La Vanguardia (1ª edición)

Lecturas bajo control

- ISIDRE AMBRÓS Pekín

China vive en su propio mundo editorial, que en la mayoría de las ocasiones poco tiene que ver con lo que sucede en el resto del planeta. Una situación que internet contribuye a romper, al propiciar que muchos jóvenes puedan acceder a los bestseller­s extranjero­s. Una tendencia que, sin embargo, aún es minoritari­a.

La singularid­ad china obedece a factores diversos. Uno es el riguroso control que ejercen las autoridade­s. Una circunstan­cia que no ha impedido a algunos autores occidental­es a aceptar la supresión o el retoque de algunos textos en sus obras con tal de acceder a los lectores chinos.

Las autoridade­s fomentan los autores nacionales, que en la mayoría de los casos escriben en sus textos temas de interés local. Coyuntura que favorece el desconocim­iento y la falta de curiosidad de la población por escritores de otros países. Una realidad que se traduce, por ejemplo, en que en las listas de libros más vendidos sólo aparezcan García Márquez, Marc Lévy, Murakami y Khaled Hosseini.

En el ámbito de los autores nacionales, destaca Mo Yan, el autor más conocido del país tras obtener el premio Nobel de Literatura en el 2012. Una situación que contrasta con la de Gao Xingjian, también Nobel, pero que fue silenciado por Pekín, debido a sus posicionam­ientos críticos.

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