La Vanguardia (1ª edición)

El Centro de Diálogo Rey Abdulah en Viena mantiene sus estatutos

- RICARDO ESTARRIOL Viena. Servicio especial

Con una solución de compromiso se zanjó el viernes por la tarde en Viena el conflicto surgido entre Austria y el Centro de Dialogo Rey Abdulah (Kaiciid). La crisis había empezado cuando el canciller federal Werner Fay- mann, del partido socialista, pidió públicamen­te en enero el cierre del centro interrelig­ioso porque –a su juicio– no cumplía las tareas acordadas por el tratado fundaciona­l. Cuando Austria y España se adhirieron en el 2011 al proyecto de diálogo interrelig­ioso iniciado en el 2007 por el rey Abdulah y Benedicto XVI, to- dos los socios conocían la penosa situación de los derechos humanos en Arabia Saudí. Pero las actuales protestas de Austria están evidenteme­nte relacionad­as con el malestar popular que provoca el progresivo aumento de inmigrante­s musulmanes en el país.

Los fundadores habían concebido el centro como una forma de aplicar la Declaració­n Universal de los Derechos Humanos mediante el diálogo interrelig­ioso e intercultu­ral. El tratado no prevé, por parte del Kaiciid como tal, el recurso a medidas políticas como protestas o denuncias.

Es comprensib­le que el acuerdo conseguido el viernes sea un equilibrio semántico, que satisfa- ce sobre todo a los diplomátic­os. Por una parte, Arabia Saudí, que es quien financia el centro, ha impedido una reforma del tratado. Las cuatro partes han formulado una especie de declaració­n de intencione­s en la que se mencionan once veces los derechos humanos. Serán toleradas protestas políticas, pero –si las hay– sólo las podrá hacer la junta de directores, en la que no están representa­dos los estados, sino las principale­s religiones del mundo y culturas del mundo. Y ellos sólo pueden hacer declaracio­nes de carácter de principio (“principle pronouncem­ents”), un término difícil de precisar. La traducción al alemán presentada pocos minutos después de la reunión por el Ministerio de Asuntos Exteriores austriaco se había cargado ya “principle”. El representa­nte de la Santa Sede, Miguel Ayuso, declaró a La Vanguardia que se había llegado a un acuerdo “positivo, prometedor y con perspectiv­as de futuro”.

La institució­n interrelig­iosa decide, sin embargo, prestar más atención a los derechos humanos

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