Cantautor radicalmente pop
Es el primer álbum que concibe y elabora Joan Miquel Oliver con el grupo Antònia Font, que lideraba y nutría temáticamente, disuelto de forma en principio definitiva. Porque los dos discos que el músico balear había alumbrado en solitario con anterioridad lo habían sido como productos paralelos a la existencia del grupo insignia. Una circunstancia que se dejaba sentir en mayor o menor medida en los, por otra parte, laudatorios Surfistes en càmera lenta y Bombón mallorquín. Ahora, Oliver ha parido una formidable obra de cantautor pop, con la palabra pop radicalmente justificada en su sentido más brillante.
Trabajado de una forma tan detallista y perfeccionista como cambiante, Pegasus es una obra modélica y admirable también por su ela- boración. Grabado e interpretado cada uno de los instrumentos por el propio Oliver (no destaca como solista en ninguno en concreto, pero la combinación de guitarra, voz y electrónica básica da unos réditos muy jugosos), musicalmente la obra derrocha una simplicidad que engancha. La producción y grabación de orfebre, a solas, desemboca por una vez en un disco de una solidez técnica paralela a su atractivo estético. La única colaboración extraña es la de Quimi Portet, aunque concentrada en las mezclas y la grabación de las voces. Todo ello para una gloriosa obra musical de mensaje optimista, de imágenes expresamente idealizadas y radiantes tonalidades ambientales, que se constatan desde la inicial Marès a radial y que siguen en Orthopedic ragtime o Flors de cactus. O en cualquiera otra.