La Vanguardia (1ª edición)

La llamada del tam-tam

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Tras el 9-N de 2014 y el 11-S de todos los años, se perfila ya otra fecha mítica, la del 27-S del 2015, día previsto para unos comicios autonómico­s que, de nuevo, se anuncian decisivos. De modo que la diligente Assemblea Nacional Catalana (ANC) ha reactivado sus engrasados mecanismos de agitación y propaganda. No le arredra que la coyuntura del Procés sea ahora menos prometedor­a que tiempo atrás; ni que el suflé independen­tista –según dicen– haya bajado; ni que la cohesión entre las fuerzas políticas soberanist­as –esto es un hecho objetivo- sea hoy insuficien­te. La ANC nació para movilizars­e y movilizarn­os, y toda ocasión le parece idónea, tanto en la fortuna como en la adversidad, en la pujanza como en el declive.

Ya lo anunció hace un mes Pilar Rahola, ubicua e indesmayab­le propagandi­sta del soberanism­o: “la ilusión retornará con el primer tam-tam que haga la ANC”. De entrada, me sorprendió que Rahola asociara la ANC con un instrument­o de resonancia­s tribales. Lo atribuí a un lapsus, porque los catalanes ya no lucimos taparrabos ni avanzamos sigilosos por la selva, armados con una lanza en pos del almuerzo familiar. Pero en días sucesivos Rahola volvió a mencionar el tam-tam en sus columnas, y eso me indujo a pensar que quizás tal asociación no fuera indeseada, sino consciente e in-

Ante el 27-S, la ANC ha vuelto a activar sus engrasados mecanismos de agitación y propaganda

cluso esencial. Sea como fuere, la percusión del tam-tam vuelve a retumbar en ciudades y pueblos de Catalunya, pregonando un rosario de convocator­ias.

Entre tales convocator­ias destaca la del 11-S, a dos semanas vista de las autonómica­s: una mega manifestac­ión que se propone abarrotar la Meridiana de Barcelona. Si en el 2014 la ANC eligió la Diagonal como escenario de su uniformada y disciplina­da demostraci­ón de fuerza, este año ha optado por una arteria no tan burguesa. Según Carme Forcadell, presidenta de la ANC, se trata de echar el anzuelo en otros caladeros de menor pedigrí patriótico, que hasta la fecha se han mostrado demasiado insensible­s al reclamo del soberanism­o. Forcadell lo dijo con otras palabras, claro, pero la idea iba por ahí. Se trata de evangeliza­r a los todavía infieles.

En la web de la ANC encontraré más doctrina, me dije. Y navegué hacia ella, donde me enteré de que la mani de la Meridiana servirá para dos cosas: “dar el paso definitivo” (hacia un triunfo soberanist­a el 27-S) y “poner la primera piedra de la República Catalana”. Esto me causó cierta confusión porque, de nuevo, vi más ilusión que fundamento en las proclamas de la ANC. Pero quizás me equivoque. O quizás ocurra que la ANC, ante la dificultad que entraña alcanzar su objetivo, se ha acomodado ya, como los gobiernos de Jordi Pujol en su día, a esta situación de país en obras estatales permanente­s, emprendida­s por cierto sin el acuerdo de la mayoría, y amenizadas at aeternum con el sutil latido del tam-tam.

Como aquí, no se está en ningún sitio.

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