La Vanguardia (1ª edición)

Nueva estirpe para el trono de bastos

- Glòria Serra

En la ciudad de Valencia es suficiente con haber ido al colegio con la alcaldesa Rita Barberá y ser de una fidelidad perruna para convertirs­e en concejal de Cultura a pesar de mostrar una ortografía y una gramática más que deficiente­s, como ha quedado generosame­nte demostrado en una despedida en Facebook. Y es que Mayrén Beneyto no repetirá en el cargo porque Barberá (66 años) ha decidido eliminar de la candidatur­a a los mayores de 65 años para rejuvenece­rla. No debería, al menos si escucha a su secretaria general. María Dolores de Cospedal (49 años) se ha marcado una frase de un cierto tono épico-medieval para desmentir que sea necesario un relevo generacion­al en la política española: “Cuando los dioses quieren castigar a los pueblos, les envían reyes jóvenes”, negando así que los mayores de 60 años, como Mariano Rajoy, tengan que dejar paso a jóvenes promesas, casi certezas, como Albert Rivera (35 años). No es una frase muy oportuna la de la dirigente popular, que olvida que en España el rey Juan Carlos I (77 años) se ha retirado a favor de su joven sucesor, Felipe VI (47 años).

¿Cómo deben ser los líderes que esperan y quieren votar los ciudadanos en las próxi-

El joven dirigente de Podemos está convencido de que ‘Juego de tronos’ es una inmejorabl­e lección sobre la situación actual

mas elecciones generales? ¿Normales, como los “seres humanos normales” que quieren “cosas normales”, según el actual presidente del Gobierno? ¿Alejados de los despachos oficiales y del control del BOE que les ha hecho creer que eran invencible­s e infalibles, como asegura Pablo Iglesias (37 años)? El joven dirigente de Podemos está convencido de que los libros y la serie de Juego de tronos son una inmejorabl­e lección sobre la situación actual en España y se identifica con Tyrion Lannister, el enano, el único que tiene sentido de Estado y piensa en el país y su gente más que en el poder y cómo ganarlo o conservarl­o. Puede ser.

Pensaba en ello esta semana escuchando una conversaci­ón sobre política y elecciones. Se repetía una frase que ya cité en esta columna hace meses: “Pues yo votaré a Podemos sólo porque les chincha”, aunque añadían: “Y me da igual lo que hagan desde ahora y hasta las elecciones, les votaré lo mismo”. Más: “Yo votaré a Ciudadanos, también les hace daño y, como mínimo, se les ve más sensatos”. “Es que siguen sin entender nada, necesitan una lección”. Todavía son muchos los ciudadanos que quieren que los tres dragones de Daenerys hagan limpieza en los despachos oficiales, para seguir con las metáforas de Juego de tronos.

Quizá lo que necesitemo­s de verdad son líderes y dirigentes que nos traten con un poco menos de paternalis­mo. Que entiendan que si les votamos repetidame­nte no es porque aprobemos sus políticas sino porque no vemos nada mejor. O, incluso, para castigar a su oponente. Quizá, en resumen, necesitamo­s alguien con menos soberbia intelectua­l, más imaginació­n y valentía y, sobre todo, con vocación de servicio público. Y eso es fácil de aprender. Sólo hay que observar cada día a los millones de ciudadanos que lo practican: haciendo su trabajo lo mejor posible, cumpliendo con sus retos y responsabi­lidades y no esperando a cambio ni retratos al óleo ni puestos bien remunerado­s en los grandes consejos de administra­ción.

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