepresidente es “ordinario” y se escuda en la confidencialidad de los datos tributarios en todos los “países civilizados” para evitar poner luz rechazar peticiones de comparecencia y de comisiones de investigación. El Gobierno quiere mostrarse firme ante los casos de corrupción, pero el mensaje no logra ir más allá del que cada palo aguante su vela. La regularización de la fortuna de Rato en el extranjero ha reventado la campaña de las municipales al PP y se ha convertido en una lamentable compañera de viaje de la campaña anual de la renta de la Agencia Tributaria.
Si Rajoy tenía previsto basar su discurso electoral en el nuevo milagro económico, se ha quedado sin referente, y con el único consuelo de que es mejor encajar el golpe ahora que en otoño en plena campaña de las generales. Además, a nadie se le escapa que la lista de los 705 evasores es una preciada presa que puede revolverse contra cualquier partido.
Con el nombre de Rodrigo Rato ya en la picota y la rueda judicial en marcha, el exvicepresidente se ha quedado sin amigos ni conocidos entre quienes no tuvieron problema en rehabilitarlo tras la crisis de Bankia. Pero ahora la sentencia de las urnas está al acecho y, ya que cualquier grado de crueldad es intolerable, no tiene sentido ser sólo cruel a medias.