La Vanguardia (1ª edición)

Llegar al campo base

- Joan Golobart

Victoria de gran valor del Barcelona frente a un rival que tal como se preveía generó muchas dificultad­es. Tres puntos más y un partido menos, parece que esa va a ser la valoración del partido a partido de los de Luis Enrique, que no se reencuentr­an con su juego ideal pero sí compiten y compiten.

Valorar al rival. Ayer, y esa es una referencia que no deben olvidar los seguidores blaugrana, el Barcelona tenía un rival complicadí­simo. Este Valencia, teniendo en cuenta que el Barça compitió el miércoles, se convertía en un rival mucho más competitiv­o que el PSG. Y cuando el adversario es complejo, una victoria por dos a cero, aun con dos goles en el primer y último instante, siempre tiene muchos aspectos positivos. Y hay que sumar la presión mental por el hecho de que un empate adquiría el dramatismo de una derrota. El Barcelona tuvo ese margen de suerte que suelen tener los campeones, y quizás la metáfora más clara del partido fue el segundo gol, el de Messi. El argentino controló un esférico en su propio campo sin ningún rival por delante. Corrió, y en vez de hacerlo con autoridad y autoestima lo hizo temeroso. Procuró no ganar demasiada velocidad para no plantarse con desventaja ante Diego Alves. Estuvo más pendiente del retrovisor que del mano a mano con el guardameta. La toma de decisión final fue lamentable, ya que optó por elevar el balón sobre un portero beneficiad­o por la lentitud de la conducción previa, que le evitó tener que tirarse para tapar más ángulo. De la misma manera, el Barcelona consiguió el objetivo, sin lucidez pero con voluntad. Este es el Barça actual, más pendiente de poner las muescas de los partidos pasados que de recrearse en futuras grandes actuacione­s. Aprender del rival. Hay un Barcelona que juega más cómodo manteniend­o sus capacidade­s ofensivas y defendiend­o lejos de su portería. Y ya hemos entendido que este Barcelona es el que decide jugar en campo contrario, como en la primera media hora del Sánchez Pizjuán o en el partido de París. Por lo que se entiende que todos los rivales van a estudiar la manera de poner dificultad­es para el objetivo blaugrana. Y que Luis Enrique y su staff técnico están obligados a buscar los mecanismos para conseguirl­o. Desde luego, pensar que el Barça siempre va a iniciar transicion­es del balón desde Bravo pasando por diversos jugadores hasta llegar a situar el campo base en la zona deseada es una utopía.

Por lo tanto, al igual que se preparan jugadas de estrategia deben existir estrategia­s para situar el equipo en esa zona. Y se puede aprender del Valencia de ayer: para evitar la presión, en algunas jugadas lanzó balones hacia la posición de delantero centro (Alcácer), y este en lugar de buscar la portería de Bravo lo que hacía era proteger el esférico para dar tiempo a sus compañeros para avanzar homogéneam­ente las líneas, instalarse en la zona pretendida y entonces combinar. El Barça debería copiar este mecanismo, sobre todo pensando que Luis Suárez es muy capaz de recoger con su cuerpo esos balones y permitir que todo el equipo se instale en el campo contrario. Este debe ser el primer objetivo; el siguiente, el gol.

El Barça debería copiar el mecanismo del Valencia para adelantar las líneas

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ÀLEX GARCIA Messi recibe la felicitaci­ón de sus compañeros tras marcar
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