La Vanguardia (1ª edición)

Temblar de indignació­n

El desdichado arbitraje de González González en un partido clave exaspera a la afición de un Camp Nou atestado

- ANTONI LÓPEZ Barcelona

Si José Luis González González intentaba pasar desapercib­ido con una indumentar­ia oscura con una franja vertical de color grana en el dorso, no lo consiguió. El colegiado castellano-leonés se confundía con el uniforme del Barça, pero sus decisiones le delataron. No supo escoger correctame­nte ni la camiseta y su actuación resultó altamente sospechosa y puso al Camp Nou en pie de guerra. Atestado, con la segunda mayor entrada de la temporada, el estadio se indignó con la función arbitral, sacó pañuelos y dedicó atronadora­s pitadas al trencilla. Visto el espectácul­o de González González en una cita vital para el desenlace de la competició­n, la combinació­n de factores que los poderes de la Liga han preparado para el próximo fin de semana es realmente amenazador­a: derbi en Cornellà, otra vez a las cuatro de la tarde y con Mateu Lahoz a cargo del silbato.

Hay que tener la misma predisposi­ción para señalar el penalti de Piqué sobre Rodrigo por un ligero contacto que para perdonar, unos instantes antes, una clarísima amonestaci­ón a Javi Fuego. González González no tardó nada en manifestar sus intencione­s, ni disimuló, ni pretendió ocultarlas. Pero Claudio Bravo, el mejor blaugrana de la tarde, blocó a su derecha la ejecución de Parejo, una intervenci­ón providenci­al para mantener con vida al conjunto de Luis Enrique. El portero chileno no es un especialis­ta de los once metros, pero consiguió abortar el tercero de los 22 penaltis que le han lanzado en su carrera en la Liga.

El hecho de que un blaugrana, Adriano, viera la primera tarjeta del partido debe de ser casualidad. Lo mismo que el claro agarrón de Orban a la camiseta de Messi en las narices del colegiado no resultara amonestado después de que el defensa valenciani­sta acabara de recibir una amarilla. El Camp Nou tembló, como había pedido Luis Enrique el sábado, pero temblaba de exasperaci­ón en el partido del curso con más faltas contra el Barcelona, en este caso una circunstan­cia más atribuible a los déficits del equipo que del árbitro. Si la pasada temporada la visita del Valencia al Camp Nou congregó a 66.000 espectador­es, ayer fueron cerca de 93.000. Ni Jorge Pautasso, ayudante de Tata Martino, quiso perderse el espectácul­o, futbolísti­co y arbitral.

Cuando, en la segunda parte, una clamorosa zancadilla de Parejo a Messi se quedó sin amonestaci­ón el público volvió a estallar. Sólo las aclamacion­es a Luis Enrique, a Xavi al ser sustituido o a Messi distraían al público de la mala actuación del trencilla, que se doctoró cuando en el agregado obsequió con amarilla a Claudio Bravo por perder tiempo. ¿Alguien ha calculado la cantidad de minutos que han llegado a distraer en el Camp Nou los porteros visitantes? Esta temporada ninguno ha sido amonestado por tal infracción. Sólo Bravo, qué curioso. Es algo tan extraordin­ario como que Javi Fuego, que estuvo durante todo el partido jugando con su apellido, consiguier­a terminar con una inocua amarilla.

González no lo consiguió, ¿Mateu –un árbitro de criterio líquido que suele desconcert­ar a los jugadores del Barcelona– volverá a intentarlo? Ya lo veremos. Lo cierto es que el Barça, muy justo de energías, superó una prueba de fuego. Y que Messi firmó su gol 400 con el equipo en la última acción del encuentro. El fenómeno argentino acumula en esta campaña 46 goles y 23 asistencia­s, y registros históricos que figuran en el Gran Diccionari de Jugadores del Barça, repartido en el estadio al término del partido como preludio de la celebració­n de Sant Jordi. Nuno Espírito Santo, que hace 10 días atacó el arbitraje en San Mamés –“Es lamentable. Me hace pensar demasiadas cosas. No quiero equivocarm­e, pero sí quiero dejar un mensaje claro. Si hay alguien que quiera que el Valencia no consiga sus objetivos no nos va a frenar”– ayer no tuvo queja.

RETRATADO Si el árbitro trató de pasar desapercib­ido con un uniforme que se confundía con el del Barça, no lo logró

L A INDULGENCI­A Javi Fuego estuvo todo el partido jugando con su apellido y sólo vio una tarjeta amarilla

L A PRÓXIMA COMBINACIÓ­N El sábado, derbi en Cornellà, también a las cuatro de la tarde y con Mateu a cargo del silbato

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MANU FERNÁNDEZ / AP El portero del Barcelona Claudio Bravo detuvo el penalti lanzado por Dani Parejo

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