El Centro de Diálogo Rey Abdulah en Viena mantiene sus estatutos
Con una solución de compromiso se zanjó el viernes por la tarde en Viena el conflicto surgido entre Austria y el Centro de Dialogo Rey Abdulah (Kaiciid). La crisis había empezado cuando el canciller federal Werner Fay- mann, del partido socialista, pidió públicamente en enero el cierre del centro interreligioso porque –a su juicio– no cumplía las tareas acordadas por el tratado fundacional. Cuando Austria y España se adhirieron en el 2011 al proyecto de diálogo interreligioso iniciado en el 2007 por el rey Abdulah y Benedicto XVI, to- dos los socios conocían la penosa situación de los derechos humanos en Arabia Saudí. Pero las actuales protestas de Austria están evidentemente relacionadas con el malestar popular que provoca el progresivo aumento de inmigrantes musulmanes en el país.
Los fundadores habían concebido el centro como una forma de aplicar la Declaración Universal de los Derechos Humanos mediante el diálogo interreligioso e intercultural. El tratado no prevé, por parte del Kaiciid como tal, el recurso a medidas políticas como protestas o denuncias.
Es comprensible que el acuerdo conseguido el viernes sea un equilibrio semántico, que satisfa- ce sobre todo a los diplomáticos. Por una parte, Arabia Saudí, que es quien financia el centro, ha impedido una reforma del tratado. Las cuatro partes han formulado una especie de declaración de intenciones en la que se mencionan once veces los derechos humanos. Serán toleradas protestas políticas, pero –si las hay– sólo las podrá hacer la junta de directores, en la que no están representados los estados, sino las principales religiones del mundo y culturas del mundo. Y ellos sólo pueden hacer declaraciones de carácter de principio (“principle pronouncements”), un término difícil de precisar. La traducción al alemán presentada pocos minutos después de la reunión por el Ministerio de Asuntos Exteriores austriaco se había cargado ya “principle”. El representante de la Santa Sede, Miguel Ayuso, declaró a La Vanguardia que se había llegado a un acuerdo “positivo, prometedor y con perspectivas de futuro”.
La institución interreligiosa decide, sin embargo, prestar más atención a los derechos humanos