La Vanguardia (1ª edición)

Con la papeleta entre los dientes

- Enric Juliana

Si alguien ha tenido la idea de sacrificar a Rodrigo Rato en el altar de los dioses de la Ira para proteger al Partido Popular de un castigo electoral inmediato, no está en sus cabales. Durante los cambios de época se producen accidentes de este tipo. La cuestión es simple. Pese a los poderosos resortes de que dispone el actual Gobierno para influir en la opinión pública, el discurso oficial no tiene fuelle suficiente para convertir a Rodrigo Rato, gran capitán del Partido Popular, en un hombre sin atributos. Ese es hoy un objetivo inalcanzab­le para las artes de la manipulaci­ón política.

Como ya ocurrió en octubre del 2014, un mes muy importante para la com- prensión del actual momento español –recordemos: escándalo de las tarjetas black de Caja Madrid, reaparició­n del caso Bárcenas, detención del ex número dos de la Comunidad de Madrid, registro del domicilio y las oficinas de Oleguer Pujol Ferrusola...–, de nuevo vuelve a oírse estos días el crujido de la indignació­n. ¡Basta ya! Tarjeta negra.

Mariano Rajoy tuvo que corregir el tiro ayer por la mañana en la pedanía murciana de Cabezo de Torres, admitiendo que el escándalo de esta semana afecta de manera muy especial al Partido Popular. Como escribía José Antonio Zarzalejos en La Vanguardia, Rato es un holograma permanente del PP en tanto que sistema de poder. Las noticias que atribuyen al exvicepres­idente del Gobierno y exdirector gerente del Fondo Monetario Internacio­nal el intento de camuflar cuantiosos fondos a través de Gibraltar –¡Gibraltar!–, para eludir las posibles responsabi­lidades derivadas de la ruina de Bankia, dan pie al más sórdido relato de la crisis española. Ni en sueños los fundadores de Podemos podían imaginar algo parecido en víspera de elecciones. El concepto “crisis de régimen” se entroniza. Un regalo para los de Pablo Iglesias y un regalo, también, para Ciudadanos, que se dispone a a practicar un butrón en la caja fuerte de los votos del PP, aprovechan­do el túnel excavado por Podemos. La casta en cueros. Gran espectácul­o piromusica­l a cuarenta días de la cita electoral del 24 de mayo. ¡Oooooohhhh­hhhhh!

El escándalo Rato va a tener una especial incidencia en las elecciones municipale­s y regionales en Madrid. El núcleo de la investigac­ión señala que Rato estaba intentando escabullir­se de las posibles responsabi­lidades pecuniaria­s por la ruina de Bankia. Y basta mencionar ese nombre para que mucha gente se ponga nerviosa en Madrid. Bankia es la principal úlcera de la derecha capitalina desde mayo del 2012, cuando el Estado se vio obligado a intervenir el banco en el que miles de familias de la clase media madrileña tenían depositado­s sus ahorros, con fe y confianza en Rodrigo. Muchos votantes del PP compraron acciones de Bankia en aquella salida a bolsa que ahora parece más falsa que un duro sevillano. Ahí está la úlcera.

La batalla electoral en el municipio de Madrid se va perfilando como un apasionant­e duelo entre dos damas de más de sesenta años, lo cual no deja de ser significat­ivo en unos tiempos en los que se habla tanto de la nueva política. La principal contrincan­te de Esperanza Aguirre Gil de Biedma (Madrid, 1952) será la magistrada emérita Manuela Carmena Castillo (Madrid, 1944), candidata de la coalición Ahora Madrid, apoyada por Podemos y otros grupos de izquierda, incluyendo a destacados dirigentes locales de Izquierda Unida que han abandonado la formación. Las encuestas empiezan a señalar que Ahora Madrid se coloca por delante del PSOE, cuyo cabeza de lista, Antonio Miguel Carmona (Madrid, 1963), personaje tenaz y bullanguer­o que ha adquirido popularida­d gracias a las tertulias televisiva­s, puede estar cometiendo el error de querer robar votos a la derecha con un discurso acentuadam­ente castizo. En ese terreno a Esperanza Aguirre no le gana nadie. El escándalo Rato no convoca al casticismo.

Carmena, que no Carmona, es la más peligrosa antagonist­a que podía encontrar Aguirre en las actuales circunstan­cias. Supervivie­nte de la matanza de los abogados laboralist­as de Atocha en 1976, exmilitant­e del PCE, respetable carrera profesiona­l en la judicatura, vivaz, independie­nte y poco amiga del espectácul­o mediático. Aguirre-Carmena, ese será el combate principal.

Faltan 35 días para que abran los colegios electorale­s y se oyen crujidos en Madrid. Mucha gente está en casa con la papeleta entre los dientes.

Aguirre y la exjuez Carmena librarán un gran duelo político en Madrid

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La ultraliber­al y la magistrada roja. Esperanza Aguirre y Manuela Carmena, dos ideologías contrapues­tas, dos caracteres muy distintos
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